Bajo la lluviaDios no existe...

Froilán Escobar Demoledora. Desde que arranca. Desde la primera línea. Desde que ella, Mabe, María Belén, se mete en la novela traída por los vientos de la realidad “con los abejones de mayo”. Una güila. Recién salida del cole. Pero “su carita de niña, según comprobé tiempo después, contrastaba con el expediente que tenía entre las piernas”. Y aún, así como una Alicia más salida del país de las maravillas, con su carita de niña parece decir: Solo vine a ver el jardín. Aunque con esa misma boca, “ya saboree la muerte en el paladar.” Resulta inquietante: los personajes que habitan en estas páginas han sido excluidos de la vida. Pero a pesar de la angustia pesadillesca en que están inmersos, los sucesos se corresponden con experiencias reales. La paradoja: la “configuración real de la paradoja”(como diría Foucault). En esta historia Mabe y los que van con ella (Bernal, Ratatás, y los otros), hacen así, rácata, y huyen con todo su huir hacia un vacío que los b...