miércoles, 12 de octubre de 2022

Las Esquinas Silentes...

Tu poeta, eres el demiurgo por el que lloran las esquinas pues, en su silencio existe algo que nos habla…tomo notas

 


      Nota 1:

A primera vista, este libro que se construye a sí mismo tan sencillamente, parece incompleto, y tiene su razón de ser así: Edmundo Retana, es un poeta que sabe que algo vital del ser del poeta, es saber escuchar los silencios, pues, como en Los bailes íntimos, Editorial Oro viejo, 1991, Las Silabas de la tierra, Editorial El Quijote, 1994, Pasajero de la lluvia, Editorial Costa Rica, 2006, y el Reino de las cosas perdidas, Becas Taller, 2016, todos frutos de Esquinas silentes, 2022, este libro tiene una conformación aparentemente frágil.

         Nota 2:

Existen dos tipos de poeta: el que sabe por instinto que lo es, este el caso, y los que estudian para intentar ser poeta, con ello digo que lo somos nunca cambia, pero quienes somos no deja de sufrir cambios, un hecho más que manifiesto con la poesía, pero sobre todo con el poeta, cuyo oficio es ser ese pequeño Dios, que sabe bien que su oficio, es escribir en cada momento que pueda, su propia manera de ser, sin lucirse, como dirían las abuelitas cuando advertían visitas y exigían nuestro buen comportamiento, pero sabiendo perfectamente porqué se hace.

           Nota 3:

 Escribir, no se hace desde un papel en blanco que puede perder su condición por cosas menos significantes, sino desde el lente de tierra por el que ruedan, como semillas de frijol que van saliendo de sus vainas, una a una, con significado, las palabras con un decir distinto cada vez que se mencionan, esa es a mutabilidad de la palabra, cambio que no es advertido por nada más que por la cotidianidad del poeta que en su devenir descubre que es una sombra que no cabe en las esquinas.

          Nota 4:

Sin embargo, esa cotidianidad se rompe fácilmente por la ausencia de caricias o, el estreñimiento de los abrazos, proceso también presente en el libro, que nace porque las esquinas, por la pandemia, se entiende, ya no tienen la misma profundidad, sino solo una presencia que, como los fantasmas, se extraña porque tienen el poder que nosotros les demos.

          Nota 5:

Hay una suerte de recursos en el libro que permiten que nos enfermemos con la poética de Retana: como el virus, aparente germinador del libro, en realidad todo poeta padece de males asociados como la ausencia, la soledad, la libertad de expresión, y sobre todo la forma en que escribe un verso que, permite que nos identifiquemos con el silencio y las esquinas, esta vez como la pieza final de un engranaje, mucho más amplio, que nos hace construir el poemario con esa fragmentación idílica de las películas en blanco y negre.

        Nota 6:

Amanece y anoche cada día. Vemos los atardeceres, los altares de la luz, la forma en que nuestras expectativas de vida, ¿se verá igual desde las esquinas? Esa conversación es vital en un texto como este, permite construir la imagen del poeta, y en parte la cura a la enfermedad.

 

          Nota 7 y final:

Sin caer en la rubicundez del poeta que estudia para ser creador literario, sino como el que siempre fue, sobre todo porque es absolutamente respetuoso del pensamiento ajeno, este es un BUEN texto, sobre todo por el cierre que es profundamente inminente: uno espera que llegue, pero no con toda la fuerza que un silencio fue lanzar y contener por ese:

Aquí no cesa el viento,
a veces busca hablarme,
yo también quisiera contarle
algo de mí
pero callamos,
luego se escapa
por las avenidas solitarias,
busca el trigo,
la cebada,
la miel de las colmenas,
se queda en la orilla
de los ríos
y desde las ramas
más altas
de los árboles
me llama.

Da para mucho pensar.

Cierro notas…  

 

Para La Coleccionista de Espejos: Delia McDonald Woolery

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