Sor Teresa Juliana de Santo Domingo
El 6 de diciembre de 1,748 moría en un convento de Salamanca, España, una monja cuya muerte no solo no levantó ronchas, porque se decidió enterrarla junto a las monjas blancas, sino que no fue celebrada con ninguna pompa especial; pese a que profesado la misma fe y devoción de todas las demás, que pese a que era libre, durante casi toda su vida conventual fue relegada al último lugar, tratada como esclava de la casa, al servicio de otras monjas, a trabajar en la cocina, a curar a enferma/os apestosa/os, o a jóvenes endemoniadas, porque ESO estaba bien por su color de piel pero por la misma razón NO QUERÍAN QUE FUESE ENTERRADA ENTRE ELLAS; mucho menos fue reconocida como la primera escritora afro del mundo latino. A su muerte, prácticamente se convocó a concilio papal, para saber que hacer con sus restos...
El 6 de diciembre de 1,748 moría en un convento de Salamanca, España, una monja cuya muerte no solo no levantó ronchas, porque se decidió enterrarla junto a las monjas blancas, sino que no fue celebrada con ninguna pompa especial; pese a que profesado la misma fe y devoción de todas las demás, que pese a que era libre, durante casi toda su vida conventual fue relegada al último lugar, tratada como esclava de la casa, al servicio de otras monjas, a trabajar en la cocina, a curar a enferma/os apestosa/os, o a jóvenes endemoniadas, porque ESO estaba bien por su color de piel pero por la misma razón NO QUERÍAN QUE FUESE ENTERRADA ENTRE ELLAS; mucho menos fue reconocida como la primera escritora afro del mundo latino. A su muerte, prácticamente se convocó a concilio papal, para saber que hacer con sus restos...
Y mientras estos
ocurría los aldeanos irrumpieron en el monasterio en busca de la celda de la
que ellos llamaban La Negrita de la Penitencia, la que ellos sabían curaba
enfermos insalvables, pero sobre todo a la que atribuían la salvación de la
aldea porque mientras recogía muertos y heridos durante la Guerra de principios de
aquel siglo contra los portugueses, su sombra y ella misma
levitaron de tal forma que cubrió el convento y sus alrededores, haciendo que las
bombas cayeran involutas a sus pies…
A
palazos hubo que ahuyentar la turba que peleaba con luchas intestinales por los
maderos y clavos de su cama (y ella estaba en ella), desprendían los ladrillos
de su celda, cada cuenca de su rosario, lo mismo que su velo, fue rasgados por
manos avariciosas, sus papeles y sus estampas devotas quedaron
dispersos, algunos perdidos para siempre, pues todo lo que había estado en su contacto
físico con su cuerpo tenía ahora inmenso valor de sanación…
Este, un extracto de la hagiografía que en su
momento hizo su confesor Carlos Manuel de Pan/i/agua, sobre la vida
y virtudes portentosas de la primera religiosa negra admitida en un convento de clausura español y la
primera escritora afro hispánica en lengua castellana, cuya leyenda le atribuye
milagros y experiencias místicas, hasta el punto de ser la primera mujer negra
española envuelta en un proceso de beatificación desde su muerte a la fecha.
Su nombre real era CHICABÁ, Teresa
Mancera, el de bautizo cristiano, o Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, llegada a España como esclava en 1689, aproximadamente, hija menor de los Reyes
de Mina Baja del Oro, lo que hoy son los estados de Togo, Gana, Benín y
Nigeria; a la edad de nueve, 10 años.
Sabemos por los fragmentos de su memoria que estando cerca algo que ella llamaría después como biblioteca, (¿Seria la de Alejandría?), gustaba de escapar para dedicarse a la meditación y lectura de aquellos libros desde pequeña, lo que a la postre le traería problemas.
Sabemos por los fragmentos de su memoria que estando cerca algo que ella llamaría después como biblioteca, (¿Seria la de Alejandría?), gustaba de escapar para dedicarse a la meditación y lectura de aquellos libros desde pequeña, lo que a la postre le traería problemas.
Esta
mujer fue poeta dentro de la tradición literaria conventual.
También fue profeta, mística, obradora de milagrosas curas, pero sobretodo, aprovechándose de los ideológicos de la España de finales del siglo XVII; luchadora por su libertad e independencia tanto propia como la de otras mujeres dentro de una sociedad que se los negaba todo a las mujeres, especialmente a las que no pertenecían al grupo hegemónico.
También fue profeta, mística, obradora de milagrosas curas, pero sobretodo, aprovechándose de los ideológicos de la España de finales del siglo XVII; luchadora por su libertad e independencia tanto propia como la de otras mujeres dentro de una sociedad que se los negaba todo a las mujeres, especialmente a las que no pertenecían al grupo hegemónico.
Su
historia en el mundo español comienza con su secuestro de la Costa de Oro, por al parecer un tío y
un hermano, por temor a que heredara el trono por el gran amor que su pueblo
sentía por ella; y es que desde pequeña, siendo su pueblo adorador del sol, dio
muestras de una inteligencia sobre natural, y después de que uno de sus
hermanos la llevó a ese rito y se lo señaló al amanecer, diciendo:-¿Ves allí el
dios por quien preguntas y a quien toda esta tierra reverencia?...-¿Y quién
puso allí esa estrella? ¡Qué pequeña es para ser autora de ese conocimiento!...
esa respuesta se difundió entre los suyos, quienes deslumbrados por su
prematura sabiduría, empezaron a considerarla una especie de oráculo divino, a consultarle
cosas y pedirle sanaciones. Chikabá, sin embargo, seguía escapándose para
meditar en solitario sobre todas estas cosas y orar a su modo a aquel Dios que aún desconocía, momento
que utilizado para su secuestro. Sin embargo, ella sabía que eso pasaría: unas
semanas antes, en uno de sus paseos, cerca de un manantial, al levantar los
ojos, vio ante sí una Señora blanca
y hermosa que llevaba en brazos un Niño blanco que sujetaba en sus
manos una cinta larga que acariciaba su la cabeza. Aquella visión la marcó para siempre, y poco
antes del secuestro, cuando su hermano mayor le expresó su temor de que ella, y
no él, heredase la corona, ella le tranquilizó con esta frase que habría de
repetir más veces en su vida: -Sábete que
yo no me he de casar en esta tierra con hombre alguno, sino con un Niño muy blanco que me espera en
otro continente…, dos días
después, misteriosamente fue capturada para ser vendida como esclava, pero sus
captores comprendieron, por su atuendo y joyas, poco comunes, que se trataba de
alguien de relevancia entre los suyos, por lo que decidieron entregársela a Carlos II, quien no podía creer que en
solo cuatro meses de viaje, antes de llegar a España, el barco atracó en Santo
Tomé, y Chikabá que ya hablaba bien español, y fue bautizada por su voluntad
con el nombre de Teresa, e iniciada en las primeras nociones de la fe cristiana
como forma de consolación del dolor por la separación de los suyos, que intuía
definitiva, que se la entregó al marqués de Mancera, la
segunda generación que vivía en España y no en México, con una hacienda
personal, en joyas y oro que superaba los tres millones de ducados, para su custodia y educación.
Aprovechó tanto
la formación que recibía, que de primera entrada curó a una hija, o pariente
con secuelas profundas por la viruela de los Mancera, que era considerada por
todos como el deshecho que nunca se casaría, así que muy pronto la marquesa
abandonó todas sus diversiones y pasatiempos para convertirse en discípula
de la niña, con quien pasaba horas ante el Santísimo hablando de Dios. Esa
preferencia le granjeó la envidia de la servidumbre, y con ello sus desprecios,
insultos e incluso golpes. Gran promotora del trabajo de las mujeres, al
intervenir contra el mayordomo principal del palacio en defensa de una joven a
su cargo, recibió un golpe que le produjo molestias el resto de su vida.
Activa, en labores literarios, se sabe que escribió
y mucho, pero gran parte de su trabajo desapareció en manos de Torquemada, que
por referencia de Calderón de la Barca, al decir que además de mujer era negra,
que capacidad literaria podía tener, la obligaron a quemar, por amor a los
marqueses, lo hecho hasta el momento, así como una generosa dispensa económica por
perturbar la vida social del momento. Otra parte fue robada por la hija del gobernador
quien
aducía sentirse menoscaba por el éxito literario y social que tenía Chicabá, y
que incluso contrató a una esclava turca, para asesinarla de una puñalada.
Al arrepentirse de último momento, y echarse para atrás la mahometana se envenenó
antes de confesar sus motivaciones: moribunda durante meses, por negarse convertirse
fue la misma Teresa quien logró convencerla de tomar el bautismo.
Pocos
años antes de cumplir los 22 años, un
negro también de noble origen, llamado Juan Francisco, en busca de su
sobrina perdida, fue capturado por los franceses y entregado a Luis XIV, y llegó
a la corte de Carlos II tras ser liberado por el Rey Sol, buscando a su sobrina
que había sido raptada unos años antes. Al enterarse de que una niña negra
estaba con los marqueses de Mancera, quiso conocerla y resultó ser lo que
buscaba: Teresa supo así que sus de padres y hermanos habían muerto con el
bautismo cristiano que los franciscanos le dieron, pero que había luchas por el
trono vacío, y que ella debía casarse con él antes de volver para reclamar su
trono.−Y yo soy estúpida y olvidadiza, o
una mujer que se deja gobernar por hombres ajenos a mi voluntad? Recordad que siempre
os dije que estaba prometida a un marido blanco que no me ha reclamado aún, y
fuisteis vosotros quienes me mandaron aquí. Prefiero un convento a volver…
Su tío intentó un nuevo secuestro, pero la tierra se abrió, literal, en dos ocasiones y en una de ellas, una esclava que era idéntica a Chicabá, marchó con él. Poco después, los marqueses escucharon su deseo de ingresar en un convento de monjas contemplativas. Aquí comenzó otra historia de sufrimientos, en la que Diego Gamarra, noble caballero quien terminó casado con la hija que había sido curada por Teresa, fue encargado de buscar monasterio en Madrid, para que estuviese cerca de ellos, pero su color de piel fue el obstáculo mayor: ni con elevadas recomendaciones de los marqueses, la querían. Cuentan las Actas del Capítulo Provincial de Dominicos celebrado en Toro en 1749, donde se trató su caso, que Santo Domingo la recibiría pero eso requirió de casi toda la heredad que la acompañó desde el inicio. Fue finalmente admitida en el Convento de la Penitencia, en 1703. Sin embargo, Francisco Calderón de la Barca (pariente del dramaturgo con quien tuvo roces anteriormente), Obispo de Salamanca, tenía reservada para Chikaba una prueba más: prohibió que ingresase como novicia, sino sólo como terciaria y sirvienta, lo cual no le permitiría hacer vida con las otras monjas. Teresa recibió el golpe con espíritu de obediencia, y enseguida destacó por su bondad y caridad con todas las hermanas, incluso con aquellas que la trataban mal. Otras, sin embargo, como Sor María Teresa de San Jacinto, le enseñaron a rezar el oficio divino según el rito dominico, y eso a la postre sería providencial. El obispo, una vez descubierta la santidad de aquella terciaria, no sólo rectificó y permitió que fuese novicia sino que adelantó su profesión, tras ocho meses de estancia en el monasterio, el 29 de junio de 1704, se convirtió en Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, y el mismo obispo quiso presidir su profesión solemne, le impone el velo blanco. El día de su matrimonio con el Niño Blanco que conoció cuando tenía nueve, tuvo una visión en la cual el mismo Santo Domingo, una de las veces que le vio en su vida, le tomó los votos.
A partir de ahí fue llamada La Negrita de la Penitencia, quienes sabían su espíritu de renuncia a todo por su Esposo, y empieza aquí la indudable historia de una santa, en la que son conocidas sus penitencias y ayunos, y un padecimiento que para ella era aún mayor: atender en el locutorio a las decenas de personas que, conocedoras de su santidad, empezaron a acudir a pedirle consejo, aun viniendo de lejos. Y no sólo se le atribuyeron diversas curaciones milagrosas, sino también el que Salamanca se viese libre de bombardeos y saqueos durante la guerra con Portugal de 1706.
Su tío intentó un nuevo secuestro, pero la tierra se abrió, literal, en dos ocasiones y en una de ellas, una esclava que era idéntica a Chicabá, marchó con él. Poco después, los marqueses escucharon su deseo de ingresar en un convento de monjas contemplativas. Aquí comenzó otra historia de sufrimientos, en la que Diego Gamarra, noble caballero quien terminó casado con la hija que había sido curada por Teresa, fue encargado de buscar monasterio en Madrid, para que estuviese cerca de ellos, pero su color de piel fue el obstáculo mayor: ni con elevadas recomendaciones de los marqueses, la querían. Cuentan las Actas del Capítulo Provincial de Dominicos celebrado en Toro en 1749, donde se trató su caso, que Santo Domingo la recibiría pero eso requirió de casi toda la heredad que la acompañó desde el inicio. Fue finalmente admitida en el Convento de la Penitencia, en 1703. Sin embargo, Francisco Calderón de la Barca (pariente del dramaturgo con quien tuvo roces anteriormente), Obispo de Salamanca, tenía reservada para Chikaba una prueba más: prohibió que ingresase como novicia, sino sólo como terciaria y sirvienta, lo cual no le permitiría hacer vida con las otras monjas. Teresa recibió el golpe con espíritu de obediencia, y enseguida destacó por su bondad y caridad con todas las hermanas, incluso con aquellas que la trataban mal. Otras, sin embargo, como Sor María Teresa de San Jacinto, le enseñaron a rezar el oficio divino según el rito dominico, y eso a la postre sería providencial. El obispo, una vez descubierta la santidad de aquella terciaria, no sólo rectificó y permitió que fuese novicia sino que adelantó su profesión, tras ocho meses de estancia en el monasterio, el 29 de junio de 1704, se convirtió en Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, y el mismo obispo quiso presidir su profesión solemne, le impone el velo blanco. El día de su matrimonio con el Niño Blanco que conoció cuando tenía nueve, tuvo una visión en la cual el mismo Santo Domingo, una de las veces que le vio en su vida, le tomó los votos.
A partir de ahí fue llamada La Negrita de la Penitencia, quienes sabían su espíritu de renuncia a todo por su Esposo, y empieza aquí la indudable historia de una santa, en la que son conocidas sus penitencias y ayunos, y un padecimiento que para ella era aún mayor: atender en el locutorio a las decenas de personas que, conocedoras de su santidad, empezaron a acudir a pedirle consejo, aun viniendo de lejos. Y no sólo se le atribuyeron diversas curaciones milagrosas, sino también el que Salamanca se viese libre de bombardeos y saqueos durante la guerra con Portugal de 1706.
Sin embargo, dentro de los muros del convento
(hoy desaparecido tras ser destruido por los franceses en 1810) algunas de sus
hermanas continuaron hasta el final
menospreciándola y humillándola. Sor
Teresa Juliana de Santo Domingo murió el 6 de diciembre de 1748 habiendo vivido setenta y dos años sin
mancha de pecado mortal, según declara el citado Capítulo de Toro. El padre
Paniagua relata un prodigio que sucedió en ese momento, y que asombró al doctor
que la atendía, testigo presencial: una
breve transfiguración que convirtió en luminosamente blanco su rostro negro,
como si Dios, sugiere la Madre Teresa hubiese querido hablar muy claro a todos
aquellos que la habían despreciado por su oscuro color, reflejando en su carne
marchita la limpidez y blancura del alma que habían albergado. Sus restos, al parecer incorruptos, se
conservan en el convento de
Dominicas Dueñas de Salamanca (situado enfrente de la iglesia de San
Esteban), a donde fueron trasladados tras la destrucción por los soldados napoleónicos
del convento de la Penitencia.
En 1961 se colocaron en un nicho abierto en el
muro del claustro de enterramientos, cubierto con una lápida de mármol negro. Allí
esperan cualquier decisión de la Iglesia respecto a la proclamación de una
santidad de la cual no hubo en su tiempo duda alguna, pero que más de
quinientos años después, se sigue esperando…
Para La coleccionista de Espejos:
Dlia McDonald Woolery
Dlia McDonald Woolery
Datos e información tomado de distintas fuentes en internet,
en base a Copyright Baltasar Fra Molinero, 1999
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