viernes, 15 de agosto de 2014

Un vistazo al genio...

Sor Juana Inés de la Cruz

A Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nadie la conoce.

Todos conocemos o, hemos oído hablar de Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa y escritora que cultivó la lírica, el auto sacramental, el teatro, así como el teatro; exponente del Siglo de Oro, de la literatura en español, quien junto a Juan Ruiz de Alarcón y Carlos Sigüenza y Góngora, ocupa un destacado lugar en la literatura NOVOHISPANA, nació en La Celda, San Miguel de Neplanta el 12 de noviembre de 1,651 tercera hija de —padres de los que se tienen pocos datos pero se sabe que nunca se unieron en matrimonio legítimode Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca, de quien se cree que fue un militar español oriundo de la provincia vasca de Guipúzca, estaba asentado en San Miguel Nepantla, e Isabel Ramírez de Santillana.  Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres del Fénix de América, la Décima Musa, o la Décima Musa Mexicana.

 
Fue ella, no solo una de las primeras escritoras latinoamericanas conocidas que, viviendo en un tiempo en que las mujeres no eran instruidas para nada más que para reproducir la especie, a los tres años, instruida a escondidas por su hermana mayor, a escondidas de su madre aprendió náhuatl con los esclavos de las haciendas de maíz y trigo que su abuelo tenía entre Amecameca, Yecapixtla, Panoaya, y Nepantla, y asimismo []a leer y escribir, instruida por su hermana mayor. Poco después de eso,  descubrió su gusto por la lectura en la biblioteca de su abuelo y así aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento.  A los ocho años ganó un libro por una LOA compuesta por ella en honor al Santísimo Sacramento, y a los 13 o quince años, cuando su madre se negó a mandarla a la UNIVERSIDAD disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a ésta y menos estudiar,  se fue a vivir con María Ramírez, hermana de su madre, y con su esposo Juan de Mata con la intención de formar parte de la corte del Virrey Novohispano Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera, uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato, en el que solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría egresados o profesores de la Real y Pontificia Universidad de México, es decir, el lugar propicio para ella.  Se cuenta que fue tanta su insistencia que su insistencia de probar suerte que se cuenta que, por instrucciones del virrey, un grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en excelentes condiciones.


Entonces, siendo la muy querida del virrey y la virreina; es decir dama de compañía principal de la virreina, Leonor de Carreto, bajo la protección de los virreyes y el ambiente propicio, marcarían decisivamente la producción literaria de Juana Inés de Asbaje, de la Cruz fue una vez, que el padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, se entera de que la jovencita no deseaba casarse, le propuso entrar en una orden religiosa. Para ello, aprendió latín en veinte lecciones impartidas por Martín de Olivas y probablemente pagadas por Núñez de Miranda, e intentó entrar a la ORDEN DE LAS CARMELITAS, cuya extrema rigidez la llevó a enfermarse. Ingresó entonces a la ORDEN DE SAN JERONIMOSA, donde las normas eran algo más relajadas del patrocinio del arzobispo Payo Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna, virreyes también de la Nueva España, quienes publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular, le dieron una celda de dos pisos y sirvientas. Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó su amistad con la niña poeta.

De hecho el gobierno del marqués de la Laguna, 1960-1680 coincide con la época dorada de la producción de Sor Juana. Escribió versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales, y dos comedias, y además fue administradora del convento, con buen tino, al promocionar la labor intelectual y científica de las a su cargo.

]En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos del BARROCO ESPAÑOL. La producción lírica de Sor Juana, que supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo, el CULTERANISMO de Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.

La obra dramática de Sor Juana va de lo religioso a lo profano.
  Para 1692 y 1693, el conde de Paredes, Juan de Guevara y diez monjas del Convento de San Jerónimo, sus amigos y protectores han muerto. Es la época de mayor agitación en la Nueva España, las fechas coinciden, con rebeliones en el norte del virreinato, la muchedumbre asalta el Palacio Real, y las epidemias se ceban con la población novohispana. A nada de eso es inmune Sor Juana Inés, aunque todo parece apuntar a que había dejado de escribir, y pareció dedicarse más a labores religiosas. Hasta la fecha no se conoce con precisión el motivo del cambio; solo se ha visto una mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo, sobre todo a partir de la renovación de sus votos religiosos en 1,694. En realidad, se debe adivinar una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.  Menos de un año después, contagiada de  TIFUS o FIEBRE AMARILLA, la causa nunca se supo, murió y de ello solo queda una única referencia:


En este recinto que es el coro bajo y entierro de las monjas de San Jerónimo fue sepultada Sor Juana Inés de la Cruz el 17 de abril de 1695.

   Nunca se pudo ubicar el lugar exacto de su inhumación pero en 1978, durante unas excavaciones rutinarias en el centro de la Ciudad de México, se hallaron sus supuestos restos. Aunque nunca se pudo probar la autenticidad de esos restos, actualmente se encuentran en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Para La Coleccionista de Espejos:
Dlia Mc Donald Woolery

Datos e información tomados de internet

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