jueves, 7 de mayo de 2015

Con palabra de mujer...

Ana Poltronieri: saldando una deuda con la soberana de las tablas costarricenses

Sé que la autora de la columna del Día Histórico del Periódico La Nación, Marta Castegnaro, digna hija de su padre en este noble oficio, ya se me adelantó y que le Ministerio de Cultura y Juventud por medio de doña Elizabeth Fonseca, Alfredo González, Inés Revuelta Sánchez  y demás colaboradores recientemente le ha rendido homenaje a esta ícono del teatro costarricense.  No obstante, es imposible que no le dedique unas notas a doña  Ana.  Para mí las dos leyendas del entretenimiento tico han sido Carmen Granados (qddg), en humor y Ana Poltronieri Maffio, en teatro.

Cuenta mi hermana afectiva, Ana Isabel Moncada que estando en la escuela de Cinco Esquinas de Tibás, había dos maestras que montaban teatro en el Salón de Actos de la escuela: era Ana Poltronieri y una hermana suya que se llamaba Italia, y que a ella le extrañaba que Italia, no se hubiera hecho actriz también sino que estudió inglés y luego fue mi profesora de esa lengua en el colegio.

 He visto a esta extraordinaria actriz encarnar a varios personaje de un sin número de obras, desde obras clásicas universales, pasando por las españolas e hispanoamericanas, hasta obras autores costarricenses. Para algunos su actuación máxima fue en La Casa de Bernarda Alba. A mí, en cambio, me atrapó y así me tiene cautivo hasta hoy con Ana canta y Cuenta y no se trata de ninguna pieza extraordinaria.  El título revela el contenido de la obra.  Allí ella canta canciones como “He guardado” y cuenta partes de sus vivencias juveniles, incluyendo los orígenes del Paso la Vaca, de algunas familias como los De Lev y nos aclara que su segundo apellido “Maffio” no tiene ninguna relación con la mafia. Su actuación era tan real que a veces, algunas partes parecían improvisadas.  Años más tarde tendría amistad con una de sus sobrinas, Rocío Escribano, quien me confió en cierta ocasión, que ella difícilmente podía distinguir entre Ana la actriz y Ana la tía porque eran prácticamente idénticas.

Como suele suceder con la mayoría de las personas extraordinarias, Ana siempre  ha sido muy accesible. Tuve la gran dicha y el honor de tenerla en mi salón de clase en dos ocasiones: en el Colegio San Judas Tadeo e Internacional  Canadiense; hablándoles a mis alumnos de literatura, sobre las obras como literatura y la misma como puestas en escena…

 Fue extraordinario  cómo explicó la transición entre un personaje “muerto” en papel y uno respirando, caminando y hablando sobre un escenario,  entre un techo, un piso y tres paredes. Nos dijo, además que ella, aunque no viera el guión, lo necesitaba  en sus manos como apoyo psicológico hasta el último ensayo; que uno nunca sabía con lo que se iba encontrar en una taza de té, de café o en un vaso de agua. Que los encargados charlatanes, bien podían ponerle a uno licor, agua, soda, café o té y  que para cada una de estas bebidas las expresiones faciales van a variar.

Por medio de Maritere y su madre, alumna mía en el colegio Internacional Canadiense, (ambas sobrinas de doña Ana) logramos que fuera a conversas con mis alumnos. La simpatía fue tan mutua que los muchachos la propusieron para  Premio Lámpara Dorada de ese año en artes, que en efecto ganó ese año. Cuando llegó a recoger el reconocimiento se robó el corazón del público como solamente sabe hacerlo que la ovacionó con gran entusiasmo

 Además de las sobrinas Rocío y Maritere, también conozco dos hijos de su hermano Antonio: Johnny y Rodolfo Poltronieri Herrera. 

Ana se fue a España a estudiar teatro. Aprovechó su estadía en la Península para visitar algunos otros países europeos. Cuando Volvió a Costa  Rica su actitud fue (según afirman algunos de sus amigos) como dijera Fray Luis de León; “decíamos ayer” es decir continuó su vida más tica que nunca.

Además de actriz fue educadora en primaria, donde se destacó, según afirma Inés Revuelta S, como excelente conocedora de la ortografía española y profesora  en la escuela de  Artes Dramática de la Universidad de Costa Rica donde, según un ex alumno suyo, Efraín Valverde, le dio lecciones de Dicción.

   Ambos ex alumnos la recuerdan con mucho cariño y respeto…

Para La Coleccionista de Espejos:

Franklin Perry P.

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