La “Piel
inconforme”, de Mariamalia Sotela, fluye, como fluye el incienso fragante,
se entremete en su cocina, en el agua, en los bosques, en sus ojos, en las
fresas repartidas. En sus prados, sus texturas, sus manos tibias, como de
palomas algunas veces, otras veces frías,
como de hielo. Se alegra en su alegría o llora de tristeza.
“Piel
inconforme”, es
tan inconforme como su autora, que sentada en la orilla, Desarraigada, trata de detener las olas, como si fuera el mismo
paso del tiempo, su ir y venir recoge caracolas, quizá sus reflexiones, que
arrastran hasta el fondo sus pensamientos o hasta otras playas los recuerdos.
Pero muchas veces también el mar se pone arisco y le devuelve tempestades,
troncos erosionados los que quedan encallados en el borde de la playa, sin
vida. Con las manos erizadas, suplicantes y con los ojos cerrados.
¡Tantas veces acerqué mi ofrenda a
unos ojos cerrados! ¡Tantas otras regalé un amor lleno de veladuras y de
historias y de hermosas notas disonantes, como si fuera un premio, a quien
estaba esperando sólo una sonrisa o una palabra como de padrenuestro!...
Mariamalia es sorprendente, sorpresiva
y sorprendida, ella se construye, se renueva, se condena a sí misma a renacer:
Pienso que la granada de mi
vida está llena de sorpresas. Como perlas de llorar-collar- reventado. Perlas
rojas, transparentes, con un corazoncito pequeño adentro: la semilla, que es el
secreto para repetirse…
Las musas asaltan a Mariamalia en
cualquier parte, para hablar de ella, de sus adentros y de sus afueras, que
muchas veces son las afueras y adentros, de muchas mujeres, porque ella, es
mujer:
Estoy
sosteniendo el alma
para
que no salga
por
los ajos
delante
de la gente.
Estoy
sosteniendo
mi esqueleto
para
que no se caiga
mientras
aprendo la proeza
de
vivir sin vértigo…
Deberé
arrancar mi piel,
Pero
de veras,
y
remontarme el esqueleto desde abajo
por
cada uno de mis huesos
y
olerme poco a poco
y
escuchar mi soledad
y
sostenerme.
Luego,
Si
es posible, no cantar
nunca
más una mentira.
Y entonces
salir
a comenzar.
La
autora de este libro, dueña y señora de su Piel
inconforme, se
desviste sin pudores ante nuestros ojos. Nos cuenta sobre sus amores; ahora en
el recuerdo, pero nunca lejos, porque cuando el amor ha sido bueno, es bueno en
el recuerdo.
Aparte de que tenía los ajos del color de mar como
a mí me gusta,
esos ojos como blancos de tan celestes, él conocía
a piratas expertos en tesoros…
Mucho sobre el vino y el pan,
casi todo sobre la práctica del amor. Digo casi
todo porque al menos a mí me asombró o mejor dicho, me des-sombró de tan
iluminada que quedé con su sonrisa y con su manejo de toda situación…
Y luego después de enseñarme muchas cosas del
corazón, de la cocina, y del caminar- como andar sobre rocas, descalza, sin que
duela- se fue, para siempre, al mar.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
En esta Piel inconforme, Mariamalia se deshila, se desdobla, se desborda de
palabras salidas más allá de sus adentros, porque un adentro leve nos dejaría
vacíos. Pero sus adentros nos envuelven, nos transmutan, nos saca nuestras
proezas en el amor y nos trastoca
nuestras entrañas. Entonces comprendemos que, como la autora, también buscamos abrazos,
plasmamos en nuestros lienzos los anhelos, así como Fridda, plasmó sus
realidades.
Mariamalia nos regala, desde lo más
íntimo de su ser, cuatro elementos que rigen su alma, que guarda esta Piel inconforme, tierra, agua, fuego,
aire, que estremecen a una mujer apasionada por lo que ama. Intrigada con miles
de porqués. Asombrada de tanta belleza en el río, como cuando le nacieron
flores. Una mujer que pide un abrazo, para dar de sí, el fuego de sus adentros,
el calor se sus brazos. El aire que necesitan dos cuerpos unidos. Ella nos
convoca en el agua, en el mar, que se lleva sus lágrimas. En la tierra, ella
nos convoca en la tierra, donde encontró a don Alberto que es:
…pequeño
como un gran tótem
Pequeño y
fuerte como dos Albertos al menos…
Alberto
es el elemento tierra, en carne propia.
Marlene Ramírez Berrocal
Periodista.
Escritora costarricense
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