Mía Gallegos Domínguez
No conozco la
guerra. Y tampoco la paz.
Me duele la orfandad, el
desarraigo,
el sentirme extranjera en
cualquier sitio...
…Mía
Gallegos, es una poeta siempre en la búsqueda de sí misma… en pocos trazos su
poesía además de ser profundamente onírica, filosófica no busca decir nada más
de lo que ya es: palabra, por tanto, no necesita de academias ni sultanerías,
porque su palabra fluye como el viento en la tarde. Valdrá siempre la pena leer
cualquier cosa que escriba porque con ella, toda palabra es un mundo nuevo… Francisco
Zúñiga Díaz
Así,
en medio de la carrera de los 90s, de mi inicio como escritora, me fue
introducida, y no me he arrepentido nunca de escuchar su musa.
Periodista,
narradora, poeta, miembro N de la Academia Costarricense de la Lengua, y más
recientemente pintora, esta es, una de las más importantes poetas costarricense,
y hasta podría considerarse con justa razón, como la primera escritora, con
algunas salvedades, de lo que se ha dado en llamar feminismo literario nacional
y centroamericano.
Existe
un vínculo entre literatura y tiempo, y al igual existe un vínculo, aun mayor
entre literatura, en particular poesía y mujer pues, visibiliza la carga simbiótica
entre intimidad, desigualdad y violencia, de ahí la necesidad de conocer la
obra de autoras como Mía Gallegos Domínguez: las nuevas poéticas, de las que es
una de las inaugurantes, entroncan en un nuevo espíritu de resistencia que se
hace en sus diversos libros, no solo porque se hace cargo del espíritu de
resistencia que unen experiencias de intimidad compartidas, a formas de
escritura que navegan entre lo onírico y lo filosófico.
Resistencia
que, desde un primer momento Gallegos, al reclamar un espacio dentro de la
tarea literaria, subvirtió el proceso en beneficio de un cambio de roles que
amplia con cada paso su mapa cultural, en que la ficción no queda desvinculada.
Nacida en 1953, es decir, en los años posteriores a la revolución del 48, por tanto, en el cuarto creciente de aquella San José que históricamente estableció el patriarcado como hegemonía cultural, limitando con ello la educación de las mujeres que eran vistas como el ángel de la casa, pensándolo bien ¿Quién ha visto que los ángeles piensen por ellos mismos?, establecieron también un modelo de vida identificativo de la clase alta y media, que se constituyó en un imaginario social que, mediante una serie mensajes, discursos, e intimaciones de imagen, vinculaban a lo domestico a las mujeres, posición educativa que también la fija en un espacio de sumición total que, las obligaba a atender el hogar y la familia, al marido y los hijos, preparar la cena, pero nunca ocuparse de más lectura que los magazines, manuales de conducta, pienso yo, discursos periodísticos de las revistas creadas para ellas.
En ese mundo, Mía Gallegos fue ganadora de el
JOVEN CREACION, 1976, luego, el Alfonsina Storni, al año siguiente, Premio
Rubén Darío del Verso ilustrado, Premio Nacional Joaquín García Monge, Premio
Nacional Aquileo J. Echeverría, en 1985, 2006, y 2020, su obra ha sido recogida
en distintas antologías a nivel centroamericano, es decir, que su poética nació
dentro de estructuras y dogmas, que sin apenas darse cuenta rompe, el engranaje
de la hasta entonces conservadora cultura costarricense de entonces, por tanto,
no es casual que ella
haya producido un paralelo al reverdecer la poética femenina costarricense
pues, escribir, en especial para las mujeres, no es fácil, porque
para nosotras la escritura es intimidad, y en este caso, la autora se propone
hacer visibles las zonas intimas de algo que casi todas las mujeres compartimos
y, de las que hablamos de distintas maneras: las desigualdades, y las
violencias sociales de ambos géneros que conviven con nosotras, solo que en
este caso, ha podido crear una breve cartografía, un mapa, que muestra que la
literatura de mujer también tiene sus visos filosóficos, una rebelión que va
más, mucho más allá: toda escritura, y escritor, está relacionada directamente
con la lectura critica de sí mismo; intervención necesaria porque la mente es
siempre un campo de batalla, otro segundo punto del éxito de esta autora, que reconoce
perfectamente bien los límites territoriales de la cartografía que ha ido
creando con los años.
El
escribir es una guerra, y como bien diría Zung Zung, no se trata de otra cosa
que de esa forma particular de ver la vida que tiene cada guerrero: no se
escucha lo que otros dicen sino hacer instrumental para enfrentar el camino por
mano propia, por eso me parece a mí, su
poética construye un cuerpo con los significados de la mirada la intimidad
común entre palabra y ausencias, significados que de por sí, busca en cada
recodo del camino, con sentidos difíciles de vaciar, y es que en el principio,
según decía Zúñiga Díaz, en el principio de cada escritor al poner el cuerpo en
la escriturase pone la experiencia en la palabra, por lo que no extrañe que Gallegos haga voz de
ese silencio que, se materializa de lo íntimo a lo público, una voz y género
propios, que tal como lo afirmaría en 1936, Victoria Ocampo, escritora y
ensayista argentina, en la conferencia, en La Mujer y su expresión:…la
mujer debe hablar, expresarse por sí misma, dejando atrás las migajas de los
monólogos de los hombres; pues quien sabe escribir puede hacerlo desde la
conciencia del género…
Para La Coleccionista de espejos:
Dlia McDonald Woolery
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