viernes, 21 de abril de 2017

Conjuro para que no duela el corazón

 

A Don Chico, mamá, Sandra y a mis Mario's…

A veces olvidamos decir las cosas porque simplemente pensamos que siempre van a estar ahí; por eso nuestros muertos se convierten en nuestros amigos, y en un eterno:

I
Ya no podré decirles que de noche, a veces, lloro por ustedes ni que de día me falta el sueño y me sobra el aire; ni que es tan inmensa y gris esta soledad, la mía, la que llora, única y eterna, siempre traqueando al subir la vieja escalera de mis lagrimas que desde hace mucho no cesan…

II
No les podré contar nunca más, de lo que corre entre mis dedos. De la larga procesión de hormigas abollando mis costados. Que asediada por quienes siempre sabrán, los que siempre me acusan y esconden la mano, aúllo a este espejo de llamas para ocultar mi inocencia ante la incomprensión, ni tampoco decirles que el ultimo día que hablamos es el mismo que me despierta todos los días; ni que ya no soy la misma, ya no, ahora me oculta tras dudas ajenas. Ni que escribir, ESO, que antes amaba tanto se me ha vuelto una cocina desconocida donde las cebollas son cáscaras, agrias, sin otro uso que el dulce silbido del miedo, dolor, a la soledad sin ustedes, resbalando gota a gota por mi estomago, porque eterna y constante, al oído, un susurro, la muerte me habla cada día con un pan nuestro que me obliga a seguir aunque no quiera

III


No podré contarles ya nunca más que ahora miro la luna, redonda y vacía, siempre en fuga tras los charcos que no volveremos a saltar para contar estrellas, ni que me parecen hermosos los muertos ajenos, aunque odie los propios porque me enseñaron el camino de la ausencia a punta de olvidos, pero igual, la muerte es tan bella como una canción de cuna, en brazos del amado

IV

No podré decir que tenían razón, lo demás hacen de nosotros lo que permitimos y no importa lo que hagamos, siempre tendrán razón para ser incomprendidos; ustedes saben que nunca me sentí apta para la sobrevivencia, y sin embargo, cada que late el corazón los extraño más…


V

No podré decirles que me falta su mirada, que nunca volveré a ver porque se me olvidó como era escucharlos reír entre tantas cosas que deja una perdida con los años, ni que es oscura la noche del bosque de la vida, y que voy por ahí sin dejar más huella sobre mi piel que la piel del recuerdo.
Los extraño tanto...

VI
No les podré contar que no es solo amanecer, más que allá, mucho más allá de lo cabe en la mirada hay algo que me punza con solo imaginar que estaban ahí, de la mano, en ese otro mundo que llamamos ultimo adiós pero que es un siempre estar aquí, que anhelo tanto que estuvieran solo porque me hacen falta, aunque ahora tengo un cierre que me sostiene, que me escuchen...

VII


No podré decirles que sus casas se despintaron con los días, ni que me visita un gato que creo les pertenece aunque sea distinto en cada cuadra; ni que no siento lo mismo cuando paso al frente de esas cuatro paredes que dejaron: las casas igual que las personas pierden su identidad al morir quién les ponía agua en los floreros de la mirada.

VIII 

No podré decir que el cementerio tiene ventanas donde personas ajenas me dicen que también los visite, porque igual están solos de soledad propia, como tampoco puedo, no podré, no puedo contarles que este silencio es tan inmenso que solo puedo pensar, ¿Cuándo (los) volveré a ver, verlos?¿Cuándo?

Dlia Adassa Mc Donald Woolery

Del portal de la memoria y muchas cosas más...

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