Llevo días pensando que no, No recuerdo cual fue
primer libro que leí, y es porque a leer aprendí por culpa del carma: en otra
vida fui, tal vez, una hoja borroneada en alguna parte, que alguien olvidó
terminar de leer…
Recuerdo que fue primero el anuncio luminoso de la
COCA COLA de avenida segunda que, de vez en cuando se enciende, lo primero que
entendí que era leer, porque yo nunca tuve una maestra que enseñara: en mi
aula, solo había una mujer que nunca olvido, que entre pupitre y ventanas me
gritaba, nunca me dio los libros de lectura obligatoria, y me decía, usted para
qué…
Yo era una niña con pies de barro, puestos uno a cada
lado de mis dos mundos: un mundo negro con letras de un INFANT READER de mamá
que desde siempre borroneé, y del que fui reconociendo poco a poco las
palabras, y un mundo latino, lleno de descubrimientos pero en ninguno de los
dos supe nunca dónde, cuál era mi lugar, y en mi pupitre siempre estuvo, el
usted para qué, con que de lunes a viernes, el PACO Y LOLA, ¿primer libro?, era
el único compañerito de juegos…
En tercer grado, como el alfarero que le dice al barro
te he creado para algo, dejó en el
escritorio de la señora que me enseñaba, Corazón
Valiente, El Moto, y MI HOGAR Y MI PUEBLO, mi 3er o cuarto libro, que desde
la misma rama en que la pajarita pinta se columpiaba, me escondía de las burlas
porque ella hizo una obra de teatro, con Más debajo de la piel, en la que no
participaba porque a mis compañeros los pintaron con betún y hablaban como
negros porque Yo para qué…
Para cuarto grado, un viento azul, se la llevó lejos
pero el daño ya estaba hecho: me encantaban los libros, y no he dejado de leer,
porque el destino, es el destino, una de esas personas que caminan con un signo
de interrogación aislado, pero siempre escandaloso, por eso, gracias
bibliotecas, bibliotecarios, y sobre escritores por darnos ese maravilloso
abrazo de aprender a volar con los libros…
Dell
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