miércoles, 2 de septiembre de 2015

A propósito del Teatro Costarricense...


LA CASTRACIÓN DE LO LATINOAMERICANO EN EL TEATRO COSTARRICENSE.
     
El teatro costarricense de la década de los 80´s fue sumamente contestatario. Tanto, que hizo salir a las autoridades estatales a censurar ciertos espectáculos y rechazar propuestas de ese tipo. Para muestra, unos botones: el cierre del Teatro al Aire Libre del Museo Nacional, por uno de las mentes más retrógradas en cuanto a visión teatral se refiere: el ministro Guido Sáenz. Y el rechazo al montaje de textos “comprometedores” que, seguro, de gaveta en gaveta, fueron a dar a la basura. Me refiero a textos como: “Sacco y Vancetti” (de Mauricio Kartun, propuesta por la entonces directora María Bonilla, y rechazada por la Junta Directiva de la Compañía Nacional de Teatro)  “Con alfiler en las alas” de Melvin Méndez, “Granada Real” de Miguel Rojas, “Camarada Chaves” de un servidor…y otras tantas que fueron condenadas al exilio del olvido.

Pero se hacía necesario ocupar a las mentes teatrales inquietas en algo “desafiante” pero alejado de las propuestas latinoamericanas de la Creación Colectiva Colombiana, el socio drama argentino, los grupos denunciantes mexicanos, entre tantos otros.

Este gran distractor fue el postmodernismo: un mamotreto de intríngulis intelectualoides cuyos benefactores, padrinos y madrinas, presentaron como la última chupada de mango traída directamente de las Europas. Y no discuto que en Europa este movimiento haya sido coherente con su cultura nihilista; pero un implante abrupto en nuestras tierras, nuestra realidad y nuestra cultura, sólo ha dejado un divorcio entre las sepetecientas cincuenta mil terminologías semiótico-teatrales y el contexto social en el que nos corresponde vivir y crear a los latinoamericanos.

Y es que, como dice Elsa Pesce: El posmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden modificarse de un instante a otro.” (Pesce Elsa. “Taller de Reflexión Artística III” 2014.)

¡ESO ES EXACTAMENTE LO QUE ES! Una planta cuyas raíces no son de estas tierras, por lo tanto, uno de los mejores engaños que he visto en mi vida: los jóvenes teatreros hacen ahora montajes (en honor a este bodrio al que llamaron postmodernismo) pero se satisfacen con haber barajado, al menos, unos cincuenta términos semiótico-teatral-posmodernista, sin que el contexto les valga un pepino.

   Y es que, para esa época (los 80 y parte de los noventa) los dramaturgos y los grupos teatrales independientes, investigábamos en busca de una identidad teatral. Investigábamos más allá de lo poquito que sabemos de la verdadera historia de América Latina. Investigábamos leyendas y tradiciones. En mi caso, subí un par de veces a Talamanca y viajé a Boruca a ver “La Fiesta de los Diablitos” que, aunque muy modificada para recaudar fondos y hacer actividad para turistas) mantiene el aire y el espíritu de la expresión autóctona.

Pero, quienes promovieron la inserción en nuestro medio del postmodernismo, sabían que iba a ser muy atractivo para los jóvenes ávidos de “moda y novedad”   Al fin y al cabo, esa es la educación que les dio nuestra cultura  neo-intelectualoide: estar a la moda de las tendencias “desarrolladas” y olvidarse de las poladas de estas tierras.

Dirigiendo un montaje teatral sobre “Bullying” para girar a colegios, me decía una de las jóvenes actrices: “¡Es que es lo mismo de siempre. NO se hace nada nuevo!” No se refería a nuevos contenidos o enfoques novedosos, se refería a “las cabriolas posmodernas” que ponen todo revuelto para que sea más “cute”.


Extraño el teatro de Federico García Lorca, de Osvaldo Dragún, de Augusto Boal…, no para que se sigan haciendo como siempre se ha hecho. Como este es un verdadero teatro, de verdadero cuestionamiento de su contexto socio-político, usted puede poner, si quiere, a los actores de cabeza…y siempre abrirán decenas de nuevas ventanas en la mente de los espectadores y espectadoras.

Es cierto: en muchos lugares durante muchas épocas se han instalado en el trono del teatro, usurpadores que hablan un lenguaje intelectualoide que asombra a los ingenuos, “divinas palabras”, como diría don Ramóm María del Valle Inclán,… ¡¡pero de ideas muertas!!

 
Para La Coleccionista de Espejos:
                           Víctor Valdelomar Mora.

San José  1°-09-2015

 Imágenes con propósitos ilustrativas, tomadas de internet.

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