martes, 2 de abril de 2013

Los Premios Ancora o la invisibilización de la poesía costarricense comtemporánea

Con permiso de la autora: Lil Picado

  El pasado miércoles 20 de marzo por la noche, víspera del Día Internacional de la Poesía (ironías del destino), se celebró la entrega de los bienales Premios Áncora y  Viva. Desde el 15 de febrero, el periódico La Nación tuvo a bien comunicar a sus lectores que ya “eligió lo mejor del arte 2011-2012”, apoyada en el criterio de un jurado constituido por doce especialistas en las diversas áreas propuestas. A continuación, reveló  los nombres de los ganadores de los Premios Áncora y Viva en las siguientes categorías: Novela, Cuento, Ensayo, Historia, Arte Bidimensional, Arte Tridimensional, Música Académica, Música Popular, Teatro, Danza, Cine, Producción Televisiva… En fin, que la convocatoria ha sido prolija y minuciosa a la hora de establecer, e incluso desglosar, las variantes y matices  de cada manifestación artística. Tanto empeño abarcativo sería digno de encomio, si no fuera porque lo que hace es delatar la expresa intencionalidad de una fatídica e imperdonable omisión: la de la Poesía como categoría premiable. ¿Por qué no fue convocada como el resto de sus hermanos (la novela, el cuento, el ensayo, incluso la historia)?... Por mucho que me exprimo el entendimiento, no logro concebir alguna explicación que sea ni remotamente   capaz de justificar semejante ninguneo; tal vez porque es, en efecto, inconcebible. Y quiero dejar muy en claro que, por supuesto, no me estoy refiriendo a los antiguos y prestigiosos Premios Áncora (nacidos en 1974 y desterrados en 2007), los cuales tenían –entre otros- un único galardón (Áncora de Literatura) que acogía y consideraba a todos los géneros literarios;  así que mi dedito acusador solamente apunta hacia los Áncora que, tras cuatro años en remojo, volvieron a la escena en 2011 y nuevamente en 2013,  en  plan  reloaded  (con la pila recargada, para los que no dominen el español anglohumorístico), complementados por los Premios Viva… por lo que creo que resultará más expedito mencionarlos como “Los Viváncoras”.  Pues bien, en su edición de 2011, estos Viváncoras  ya ignoraron abiertamente a la producción poética dada a conocer en el bienio 2009-2010; y ahora en su edición de 2013, reinciden alegremente, al desairar a los poemarios publicados en el bienio 2011-2012. Aunque se trata de algo infinitamente más grave y agraviante que un desaire: se trata de un silenciamiento y una invisibilización que se le ha propinado a la poesía costarricense en general y a sus poetas contemporáneos(as) en particular, al actuar como si no existieran, así sin más, como si tal cosa, con una aplastante ligereza y una naturalidad casi feudal…  Sí, tal pareciera que para La Nación, la poesía de nuestra nación sencillamente no existe; mejor dicho, la poesía escrita y publicada en este último lustro.  Y no escatimo el énfasis, porque  -¡ojo!-  aquí no estamos hablando de un premio que fue declarado desierto, sino de un desierto que fue declarado ANTES de establecer el premio y que, implícitamente, absurdamente, disparatadamente, pareciera ser el motivo para no establecerlo; porque de haberse establecido, brindándoles a muchos poemarios nacionales la democrática oportunidad de ser examinados en justa lid, y el jurado hubiera decidido que ninguno reunía los méritos para concederle un galardón, eso sería algo evidentemente inobjetable. En cambio, lo que no solamente es objetable sino inadmisible, es el destructivo mensaje que se le está dando al país acerca de su propia producción poética, al no considerarla digna de ser tomada en cuenta como parte consustancial de su actualidad literaria;  es decir, estamos frente a una violación tácita al derecho a la libre participación de un género literario, universalmente reconocido y legitimado como tal, cuya existencia es indudable, y pretender negarla en el ámbito regional redunda en irrespeto global.  Por supuesto que, como empresa privada que es, el Grupo Nación es muy dueño de ningunear a quien le plazca: este no es un asunto acerca de la ilegalidad de desaparecer fraudulentamente a la Poesía de la papeleta electoral de nuestra cultura, sino de que hacerlo denota un proceder moralmente reprochable y falto de seriedad. Un proceder  marcado por la arrogancia, la prepotencia, el dogmatismo antojadizo, y la más atropellante de las arbitrariedades.            
 
Antes de proseguir, quiero hacer hincapié en que en modo alguno estoy cuestionando el papel de los y las especialistas designados a cada categoría e integrantes del jurado de los Viváncoras,  quienes se limitaron a cumplir a cabalidad la tarea que les fue encomendada. Y muchísimo menos, estoy poniendo en tela de juicio la rotunda validez y el pleno merecimiento de los premios otorgados; de hecho, tanto en el 2011 como en el 2013, varios de ellos me han complacido inmensamente.  Así que la sintaxis de mi indignación va exclusivamente dirigida a la o las personas responsables de haber metido la cuchara en este lamentable (desa)guisado; y -en primera y última instancia- a la directora de La Nación,quien al parecer no se concentra lo suficiente cuando aprueba ciertas directrices, o es demasiado lega en aquello que delega…  Sea como fuere, confieso que en las grietas de mi indignación florece el desconcierto: teniendo en cuenta la labor de promoción y patrocinio en el campo de las letras que ha ejercido La Nación a través de los años, con sus colecciones de lectura y otros aportes educativos y culturales en general (independientemente de la empatía o antipatía que puedan suscitar algunas de sus políticas periodísticas),  no me deja de parecer un sinsentido que le tenga tanta tirria a nuestra poesía contemporánea, al extremo de tratar de invisibilizarla ;  en todas las épocas ha habido, hay y habrá poetas y poemas geniales, buenos, rescatables y pésimos… En este aspecto, es normal  que  los gustos y opiniones personales de quien  dirige y edita un suplemento cultural, influyan y marquen algunas pautas, pero nunca deben anteponerse despóticamente a la hora de conformar una publicación, y mucho menos a la hora de convocar una premiación. Otro comportamiento asaz contradictorio, por no decir irónico, es que en el suplemento Áncora del pasado domingo 17, al discurrir en relación al búho diseñado por el escultor Franklin Zúñiga,  el cual suplantará a las mujeres esfériles de Jiménez Deredia, el editor lo lleva desde el  mitológico regazo de  Palas Atenea -diosa de la Sabiduría y amiga de las musas- hasta las páginas de la poesía… de la poesía de Darío, claro; pero el hecho de que ya nadie escriba como Rubén ni como Julián (Marchena), no es motivo para repudiar a los poetas actuales. Tampoco ya nadie pinta como

Matisse ni como la Bertheau, y no por eso se eliminó la opción a un búho para el  Arte Bidimensional.  Entonces,  ¿por qué sí se eliminó para la Poesía? (Definitivamente aquí hay gato encerrado o, mejor dicho, búho hurtado...)  Y ya para colmo del cinismo (¿o de la más flagrante inconsciencia?), el susodicho editor nos informa que La Nación eligió al búho por ser humilde, sapiente y buen consejero, como emblema idóneo de los premios que serán entregados “en reconocimiento de los méritos de creadores esenciales en la cultura nacional”… (Sin comentarios)

A todo esto,  me voy a dar una curadita en salud, advirtiéndole a Mamá Nación que cuidadito y no vaya a confundir mi honesta denuncia con un berrinche, y menos con un lloriqueo,  para conseguir que algún día ella me regale un búho. ¿Para qué voy a querer un buhito de metal si yo misma soy una señora búha de carne y hueso, que además conoce el arte secreto de escribir con sus propias plumas sin quedar desplumada?... Y en todo caso,  el meollo de la cosa no estriba en que la Poesía tica necesite desesperadamente de un Áncora para seguir siendo  y manifestándose incesantemente, no: el meollo de la cosa estriba en poner en evidencia la mala fe que hay en la conducta de La Nación hacia ella.

Ahora, que si  esta periódica hace un acto de contrición, pide una disculpa pública del tamaño de una página,  y en el 2015 le da su lugar a la poesía que se escribe en la Costa Rica de hoy, tal vez Palas Atenea la perdone y le envíe un búho de la paz, con un manual bajo el ala sobre nociones básicas para descifrar consejos buhísticos. Por lo menos, ello podría significar un esperanzador desagravio y un estímulo vindicatorio para nuestros poetas más jóvenes, porque más allá del galardón, está el reconocimiento que simboliza: reconocimiento de la otredad en el espejo de la obra creadora, el cual confiere a su creador la certeza de la consumación de su cometido.

Bueno, además de todo lo despotricado anteriormente, hay algo que me sorprende y de algún modo también me entristece, y es el hecho de que nadie (ni siquiera los propios ofendidos) pareciera haberse percatado de esta exclusión a priori infligida al arte poético. A mí desde el 2011 se me hizo inevitablemente notoria, pero en aquel momento yo tenía publicado un libro de poesía que hubiera podido ser “ancoreable”, y consideré que esa circunstancia debilitaría la objetividad de mi protesta (no ante mí misma, pero sí ante quienes yo confrontara).  Pero ahora que ya puedo permitirme levantar la voz, resultaría muy interesante e incluso reconfortante, saber de otras voces que también reaccionan y se levantan, como por ejemplo, las de la Academia Costarricense de la Lengua, el Ministerio de Cultura, las Facultades de Letras de la UCR, la UNA o la UNED, la Asociación de Autores, la Asociación de Escritoras Costarricenses, las editoriales que han tomado riesgos para apoyar las publicaciones de poesía en el país… Y si nada tuvieran que añadir a mis palabras, ojalá que cuanto menos las difundan como un gesto de solidaridad hacia los poetas de este país.
 Y bien, he reservado mis mejores dardos, afilados con sincero primor, para la  ceremonia de entrega de los Viváncoras… toda una celebración (con el Teatro Nacional y su alfombra roja incluidos) para honrar “a lo mejor del pensamiento, el arte y la literatura” (nunca comprendí muy bien por qué la gente enuncia al arte como cosa separada de la literatura y al pensamiento como cosa separada de ambas… ¿será por eso que pasa lo que sucede?) En resumen, al igual que en el 2011,  los Viváncoras tiraron la casa por la ventana y la Poesía por la puerta trasera… aunque digo mal (pero no maldigo): a la Poesía no tuvieron que tirarla porque nunca estuvo invitada. Dicho de otra manera, a todas y cada una de las expresiones artísticas les dieron un buen espaldarazo… pero a la Poesía le dieron la espalda. ¿Se atreverán alguna vez a darle la cara?... me gustaría verlo.

Durante la velada     -según dan cuenta las reseñas periodísticas-  todo fue manejado con entusiasmo rutilante y cegadora transparencia… tal vez por eso los asistentes no pudieron notar el vacío poético: de seguro, más de uno asumió que el galardón de Poesía había sido declarado desierto y no que había sido vetado; a lo peor, incluida la mismísima doña Yanancy Noguera, quien afirmó jubilosa que “Hoy premiamos talento y esfuerzo y reiteramos el compromiso de este diario con el sector cultural”.  Supongo que todos aplaudirían eufóricos y encantados de los nervios, como quien dice.
… Así que ni modo, yo creo que La Nación va a sentir -al menos hasta que se arrepienta y repare los estragos- todo el peso de la Ley de causa y defecto, mediante la cual debe cargar con el defecto causado por ella:  el de unos premios totalmente carentes de poesía.

21 de marzo de 2013, Día Internacional de la Poesía.

1 comentario:

Lochmam dijo...

Hola, mi nombre es Lochmam Ayón Olivas y soy estudiante de filosofía en la Universidad de Costa Rica, me ha parecido interesante y muy acertado tu escrito, por favor en cuanto antes contáctame a mi correo: lochmam@hotmail.com o a mi facebook personal: Lochmam Ayón. Tenemos mucho de que hablar y tengo grandes ideas que me gustaría que comentáramos juntos, estoy a punto de lograr algo grande y te necesito como parte integral de tal. Un cálido saludo y espero tu respuesta ansiosamente.

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