jueves, 23 de abril de 2020

Llevo días pensando que no, No recuerdo cual fue primer libro que leí, y es porque a leer aprendí por culpa del carma: en otra vida fui, tal vez, una hoja borroneada en alguna parte, que alguien olvidó terminar de leer…

Recuerdo que fue primero el anuncio luminoso de la COCA COLA de avenida segunda que, de vez en cuando se enciende, lo primero que entendí que era leer, porque yo nunca tuve una maestra que enseñara: en mi aula, solo había una mujer que nunca olvido, que entre pupitre y ventanas me gritaba, nunca me dio los libros de lectura obligatoria, y me decía, usted para qué…
Yo era una niña con pies de barro, puestos uno a cada lado de mis dos mundos: un mundo negro con letras de un INFANT READER de mamá que desde siempre borroneé, y del que fui reconociendo poco a poco las palabras, y un mundo latino, lleno de descubrimientos pero en ninguno de los dos supe nunca dónde, cuál era mi lugar, y en mi pupitre siempre estuvo, el usted para qué, con que de lunes a viernes, el PACO Y LOLA, ¿primer libro?, era el único compañerito de juegos…


A segundo grado llegué, y ella solo dijo, Ah esa, sigue aquí…pero ya había visto el rotulo luminoso de la Coca Cola, y sabía que tenía otros amiguitos que lentamente, como corderitos, las letras de las Lecturas Programadas de Nora R., de Chacón, brincaban sobre las X, mención insuficiente, con que cada fin de trimestre, la maestra decía, usted para qué…

En tercer grado, como el alfarero que le dice al barro te he creado para algo, dejó en el escritorio de la señora que me enseñaba, Corazón Valiente, El Moto, y MI HOGAR Y MI PUEBLO, mi 3er o cuarto libro, que desde la misma rama en que la pajarita pinta se columpiaba, me escondía de las burlas porque ella hizo una obra de teatro, con Más debajo de la piel, en la que no participaba porque a mis compañeros los pintaron con betún y hablaban como negros porque Yo para qué…

Para cuarto grado, un viento azul, se la llevó lejos pero el daño ya estaba hecho: me encantaban los libros, y no he dejado de leer, porque el destino, es el destino, una de esas personas que caminan con un signo de interrogación aislado, pero siempre escandaloso, por eso, gracias bibliotecas, bibliotecarios, y sobre escritores por darnos ese maravilloso abrazo de aprender a volar con los libros…


Dell 

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