viernes, 26 de junio de 2020

Con palabra de mujer...


Teresa Wilms Montt

A veces, mucho más de lo esperado, si se nace mujer, la poesía puede ser un don y una maldición…Es el caso de María Teresa de las Mercedes Wilms Montt, Viña del Mar, Chile, 8 de setiembre 1,893, la primera, casi que de seguido a Storni, poeta de la liberación femenina modernista actual, y  quien sin problema podría ser miembro de la galería de los escritores suicidas por mérito propio, pues vivió adelantada a un tiempo del que no pudo escapar...

Contra esa realidad dio una férrea batalla contra la época que le correspondió vivir, aunque sin mucho éxito, pese a ser una mujer segura de su decisión de ser escritora fue prisionera de un sistema sexista, que la castigó una y otra vez, porque como decimos por acá tenia su carácter…

Su vida, fue casi una novela, tan es así que es posible resumir la brevedad de sus, veintiocho años, con un correlato preciso que hubiese levantado a Tennesse Williams de su calmada tumba para presenciar eso con la mayor de las incredulidades, porque ni él hubiese podido escribir semejante cosa, y hubiese logrado más de una novela más que exquisita por:  
1.   Lectora autodidacta
2.   Casada a los 17 años sin el consentimiento de sus padres con el hijo de un enemigo familiar
3.       A los 21, ya tenía dos hijas: Elisa y Silvia, y piensa tener la vida completa
4.   A los 23, es acusada de adulterio e internada en un convento para curar su inmoralidad
5.   De ese lugar escapa a los 24, huye a Buenos Aires con ayuda del poeta Vicente Huidobro
6.   Entre los 25 y 27 publica cuatro libros de poesía y uno de cuentos
7.   Adicta a los 28 a los somníferos y al opio, se suicida en Paris, con VERONAL

Ahora a lo principal: Nacida como la segunda hija de Federico Guillermo Wilms Montt y Brieba, (1867-1943), supuesto descendiente de la realeza prusiana, y Luz Victoria Montt Montt, (1870-1917), emparentada con cuatro presidentes de la República, se crio en medio en una familia que era una especie de Capuletto, ¿o eran los Montesco?, en fin, un grupo de gente producen desconfianza por su rareza atípica.
El caso es que en aquel palacete, seis hermanas que auténticas muñequitas de salón y de vestir, que pasaban el tiempo aprendiendo la forma correcta de vestir, y peinarse para tener marido, una tropa de institutrices, cocineros, matronas y choferes, un padre que al no tener un hijo varón la llamaba SU TERESO pero la trataba con la misma frialdad que a todos los demás, una madre que la golpeaba si la veía siquiera cerca de un libro en lugar de un piano o cosas de mujeres, una abuela maniática, ella era bicho raro: aprendió a leer sola, y pese a ser es golpeada y castigada por el ¡No quiero que leas!, las mujeres no necesitan eso...le decía su madre mientras quemaba frente a ella los libros que escondía, ella leía a Flaubert, Baudelaire o Verlaine. Muy pronto comenzó a pensar en el sbeldeuicidio, y a escribir sobre el tema porque pensaba que en mi existen dos seres, eso solo yo lo sé…Para vivir en este mundo, conviene mostrar solo el que me conocen hasta que logre escapar… sin embargo, prisionera de un sistema sexista, no podía evitar esa rebeldía que prontamente se manifestaría sin control alguno, para muestra un relajo: su matrimonio a los 17 años con Gustavo Balmaceda.
Para mí, y es criterio personal, entre ellos, nunca hubo amor sino una fina forma fuga mutua de sus hogares; un encuentro de eventos temporalmente ajustados, uno al otro, que en algún momento tendrían que explotar: en algunas cosas las historias de SUS VIDAS se parecen: ocho años mayor, hijo de una familia aristocrática, bicho raro también porque al quedar huérfano de madre cuando está murió dándolo a luz fue menospreciado por su padre por ese hecho. Rebelde, y amansado que le llaman, incomprendido y rechazado por su madrastra al cumplir los 6 años fue internado en un colegio de curas, sobrino y admirador de un presidente suicida (José Manuel Balmaceda), consanguíneo de diputados, políticos, diplomáticos, fanático de la ópera, lector tardío, celoso de los logros ajenos, impulsivo, visto por su familia como un inepto por su incapacidad de conseguir algo más que ser un empleo administrativo público, y encima autor-protagonista de la novela Desde lo alto, en las que narra incluso quien era él en realidad, ese matrimonio estaba destinado al fracaso…
 Ellos se conocían de antes, pero fue la noche de Año Nuevo de 1,911, cuando ambos matrimonios fueron invitados a una cena en el Club Santiago, y cuando los ánimos están encendidos Teresa, aprovechando lo que si le era permitido, decide cantar una romanza de Puccini al piano: aplausos, piropos para la reina de la noche… Al rato, los muchachos hablan como si se conocieran de toda la vida. Conscientes de su pertenencia a una misma casta, y de las barreras familiares que tendrían que sortear: los Montesco y los Capuletto siempre han existido: para los Balmaceda-Valdés la muchachita esa, es hija de un extranjero arribista, por más que la madre sea sobrina del mismísimo presidente de la República. Y para los Wilms-Montt este tipo era un simple funcionario público; sobrino, para más remate, de un hombre suicida. Pero los enamorados se rebelan y se casan el 12 de diciembre de 1910, en Viña del Mar. A la ceremonia asisten solo los parientes del novio. Advertida fue de que una vez casada con ese, ya no sería bienvenida nunca más en la casa familiar.
Al regreso de Santiago tras la luna de miel, lentamente el encanto se desvanece: la desenvoltura social de Teresa, por su facilidad de cantar, bailar, recitar, choca con los celos de Gustavo, y debe entenderse que no eran celos solo por la belleza física de su esposa, sino a lo que ella era capaz de lograr para superarlo: el mismo día en que se instaló en su nuevo hogar, bajo la mirada de mamá Rosa, (porque él se llevó a su nana con él), quemó hilos, ovillos y agujas del mismo modo que antes quemaban sus libros y compró bibliotecas que, ahora con más libertad movieron en ella un pensamiento claro y revolucionario, iba escalando en la acción literaria mucho más que él que, y tal como la madre de ella, le prohíbe la lectura de ciertos libros, y hasta destruye gran parte de sus escritos.

Gresca y al día siguiente, ella giraba una nueva orden de compra por más. Sin embargo, permanecen un tiempo más juntos, envueltos entre el fuego y la ira de los celos, que ni el nacimiento de sus hijas apacigua. Pensando que el sueldo que recibe como empleado del Servicio de Impuestos del Estado era insuficiente, para llevar el estilo de vida que le permitiera quitarle estímulos sociales a su mujer para domesticarla, pide traslado a alguna ciudad más llevadera. El remedio resultó ser peor que la enfermedad, porque en Iquique, a 1800kms al norte de Santiago, no altera la rutina de la que ya se había asumido escritora, por el contrario, con diecinueve años, dos hijas, cree tener el equilibrio perfecto; además como siempre ocurría a todos los lugares que llegaban ella llamaba la atención, es la estrella de las tertulias y las reuniones sociales iquiqueñas, y cómo no: vivían en un hotel de mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeados de toda clase de hombres extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas, etc. Así que la noche era para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir, sobre todo porque era la única de sexo femenino en aquellas reuniones. Aprendió a beber, a fumar cigarrillos, retroalimentaba ideas anarquistas y hablaba con el mayor desparpajo de la religión, y participaba de las ideas de la masonería, por lo que él volvió a hacer una hoguera para destruir hasta su ropa y escritos… Respuesta: severamente arrepentida, aunque las ama, de haber tenido dos hijas con él, que poco a poco, formula la idea de que le era infiel con Vicente Balmaceda Zañartu, su primo, empieza a cambiar las estructuras de la vida familiar. Desde lo alto, el libro que publicó en 1,917 Balmaceda, muestra que esa historia de los celos con el primo, fue sin duda, un plan medido y creado para hacerse ver como un hombre rabioso, y deshonrado para convocar de urgencia al tribunal familiar que entonces se estilaba en Chile y encerrar a la esposa adúltera y, mediante una reunión secreta con su suegro expone todos los inconvenientes. Guillermo Wilms, que hace rato ha olvidado a mi Tereso, apenas escucha: No me ofrece ya garantía alguna de fidelidad…La respuesta del patriarca Wilms es redonda:...Bótela usted a la calle si no puede hacer otra cosa, ya veremos nosotros qué hacemos. Él no la bota a la calle, pero… se lanza a la política y requiere del poder económico de su primo podía promover. Hay que decir que hasta entonces, no había pasado de unas miradas y sonrisas con Vicente, pero estaba harta de su esposo... Y lo que pasó bien que fue su culpa...

 Si alguien en verdad, se había asomado a sus dos personalidades, ese era Vicente Balmaceda Zañartu, VICHO, o TEJITA, como era apodado por ella, uno de los últimos feudales y oligarca chilenos, un rajadiablos, formidable cazador, admirado por hombres y mujeres, que se farreó varias herencias (y murió cuarenta y seis días antes que Teresa en estado de total degradación por haber injerido un medicamento en mal estado para curarse la sífilis, también en Paris); del que dicen los cercanos, que fue el mismo Balmaceda Zañartu, quien le descubrió a Balmaceda Valdez la relación existente entre ellos, ante la propuesta de él de asumir una vida en común en lugar de huir juntos para dedicarse al teatro en el extranjero, como ella decía:...pese a quien soy Yo quiero que tu amor sea tu orgullo y no tu mancha y tu deshonra, le dijo. Ella nunca le perdonaría ese hecho, y pese a que él la siguió por distintas partes y probablemente asumía sus cuentas, la relación entre ellos se enfrió. 
 No se sabe en qué condiciones ella fue enviada de vuelta a Santiago, pero a casa de sus padres efectivamente nunca volvió a entrar: en octubre de 1,915 los encargados del Convento de la Preciosa Sangre la esperaban para recluirla como a toda mujer de la época que no encajaba en los cánones morales, en la sección moral (destinado a curar a putas y lesbianas de su enfermedad mental) por un tiempo indeterminado. Me suicido…, pero eso no le valió de nada para evitar la reclusión. Cuatro meses después, tras intentar el divorcio y la patria potestad de las hijas, borrada hasta del acta de nacimiento de sus hijas, prohibición de ver cualquier tipo de familia, y en especial a sus hijas por quienes penaba y moría, intentó un segundo y tercer intento fallido de muerte. 
Con ayuda de su amigo de la infancia, Vicente Huidobro, de quien se decía que también era su amante, cosa  que no, vestida de viuda toman el tren en la estación Mapocho y desembarcan en Retiro, Buenos Aires, nunca más pisará tierra chilena.
Durante su tiempo en Buenos Aires, entre el desarrollo de la ciudad a lo que es hoy, se hace cercana a Victoria Ocampo, y Jorge Luis Borges entre otros, y un año después inauguró su carrera literaria publicando Inquietudes sentimentales y en primavera Los tres cantos, ambos libros firmados como Thérèse Wilms Montt, y con una crítica bastante más que buena. Todo iba maravillosamente bien hasta que uno de sus lectores y admiradores más apasionados, amante ocasional, Horacio Ramos Mejía, poeta argentino que apenas llegaba a los veinte años, hijo de familia aristocrática: muere por esta chilena que una vez más rehúsa el compromiso. Lo apoda Anuarí, que sin entender las razones del rechazo, se suicida frente a Teresa cortándose las venas tan profundamente que ella no puede hacer más que verlo morir en sus brazos, desangrado. Sin poder soportar los recuerdos se va a España, y al año siguiente, poco antes del inicio de la Primera Guerra mundial, a bordo del VESTRIS con destino a Nueva York intenta llegar a los Estados Unidos, pero
No me dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves sospechas de espionaje al servicio alemán, a causa de la primera letra de mi apellido…
De vuelta a España, entre  tertulias y cafés literarios, la noche vuelve a ser para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir, se reencuentra con Vicente Huidobro y hace amistad con Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Benavente y Ramón del Valle-Inclán. En mayo de 1918 publica En la quietud del mármol, su tercer libro, con un prólogo de Enrique Gómez Carrillo. Y pocos meses más tarde viene Anuarí, prologado por Valle-Inclán. En 1919 Wilms Montt vuelve a Argentina para publicar su quinto y último libro, Cuentos para los hombres que son todavía niños. Es un volumen de relatos que firma como Teresa de la †, quizás haciéndose cargo de una cruz imaginaria. Fue cuando Rosa Montes, la nana de Iquique, le hace saber que José Ramón Balmaceda, el padre de su todavía esposo, para quien aún trabaja, asumió una misión diplomática y se trasladará a Francia con toda la familia que incluía a Elisa y Sylvia, sus hijas. Sin dudarlo, arma el baúl y toma el tren a París. Después de varias gestiones diplomáticas, las visitas son oficializadas y Teresa puede ver a sus hijas jueves y domingos, sin supervisión, por todo un año con la ilusión de que saldrá el divorcio y se irá con las niñas y la mama Rosa, a Suiza, a empezar de nuevo. En octubre de 1,921 la familia Balmaceda regresa a Chile y Teresa pierde a sus hijas, por segunda vez y para siempre. A Chile no puede volver a no ser que quiera la cárcel por fugitiva de la Santa Sangre, por lo que cae en depresión, y desde mediados de noviembre deja de escribir y se dedica a tomar, fumar, consumir opio, morfina y otros sedantes para disfrazar la tristeza, que ella dice es dolor de cabeza crónico…Al no verla por algunos días, la portera del edificio la encuentra inconsciente en la cama, y la lleva de urgencia al hospital Laennec de la calle Sèvres. Nada se puede hacer y por dos días agoniza en la sala 18 del sanatorio, hasta que el sábado 24 de diciembre deja de respirar… Sus restos están en Paris
Obras
·         Inquietudes sentimentales, Buenos Aires, 1917.
·         Los tres cantos, Buenos Aires, 1917.
·         En la quietud del mármol, Casa Ed. Blanco, Madrid, 1918.
·         Anuarí, Casa Ed. Blanco, Madrid, 1919.
·         Cuentos para hombres que son todavía niños, Buenos Aires, Argentina, 1919.
·         Lo que no se ha dicho, antología, Editorial Nascimiento, Santiago de Chile, 1922.
·         Obras completas, compilada por Ruth González-Vergara, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1994.
Para La Coleccionista de espejos: Dell

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