El pasado miércoles 20 de marzo por la
noche, víspera del Día Internacional de la Poesía (ironías del destino), se
celebró la entrega de los bienales Premios Áncora y Viva. Desde el 15 de
febrero, el periódico La Nación tuvo a bien comunicar a sus lectores que
ya “eligió lo mejor del arte 2011-2012”, apoyada en el criterio de un jurado
constituido por doce especialistas en las diversas áreas propuestas. A
continuación, reveló los nombres de los ganadores de los Premios Áncora y
Viva en las siguientes categorías: Novela, Cuento, Ensayo, Historia, Arte
Bidimensional, Arte Tridimensional, Música Académica, Música Popular, Teatro,
Danza, Cine, Producción Televisiva… En fin, que la convocatoria ha sido prolija
y minuciosa a la hora de establecer, e incluso desglosar, las variantes y
matices de cada manifestación artística. Tanto empeño abarcativo sería
digno de encomio, si no fuera porque lo que hace es delatar la expresa
intencionalidad de una fatídica e imperdonable omisión: la de la Poesía como
categoría premiable. ¿Por qué no fue convocada como el resto de sus hermanos
(la novela, el cuento, el ensayo, incluso la historia)?... Por mucho que me
exprimo el entendimiento, no logro concebir alguna explicación que sea ni
remotamente capaz de justificar semejante ninguneo; tal vez porque
es, en efecto, inconcebible. Y quiero dejar muy en claro que, por supuesto, no
me estoy refiriendo a los antiguos y prestigiosos Premios Áncora (nacidos en
1974 y desterrados en 2007), los cuales tenían –entre otros- un único galardón
(Áncora de Literatura) que acogía y consideraba a todos los géneros literarios;
así que mi dedito acusador solamente apunta hacia los Áncora que, tras
cuatro años en remojo, volvieron a la escena en 2011 y nuevamente en 2013,
en plan reloaded (con la pila recargada, para
los que no dominen el español anglohumorístico), complementados por los Premios
Viva… por lo que creo que resultará más expedito mencionarlos como “Los
Viváncoras”. Pues bien, en su edición de 2011, estos Viváncoras ya
ignoraron abiertamente a la producción poética dada a conocer en el bienio
2009-2010; y ahora en su edición de 2013, reinciden alegremente, al desairar a
los poemarios publicados en el bienio 2011-2012. Aunque se trata de algo
infinitamente más grave y agraviante que un desaire: se trata de un
silenciamiento y una invisibilización que se le ha propinado a la poesía
costarricense en general y a sus poetas contemporáneos(as) en particular, al
actuar como si no existieran, así sin más, como si tal cosa, con una aplastante
ligereza y una naturalidad casi feudal… Sí, tal pareciera que para La
Nación, la poesía de nuestra nación sencillamente no existe; mejor dicho,
la poesía escrita y publicada en este último lustro. Y no escatimo el
énfasis, porque -¡ojo!- aquí no estamos hablando de un premio que
fue declarado desierto, sino de un desierto que fue declarado ANTES de
establecer el premio y que, implícitamente, absurdamente, disparatadamente,
pareciera ser el motivo para no establecerlo; porque de haberse establecido,
brindándoles a muchos poemarios nacionales la democrática oportunidad de ser
examinados en justa lid, y el jurado hubiera decidido que ninguno reunía los
méritos para concederle un galardón, eso sería algo evidentemente inobjetable.
En cambio, lo que no solamente es objetable sino inadmisible, es el destructivo
mensaje que se le está dando al país acerca de su propia producción poética, al
no considerarla digna de ser tomada en cuenta como parte consustancial de su
actualidad literaria; es decir, estamos frente a una violación tácita al
derecho a la libre participación de un género literario, universalmente
reconocido y legitimado como tal, cuya existencia es indudable, y pretender
negarla en el ámbito regional redunda en irrespeto global. Por supuesto
que, como empresa privada que es, el Grupo Nación es muy dueño de ningunear a
quien le plazca: este no es un asunto acerca de la ilegalidad de desaparecer
fraudulentamente a la Poesía de la papeleta electoral de nuestra cultura, sino
de que hacerlo denota un proceder moralmente reprochable y falto de seriedad.
Un proceder marcado por la arrogancia, la prepotencia, el dogmatismo
antojadizo, y la más atropellante de las
arbitrariedades.
Antes de proseguir, quiero hacer hincapié
en que en modo alguno estoy cuestionando el papel de los y las especialistas
designados a cada categoría e integrantes del jurado de los Viváncoras,
quienes se limitaron a cumplir a cabalidad la tarea que les fue encomendada. Y
muchísimo menos, estoy poniendo en tela de juicio la rotunda validez y el pleno
merecimiento de los premios otorgados; de hecho, tanto en el 2011 como en el
2013, varios de ellos me han complacido inmensamente. Así que la sintaxis
de mi indignación va exclusivamente dirigida a la o las personas responsables
de haber metido la cuchara en este lamentable (desa)guisado; y -en primera y
última instancia- a la directora de La Nación,quien al parecer no se
concentra lo suficiente cuando aprueba ciertas directrices, o es demasiado lega
en aquello que delega… Sea como fuere, confieso que en las grietas de mi
indignación florece el desconcierto: teniendo en cuenta la labor de promoción y
patrocinio en el campo de las letras que ha ejercido La Nación a través
de los años, con sus colecciones de lectura y otros aportes educativos y
culturales en general (independientemente de la empatía o antipatía que puedan
suscitar algunas de sus políticas periodísticas), no me deja de parecer
un sinsentido que le tenga tanta tirria a nuestra poesía contemporánea, al
extremo de tratar de invisibilizarla ; en todas las épocas ha habido, hay
y habrá poetas y poemas geniales, buenos, rescatables y pésimos… En este
aspecto, es normal que los gustos y opiniones personales de
quien dirige y edita un suplemento cultural, influyan y marquen algunas
pautas, pero nunca deben anteponerse despóticamente a la hora de conformar una
publicación, y mucho menos a la hora de convocar una premiación. Otro
comportamiento asaz contradictorio, por no decir irónico, es que en el
suplemento Áncora del pasado domingo 17, al discurrir en relación al búho
diseñado por el escultor Franklin Zúñiga, el cual suplantará a las
mujeres esfériles de Jiménez Deredia, el editor lo lleva desde el
mitológico regazo de Palas Atenea -diosa de la Sabiduría y amiga de las
musas- hasta las páginas de la poesía… de la poesía de Darío, claro; pero el
hecho de que ya nadie escriba como Rubén ni como Julián (Marchena), no es
motivo para repudiar a los poetas actuales. Tampoco ya nadie pinta como
A todo esto, me voy a dar una
curadita en salud, advirtiéndole a Mamá Nación que cuidadito y no vaya a
confundir mi honesta denuncia con un berrinche, y menos con un lloriqueo,
para conseguir que algún día ella me regale un búho. ¿Para qué voy a
querer un buhito de metal si yo misma soy una señora búha de carne y hueso, que
además conoce el arte secreto de escribir con sus propias plumas sin quedar
desplumada?... Y en todo caso, el meollo de la cosa no estriba en que la
Poesía tica necesite desesperadamente de un Áncora para seguir siendo y
manifestándose incesantemente, no: el meollo de la cosa estriba en poner en
evidencia la mala fe que hay en la conducta de La Nación hacia ella.
Ahora, que si esta periódica hace un
acto de contrición, pide una disculpa pública del tamaño de una página, y
en el 2015 le da su lugar a la poesía que se escribe en la Costa Rica de hoy,
tal vez Palas Atenea la perdone y le envíe un búho de la paz, con un manual
bajo el ala sobre nociones básicas para descifrar consejos buhísticos. Por lo
menos, ello podría significar un esperanzador desagravio y un estímulo
vindicatorio para nuestros poetas más jóvenes, porque más allá del galardón,
está el reconocimiento que simboliza: reconocimiento de la otredad en el espejo
de la obra creadora, el cual confiere a su creador la certeza de la consumación
de su cometido.
Bueno, además de todo lo despotricado
anteriormente, hay algo que me sorprende y de algún modo también me entristece,
y es el hecho de que nadie (ni siquiera los propios ofendidos) pareciera
haberse percatado de esta exclusión a priori infligida al arte poético. A mí
desde el 2011 se me hizo inevitablemente notoria, pero en aquel momento yo
tenía publicado un libro de poesía que hubiera podido ser “ancoreable”, y
consideré que esa circunstancia debilitaría la objetividad de mi protesta (no
ante mí misma, pero sí ante quienes yo confrontara). Pero ahora que ya
puedo permitirme levantar la voz, resultaría muy interesante e incluso
reconfortante, saber de otras voces que también reaccionan y se levantan, como
por ejemplo, las de la Academia Costarricense de la Lengua, el Ministerio de
Cultura, las Facultades de Letras de la UCR, la UNA o la UNED, la Asociación de
Autores, la Asociación de Escritoras Costarricenses, las editoriales que han
tomado riesgos para apoyar las publicaciones de poesía en el país… Y si nada
tuvieran que añadir a mis palabras, ojalá que cuanto menos las difundan como un
gesto de solidaridad hacia los poetas de este país.
Y bien, he reservado mis mejores
dardos, afilados con sincero primor, para la ceremonia de entrega de los
Viváncoras… toda una celebración (con el Teatro Nacional y su alfombra roja
incluidos) para honrar “a lo mejor del pensamiento, el arte y la literatura”
(nunca comprendí muy bien por qué la gente enuncia al arte como cosa separada de
la literatura y al pensamiento como cosa separada de ambas… ¿será por eso que
pasa lo que sucede?) En resumen, al igual que en el 2011, los Viváncoras
tiraron la casa por la ventana y la Poesía por la puerta trasera… aunque digo
mal (pero no maldigo): a la Poesía no tuvieron que tirarla porque nunca estuvo
invitada. Dicho de otra manera, a todas y cada una de las expresiones
artísticas les dieron un buen espaldarazo… pero a la Poesía le dieron la
espalda. ¿Se atreverán alguna vez a darle la cara?... me gustaría verlo. … Así que ni modo, yo creo que La Nación va a sentir -al menos hasta que se arrepienta y repare los estragos- todo el peso de la Ley de causa y defecto, mediante la cual debe cargar con el defecto causado por ella: el de unos premios totalmente carentes de poesía.
21 de marzo de 2013, Día Internacional de
la Poesía.
1 comentario:
Hola, mi nombre es Lochmam Ayón Olivas y soy estudiante de filosofía en la Universidad de Costa Rica, me ha parecido interesante y muy acertado tu escrito, por favor en cuanto antes contáctame a mi correo: lochmam@hotmail.com o a mi facebook personal: Lochmam Ayón. Tenemos mucho de que hablar y tengo grandes ideas que me gustaría que comentáramos juntos, estoy a punto de lograr algo grande y te necesito como parte integral de tal. Un cálido saludo y espero tu respuesta ansiosamente.
Publicar un comentario