Teresa Wilms Montt
A
veces, mucho más de lo esperado, si se nace mujer, la poesía puede ser un don y
una maldición…Es el caso de María Teresa de las Mercedes Wilms Montt,
Viña del Mar, Chile, 8 de setiembre 1,893, la primera, casi que de seguido a Storni,
poeta de la liberación femenina modernista actual, y quien sin problema podría ser miembro de la galería de
los escritores suicidas por mérito propio, pues vivió adelantada
a un tiempo del que no pudo escapar...
Contra esa realidad dio una férrea batalla contra la época que le correspondió vivir, aunque
sin mucho éxito, pese a ser una mujer segura de su decisión de ser escritora fue prisionera de un sistema sexista, que la castigó una y otra vez, porque como
decimos por acá tenia su carácter…
Su vida, fue casi una novela, tan es así que es posible resumir la
brevedad de sus, veintiocho años, con un correlato preciso que
hubiese levantado a Tennesse Williams de su calmada tumba para presenciar eso
con la mayor de las incredulidades, porque ni él hubiese podido escribir
semejante cosa, y hubiese logrado más de una novela más que exquisita por:
1.
Lectora autodidacta
2. Casada a los 17
años sin el consentimiento de sus padres con el hijo de un enemigo familiar
3. A los 21, ya tenía dos hijas: Elisa y Silvia, y piensa tener la vida completa
4. A los 23, es acusada
de adulterio e internada en un convento para curar su inmoralidad
5. De ese lugar escapa a los 24, huye a
Buenos Aires con ayuda del poeta Vicente Huidobro
6. Entre los 25 y 27
publica cuatro libros de poesía y uno de cuentos
7. Adicta a los 28 a
los somníferos y al opio, se suicida en Paris, con VERONAL
Ahora a lo principal: Nacida como la segunda hija de Federico Guillermo Wilms Montt y Brieba, (1867-1943),
supuesto descendiente de la realeza prusiana, y Luz Victoria Montt Montt, (1870-1917),
emparentada con cuatro presidentes de la República, se crio en medio en una familia que era una especie de Capuletto, ¿o eran los Montesco?, en fin, un grupo de gente producen desconfianza por su rareza atípica.
El
caso es que en aquel palacete, seis hermanas que auténticas muñequitas de salón y
de vestir, que pasaban el tiempo aprendiendo la forma correcta de vestir, y
peinarse para tener marido, una tropa de institutrices, cocineros, matronas y
choferes, un padre que al no tener un hijo
varón la llamaba SU TERESO pero la trataba con la misma frialdad que a todos los demás,
una madre que la golpeaba si la veía siquiera cerca de un libro en lugar de un piano o cosas de mujeres, una abuela maniática,
ella era bicho raro: aprendió a leer sola, y pese a ser es golpeada y castigada
por el ¡No quiero que leas!, las mujeres
no necesitan eso...le decía su madre mientras quemaba frente a ella los libros que escondía, ella leía a Flaubert, Baudelaire o Verlaine. Muy pronto comenzó a pensar en
el sbeldeuicidio, y a escribir sobre el tema porque pensaba que en mi existen dos
seres, eso solo yo lo sé…Para vivir en
este mundo, conviene mostrar solo el que me conocen hasta que logre escapar…
sin embargo, prisionera de un sistema sexista, no podía evitar
esa rebeldía que prontamente se manifestaría sin control alguno, para muestra
un relajo: su matrimonio a los 17 años con Gustavo Balmaceda.
Para
mí, y es criterio personal, entre ellos, nunca hubo amor sino una fina forma fuga mutua de
sus hogares; un encuentro de eventos temporalmente ajustados, uno al otro, que
en algún momento tendrían que explotar: en algunas cosas las historias de SUS
VIDAS se parecen: ocho años mayor, hijo de una familia aristocrática, bicho
raro también porque al quedar huérfano de madre cuando está murió dándolo a
luz fue menospreciado por su padre por ese hecho. Rebelde, y amansado que le llaman, incomprendido y rechazado por su madrastra al cumplir los 6
años fue internado en un colegio de curas, sobrino y
admirador de un presidente suicida (José Manuel Balmaceda), consanguíneo de
diputados, políticos, diplomáticos, fanático de la ópera, lector tardío, celoso de los logros ajenos,
impulsivo, visto por su familia como un inepto por su incapacidad de conseguir
algo más que ser un empleo administrativo público, y encima autor-protagonista de la
novela Desde lo alto, en las
que narra incluso quien era él en realidad, ese matrimonio estaba destinado al fracaso…
Ellos se conocían de
antes, pero fue la noche de Año Nuevo de 1,911, cuando ambos matrimonios fueron
invitados a una cena en el Club Santiago, y cuando los ánimos están encendidos
Teresa, aprovechando lo que si le era permitido, decide cantar una romanza de Puccini al piano: aplausos, piropos para la
reina de la noche… Al rato, los muchachos hablan como si se conocieran de toda
la vida. Conscientes de su pertenencia a una misma casta, y de las barreras
familiares que tendrían que sortear: los Montesco y los Capuletto siempre han
existido: para los Balmaceda-Valdés la muchachita esa, es hija de un extranjero
arribista, por más que la madre sea sobrina del mismísimo presidente de la
República. Y para los Wilms-Montt este tipo era un simple funcionario público;
sobrino, para más remate, de un hombre suicida. Pero los enamorados se rebelan
y se casan el 12 de diciembre de 1910, en Viña del Mar. A la ceremonia asisten
solo los parientes del novio. Advertida fue de que una vez casada con ese, ya
no sería bienvenida nunca más en la casa familiar.
Al
regreso de Santiago tras la luna de miel, lentamente el encanto se desvanece: la
desenvoltura social de Teresa, por su facilidad de cantar, bailar, recitar, choca
con los celos de Gustavo, y debe entenderse que no eran celos solo por la belleza
física de su esposa, sino a lo que ella era capaz de lograr para superarlo: el mismo día en que se instaló en su nuevo hogar, bajo la mirada
de mamá Rosa, (porque él se llevó a su nana con él), quemó hilos, ovillos y
agujas del mismo modo que antes quemaban sus libros y compró bibliotecas que, ahora
con más libertad movieron en ella un pensamiento
claro y revolucionario, iba escalando en la acción literaria mucho más que él
que, y tal como la madre de ella, le prohíbe la lectura de ciertos libros, y
hasta destruye gran parte de sus escritos.
Gresca
y al día siguiente, ella giraba una nueva orden de compra por más. Sin embargo,
permanecen un tiempo más juntos, envueltos entre el fuego y la ira de los celos,
que ni el nacimiento de sus hijas apacigua. Pensando que el sueldo que recibe
como empleado del Servicio de Impuestos del Estado era insuficiente, para
llevar el estilo de vida que le permitiera quitarle estímulos sociales a su mujer para domesticarla, pide traslado a alguna ciudad más
llevadera. El remedio resultó ser peor que la enfermedad, porque en
Iquique, a 1800kms al norte de Santiago, no altera la rutina
de la que ya se había asumido escritora, por el contrario, con diecinueve años,
dos hijas, cree tener el equilibrio perfecto; además como siempre ocurría a
todos los lugares que llegaban ella llamaba la atención, es la estrella de las
tertulias y las reuniones sociales iquiqueñas, y cómo no: vivían en un hotel de
mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeados de toda clase de hombres
extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas,
etc. Así que la noche era para charlar, el día para dormir, la tarde para
escribir, sobre todo porque era la única de sexo femenino en aquellas reuniones.
Aprendió a beber, a fumar cigarrillos, retroalimentaba ideas anarquistas y
hablaba con el mayor desparpajo de la religión, y participaba de las ideas de la
masonería, por lo que él volvió a hacer una hoguera para destruir hasta su ropa
y escritos… Respuesta: severamente arrepentida, aunque las ama, de haber tenido
dos hijas con él, que poco a poco, formula la idea de que le era infiel con Vicente
Balmaceda Zañartu, su primo, empieza a cambiar las estructuras de la vida
familiar. Desde lo alto, el libro que publicó en 1,917 Balmaceda, muestra que esa
historia de los celos con el primo, fue sin duda, un plan medido y creado para
hacerse ver como un hombre rabioso, y deshonrado para convocar de urgencia al
tribunal familiar que entonces se estilaba en Chile y encerrar a la esposa adúltera y, mediante una reunión secreta
con su suegro expone todos los inconvenientes. Guillermo Wilms, que hace rato
ha olvidado a mi Tereso, apenas escucha: No
me ofrece ya garantía alguna de fidelidad…La respuesta del patriarca Wilms es
redonda:...Bótela usted a la calle si no puede hacer otra cosa, ya veremos
nosotros qué hacemos. Él no la bota a la calle, pero… se lanza a la política y
requiere del poder económico de su primo podía promover. Hay que decir que hasta entonces, no
había pasado de unas miradas y sonrisas con Vicente, pero estaba harta de su
esposo... Y lo que pasó bien que fue su culpa...
Si alguien en verdad, se había asomado a sus dos personalidades, ese era Vicente
Balmaceda Zañartu, VICHO, o TEJITA, como era apodado por ella, uno de los últimos
feudales y oligarca chilenos, un rajadiablos, formidable cazador, admirado por
hombres y mujeres, que se farreó varias herencias (y murió cuarenta y seis días
antes que Teresa en estado de total degradación por haber injerido un
medicamento en mal estado para curarse la sífilis, también en Paris); del que dicen los cercanos,
que fue el mismo Balmaceda Zañartu, quien le descubrió a Balmaceda Valdez la
relación existente entre ellos, ante la propuesta de él de asumir una vida en
común en lugar de huir juntos para dedicarse al teatro en el extranjero, como
ella decía:...pese a quien soy Yo quiero
que tu amor sea tu orgullo y no tu mancha y tu deshonra, le dijo. Ella
nunca le perdonaría ese hecho, y pese a que él la siguió por distintas partes y
probablemente asumía sus cuentas, la relación entre ellos se enfrió.
No se sabe
en qué condiciones ella fue enviada de vuelta a Santiago, pero a casa de sus
padres efectivamente nunca volvió a entrar: en octubre de 1,915 los encargados del
Convento de la Preciosa Sangre la esperaban para recluirla como a toda
mujer de la época que no encajaba en los cánones morales, en la sección moral (destinado a curar a putas y lesbianas de su enfermedad mental) por un tiempo indeterminado. Me suicido…, pero eso no le valió de
nada para evitar la reclusión. Cuatro meses después, tras intentar el divorcio
y la patria potestad de las hijas, borrada hasta del acta de nacimiento
de sus hijas, prohibición de ver cualquier tipo de familia, y en especial a sus
hijas por quienes penaba y moría, intentó un segundo y tercer intento fallido
de muerte.
Con ayuda de su amigo de la infancia, Vicente Huidobro, de quien se
decía que también era su amante, cosa que no, vestida de viuda toman
el tren en la estación Mapocho y desembarcan en Retiro, Buenos Aires, nunca más
pisará tierra chilena.
Durante su tiempo en Buenos
Aires, entre el desarrollo de la ciudad a lo que es hoy, se hace cercana a Victoria
Ocampo, y Jorge Luis Borges entre otros, y un año después inauguró su carrera
literaria publicando Inquietudes sentimentales y en
primavera Los tres cantos, ambos libros firmados como Thérèse Wilms Montt, y con una crítica bastante más
que buena. Todo iba maravillosamente bien hasta que uno de sus lectores y
admiradores más apasionados, amante ocasional, Horacio Ramos Mejía, poeta
argentino que apenas llegaba a los veinte años, hijo de familia
aristocrática: muere por esta chilena que una vez más rehúsa el compromiso. Lo
apoda Anuarí, que sin entender las razones del rechazo, se suicida frente a
Teresa cortándose las venas tan profundamente que ella no puede hacer más que
verlo morir en sus brazos, desangrado. Sin poder soportar los recuerdos se va a
España, y al año siguiente, poco antes del inicio de la Primera Guerra mundial, a bordo del
VESTRIS con destino a Nueva York intenta llegar a los Estados Unidos, pero
No me
dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves
sospechas de espionaje al servicio alemán, a causa de la primera
letra de mi apellido…
De vuelta a España,
entre tertulias y cafés literarios, la
noche vuelve a ser para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir, se
reencuentra con Vicente Huidobro y hace amistad con Ramón Gómez de la Serna,
Jacinto Benavente y Ramón del Valle-Inclán. En mayo de 1918 publica En
la quietud del mármol, su tercer libro, con un prólogo de Enrique Gómez
Carrillo. Y pocos meses más tarde viene Anuarí, prologado por
Valle-Inclán. En 1919 Wilms Montt vuelve a Argentina para publicar su quinto y
último libro, Cuentos para los hombres que son todavía niños. Es un
volumen de relatos que firma como Teresa de la †, quizás haciéndose cargo de una
cruz imaginaria. Fue cuando Rosa Montes, la nana de Iquique, le hace saber que
José Ramón Balmaceda, el padre de su todavía esposo, para quien aún trabaja,
asumió una misión diplomática y se trasladará a Francia con toda la familia que
incluía a Elisa y Sylvia, sus hijas. Sin dudarlo, arma el baúl y toma el tren a
París. Después de varias gestiones diplomáticas, las visitas son oficializadas
y Teresa puede ver a sus hijas jueves y domingos, sin supervisión, por todo un
año con la ilusión de que saldrá el divorcio y se irá con las niñas y la mama Rosa,
a Suiza, a empezar de nuevo. En octubre de 1,921 la familia Balmaceda regresa a
Chile y Teresa pierde a sus hijas, por segunda vez y para siempre. A Chile no
puede volver a no ser que quiera la cárcel por fugitiva de la Santa Sangre, por lo que cae
en depresión, y desde mediados de noviembre deja de escribir y se dedica a
tomar, fumar, consumir opio, morfina y otros sedantes para disfrazar la
tristeza, que ella dice es dolor de cabeza crónico…Al no verla por algunos
días, la portera del edificio la encuentra inconsciente en la cama, y la lleva
de urgencia al hospital Laennec de la calle Sèvres. Nada se puede hacer y por
dos días agoniza en la sala 18 del sanatorio, hasta que el sábado 24 de
diciembre deja de respirar… Sus restos están en Paris
Obras
·
Inquietudes
sentimentales, Buenos Aires, 1917.
·
Los tres cantos,
Buenos Aires, 1917.
·
En la quietud
del mármol, Casa Ed. Blanco, Madrid, 1918.
·
Anuarí,
Casa Ed. Blanco, Madrid, 1919.
·
Cuentos para
hombres que son todavía niños, Buenos Aires,
Argentina, 1919.
·
Lo que no se ha
dicho, antología, Editorial Nascimiento, Santiago
de Chile, 1922.
·
Obras completas,
compilada por Ruth González-Vergara, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1994.
Para La Coleccionista de espejos: Dell
No hay comentarios:
Publicar un comentario