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David Maradiaga
De tiempo en tiempo, la cultura costarricense sufre
grandes y terribles pérdidas (y/o ganancias. Todo depende del cristal con que
se mire…) que siempre son terriblemente necesarias…
Hace días. Camino al entierro de doña Clo, pasé por una pared y ahí estaba; medio cubierta de muchas manos de pintura de agua pero perfectamente leíble: DAVID MARADIAGA VIVE… Esa tarde le pregunté a Dell, porque vagamente recordaba ese nombre, quién era…
Un poeta del que NUNCA sabremos a fecha cierta sobre el día ni la forma de su muerte. Solo que fue, probablemente, el penúltimo de los llamados Escritores Malditos costarricenses; queda en pie, Billy Saénz Patterson, quizás el más próximo a su camino y tiempo de creación y muerte fue Felipe Granados, y ya sabemos cuál fue su fin, me dijo…
Por tradición, en Costa Rica el escritor maldito es
el que muere alcoholizado en algún bar olvidado, o el olvidado renegado, que
rumea sus recuerdos bajo el ocaso del impertinente alcohol de su prepotencia
que lo hace creerse que por eso es famoso, o el recordado poeta de la
revolución que se hace en solitario aunque a veces lo único que hacemos es
dañar a los demás, con toda intención porque bien que sabemos lo que hacemos…Sabremos
simplemente que, único e irreverente. Gran lector. Amante de un mundo en el que
vivió día a día, David Maradiaga, fue grande a su propio modo, y por ello uno
de los más importantes, en aquel momento, de los poetas jóvenes que descollaban
a finales de la década de los noventas.
Su vida no fue fácil…
Fue el producto del caldero en que destacan
los cogollos tiernos del fruto poético que llevaba dentro y que hace
verdaderos escritores; porque sabía muy bien que el escritor de valor sufre
Oficialmente muerto a los 27 años; su cuerpo,
desaparecido desde julio fue recuperado en la antigua morgue de la ciudad (6
meses y 2 días después de que Jaime Bustamente, compañero de luchas y poeta del
que también hablaremos más adelante, Oscar Fallas, y María del Mar Cordero
integrantes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO), como él, murieron
inmolados en una casa ubicada en Guadalupe), fue entregado a familiares y
amigos que le buscaban en las primeras fechas de agosto, con la nota …hallado
en el Parque de los Mangos, Zapote…
Antes y durante su muerte no hay nada.
Ese es el precio de ser consecuente con lo que uno
piensa y es.
En este país se piensa que ser académico,
tener los contactos adecuados para lograr premios y reconocimientos,
publicaciones en las mismas instituciones en las que se trabaja, o ser
bipolares que les llaman ahora, o ser hijo de familias adineradas cuyo nombre
compra espacios para hijos sin más logros que una carrera que entronizan para
sentirse escritores, ensalzando en público a los mismos de los que se habla mal
en las reuniones de amigos, investigadores o escritores sin talento, que odian
su patria que se van del país para intentar ser reconocidos en el extranjero como
grandes escritores, seres humanos del todo apartados de su realidad que
pensándolo bien, son malditos porque nunca van a ser nada más que lo ya son y
¡vaya que tienen un nombre que en algunos casos deberían olvidar!…
El que un poeta sea muerto por sus ideas
políticas no es extraño: su función en la sociedad es obligar al pensamiento
reflexivo que lleve a soluciones de los problemas sociales, y no a enturbiarlos
por razones personales. Con más frecuencia de la esperada terminan
asilados en cárceles o casas, o muertos como el caso de Roque Dalton o Violeta
Parra
Era de origen nicaragüense. Hijo de padres
sobrevivientes a la guerra sandinista que, muy joven, presenció el suicidio del
padre, fue marcado con el sino poético que evolucionó hasta llegar a ser una
sabia poética floreciente y destacada que no se limitó a ser uno más del montón
que buscaba reconocimientos sin méritos...
También fue escritor, poeta, luchador, soñador, enamorado de la vida, ecologista.
No vamos a seguir más.
No lo conocíamos lo suficiente como para
hacerlo.
Eso lo dejamos en manos de Fernando Francia quién, nos parece hace una recopilación más cercana a todo lo demás que circula por internet; quizá porque él, igual que Maradiaga no ha cambiado con el tiempo…
Su lucha era por la vida, su lucha
era por la autonomía de las comunidades. Su lucha tenía que ver con la
libertad, con la armonía entre los seres humanos y con su entorno, pero muy
especialmente, su lucha tenía que ver con los más desposeídos y buscaron,
siempre, las oportunidades que se les han arrebatado.
David, además de poeta y brillante escritor, era un amigo, un amigo de centenares de amigos. Amigos que lo recordamos, amigos que lo extrañamos, amigos que aprendimos, amigos que todavía lo vemos caminar, en forma solitaria en las calles de San José, hablándole a las estrellas quizás o a algún indigente que, a altas horas de la noche, se acercaba por ahí.
David Maradiaga era un ser especial,
a los 14 años ingresó, como poeta, a la cofradía (casi se le puede llamar así)
de Andrómeda, de la mano de otros poetas malditos, como ya casi, casi era
catalogado David.
Su poesía, firmemente comprometida con la vida, la naturaleza; ácidamente contrario a la hipocresía y al falso pudor de qué dirán fue premiada, aunque él nunca vio su libro publicado.
David sabía que lo hermoso y
grandioso de la vida estaba en algunas pequeñas cosas. Pero también sabía que
la única manera de hacer de este mundo un mejor lugar tenía que ver con
cambiar, no solo la forma en que se cuida al ambiente, sino, sobre todo, la
forma en que deberíamos cuidarnos unos a los otros, toda la humanidad.
En este mundo de impunidad no es
posible dejar pasar un muerto más. No es posible quedarse sin siquiera
inmutarse por la violencia y la muerte en Honduras. No es posible no reaccionar
ante la desigualdad que provoca la riqueza más absoluta y la pobreza más
extrema. Cuando llegue a San José, hace
12 años, creí que una pared me hablaba de David. "San José germina en la
tragedia del silencio" decía a 50 metros de emergencias del Calderón, y
posiblemente era así.
Pero unos meses más tarde, frente a la mismísima casa de gobierno, alguien en una pared de lata de zinc quiso recordarle a alguno de los habitantes de turno de Zapote que "David Maradiaga vive" y así lo seguimos diciendo nosotros, sus amigos… David Maradiaga nació en Nicaragua, pero era más tico que cualquiera de los habitantes de esta tierra. Más bien, diría, era un centroamericano, orgulloso de la patria grande y conocedor de las injusticias de esta complicada y conflictiva región del mundo. David luchaba y escribía y le dolía la injusticia, así como le duele a este mundo tanta impunidad…
Finalmente, como parte del Programa PROFOL, en el
2000 el Ministerio de Cultura y Juventud publica su único libro: Música de
animal lluvioso:
Soy un andante en el dédalo del
tiempo
animal lluvioso
que agarra la palabra y la blande
frente al hastío
Animal lluvioso me declaro
seguro del sol
que un día nacerá de mis pálidas
gotas
Para La Coleccionista de
Espejos: G. Moya
Revisado y corregido por Dell
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