In memoriam; Sigue en el camino y no te olvides de tu paraíso....
La primera vez que leí este libro, en la versión original me refiero, algo en él
me hacía pensar en el eje conductor, y en el juego de ideas de la palabra
Paraíso con la violencia, un signo al que conviene descifrar y que me quedaba
flotando. Toda palabra es buena consejera cuando queremos, pero ¿Hasta dónde es
válido su alcance, su condición significativa?, porque si la palabra Nombra y de
ella se aprehende la esencia de las cosas, según decía Yadira Calvo, ¿Ocurre en
realidad, o es solo un sueño de lo ocurrido? Puede ser que, previamente,
encontramos el concepto antes de llegar al objeto, y que el haz y el envés sean
lo mismo si quiero verlo de esa manera, algo así como el manto que devela otras
realidades más profundas, más sensibles, más contundentes que al decir Paraíso,
palabra que es más densa que la roca, y que revela en cada caso, el Babel que
llevábamos por dentro; de ahí la violencia: pasión, vigor y revelación numinosa;
los símbolos más representativos de Alexander Obando, cuya narrativa reúne la
manifestación más contundente de libertad expresiva que desde sus inicios, se
erige como un exponente singular que lo mismo reflexiona sobre el sentido del
Nombre de los objetos, como una expresión de su sexualidad. En otros momentos,
bien utiliza un tono irreverente, fogoso, donde la pasión y el desamor,
enfrentados en una cópula paradójicamente trascendental, eriza la piel.
En este
libro la contradicción asume su más rotundo significado, y en él la hipérbole
rueda
como una roca a punto de aplastarnos. Y el afecto se hace presente: Sentimiento y pensamiento vinculados íntimamente, símbolos y derivaciones filosóficas que de ninguna manera detienen la lógica del verso. Una vertiente única, diría yo, de sonoridad y significación, con acentos privilegiados entre ácidos y sarcásticos, conforman un equilibrio inusitado en esta propuesta estética, de un discurso desde el inicio contundente.
como una roca a punto de aplastarnos. Y el afecto se hace presente: Sentimiento y pensamiento vinculados íntimamente, símbolos y derivaciones filosóficas que de ninguna manera detienen la lógica del verso. Una vertiente única, diría yo, de sonoridad y significación, con acentos privilegiados entre ácidos y sarcásticos, conforman un equilibrio inusitado en esta propuesta estética, de un discurso desde el inicio contundente.
Sobre el autor:
Alexander
Obando Bolaños, es un autor que ha madurado con el tiempo; el ya no correr para
ver su obra publicada, ha develado el misterio de lo que fallaba en la edición
anterior: fuera de la portada no me gustaba la edición. El formato muy
voluminoso, de hecho se me partió dos veces antes de terminar de leerlo, letra
pequeña y demás embarrialaba, la cancha tanto que no podía ver el registro del
mundo, revolución y crítica; pero también inteligencia sensible; y lo que antes
consideraba una ametralladora de ideas sin ton ni son, ahora se vuelve
instrumento de conocimiento, vasta realidad contenida en el lenguaje.
Hubo en
sus inicios, una visión cósmica prefigurada del texto; gravedad, transcurso del
mundo permeando ritmos y acentos; una marcha sonoramente sensitiva que prefigura
espacios; transformaciones profundas buscando modificar la substancia de las
cosas; y casi podría decir que mientras avanza el día, Obando Bolaños devora
elementos comunes conformando una obra donde alterna (y altera) el orden sonoro
de la imagen con los procesos sociales que están ahí, aunque los neguemos,
aunque no aceptemos que ocurren ciertas cosas a nuestro alrededor, mezclando a
un mismo tiempo el cántico sacro con la modulada acentuación de lo profano que
logra meced al uso de algunos recursos rítmicos, de manera que concilia lirismo
y reflexión, frente a la (des)historia que recrea; una suerte de combinación de
agudeza y sagacidad que plantea una propuesta estética singular de cosas que
repiten e integran un inicio de Canciones a la muerte de los niños, y La Gruta y
el Arco-iris, antología, donde se destaca la lucidez que como un don es un
estado de gracia, en el que el sentimiento, la emoción son la misma cosa, que se
contrapone como núcleo central.
En términos generales, puede destacarse que el
lirismo como forma de inteligencia y la sabiduría, da sentido del tiempo,
detalla y desarrolla como todo buen escritor la determinación de crear la obra
del escritor que ahora me ocupa; pues ese orden de ideas deja su huella
imperativa en el mundo que habita; por eso cierro con José Emilio Pacheco,
Premio Hispanoamericano de Poesía José Donoso en el 2001 y, recientemente, el
Príncipe de Asturias 2009 en España:... el tiempo abre las alas/ con mansedumbre
y odio de paloma y pantera... Por supuesto que la revelación surge irrebatible.
Todo es fugaz. El transcurso duele, pero habitar el paraíso deseado, duele aún
más...
Alexander
Obando, San José, Costa Rica, 1958-Estados Unidos, septiembre 2020. El más
violento paraíso es su primera novela, primera edición Perro Azul. Segunda
edición: Lanza
Llamas
Para La Coleccionista de Espejos: Ron Ramón, 11 de diciembre 2009
Corregido por Dell,19 de setiembre del 2020
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