viernes, 17 de julio de 2015

Con Palabra de Mujer...


Katherine Anne Porter, 15 de mayo de 1890- 18 de setiembre 1980

 Del mismo modo que es curiosa la inversión de los años de nacimiento y muerte de esta autora, es igualmente increíble la vida de la que es considerada una de las escritoras más importantes del Sur estadounidense, yo tengo la impresión de que a esta mujer la he visto de cuerpo presente, y no es necesariamente en la televisión.

Contemporánea de Eudora Welty, Carson Mc Callers, y Willa Carter entre otras que, de distintos modos formaron parte de la GENERACIÓN PERDIDA; quien la mirase, y lo digo por las fotos que se tienen de ella no vería nada particular, simplemente una mujer bajita, con unos ojos verdes profundos y penetrantes, que pese a ser enemiga de los trucos publicitarios, consiguió ser una de las novelistas más leídas de su patria, por ende, influyó en autores más jóvenes debido a un estilo objetivo, cuidadoso, capaz de atinar con las expresiones irremplazables.

Nació en Indian Creek, Texas, y pese a que fue educada en casa por sus padres que eran bastante más que inteligentes, que para su fortuna no fueron intelectuales, sino extremadamente inteligentes, cultos y amantes de la lectura, poseedores de una buena biblioteca, que escuchaban música clásica; quienes pensaban que la sabiduría del mundo llegaba por medio de las artes; según sus propias palabras, que hasta los ocho años tuvo maestro en mi casa. Luego pasó por escuelas privadas y a conventos en el sur de los Estados Unidos, y Nunca asistió a la universidad hasta que me presentó como maestra; y comenzó a estudiar una carrera. Por eso pensaba y mantuvo firmemente la creencia de que a veces suele confundirse a un intelectual con un artista, pero el artista no necesita ser intelectual…

La educación tardía que recibió, la convirtieron en periodista, escritora de novelas, cuentos, ensayista y activista norteamericana, ganadora del Premio Pulitzer; ganadora del National BooK Award, 1966 por The Collected Stories, y nominada en tres ocasiones al Premio Nobel.

Con la mayoría de edad vivió por algún tiempo, de 1921 al 27, en Nueva York. Durante ese tiempo pasó también temporadas en Europa y en México, país que le interesó hasta el punto de prestarle atmósfera a varias narraciones e inspirarle un estudio sobre las artesanías. Por entonces, Katherine tradujo textos escritos originalmente en español y francés y trabajó como reportera en diversos periódicos. A partir de 1924, publicó sus primeros cuentos en revistas literarias. Flowering Judes (1930) reúne seis de ellos. Poco después, una beca permitió a la escritora regresar a Europa “para escribir y viajar”, en una época en que los autores de la llamada Generación Perdida establecían esto como un aprendizaje indispensable. En 1934, publicó su primera novela corta, Hacienda, a la que siguieron Vino de mediodía y Pálido caballo, pálido jinete (1939). Dueña ya de un cierto prestigio, vivió durante muchos años en Santa Mónica, California. Impartió cátedra de literatura en la Universidad de Stanford y numerosas conferencias en la de Chicago. Nunca se apresuró a publicar, lo cual queda claramente expuesto en Los días anteriores (escrito en un lapso de tres décadas) donde reúne algunas de sus vivencias más trascendentes. Bahía peligrosa, Antigua condición mortal y La nave de los locos son otras de sus obras importantes que no pueden dejarse de citar.

El poder narrativo de Katherine Anne Porter apareció desde sus primeros textos, donde con un gran dominio del estilo y del idioma acumula detalles descriptivos para pintar una situación determinada en la que atrapa a sus lectores irremediablemente. Él constituye uno de los más singulares ejemplos al respecto. Logra capturar una compleja; y se inscribe dentro de la línea narrativa que tan grandes frutos ha dado a la literatura de los Estados Unidos y que tiene sus mejores representantes en John Steinbeck y William Faulkner.

Muchos de sus cuentos primerizos aluden a México, a un mundo entre cristiano y pagano, a las reacciones de los extranjeros ante el supuesto exotismo hispánico. Hacienda, incluso, sirve de referencia para entender el criterio con el que se filmó la célebre película ¡Que viva México! Las narraciones más autobiográficas pintan conflictos matrimoniales, quizá debido a los dos casamientos desdichados de Katherine, con Eugene Pressley —oficial del servicio exterior—, y con Albert Erskine, editor de Southern Review. Y los más famosos: Pálido caballo, pálido jinete y Calabazas para la abuelita Weatherall plasman la ansiedad, el miedo y las pasiones diversas que trae consigo la cercanía de la muerte.

Obras

  • Flowering Judes (1930)
  • The Collected Stories, 1966
  • Vino de mediodía y Pálido caballo, pálido jinete (1939)
  • Los días anteriores
  • Un país familiar: escritos sobre México, Conaculta, México 1998
 
Para La Coleccionista de Espejos:
Gaby P

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