El teatro
costarricense de la década de los 80´s fue sumamente contestatario. Tanto, que hizo
salir a las autoridades estatales a censurar ciertos espectáculos y rechazar
propuestas de ese tipo. Para muestra, unos botones: el cierre del Teatro al
Aire Libre del Museo Nacional, por uno de las mentes más retrógradas en cuanto
a visión teatral se refiere: el ministro Guido Sáenz. Y el rechazo al montaje
de textos “comprometedores” que, seguro, de gaveta en gaveta, fueron a dar a la
basura. Me refiero a textos como: “Sacco y Vancetti” (de Mauricio Kartun,
propuesta por la entonces directora María Bonilla, y rechazada por la Junta Directiva
de la Compañía Nacional de Teatro) “Con
alfiler en las alas” de Melvin Méndez, “Granada Real” de Miguel Rojas, “Camarada
Chaves” de un servidor…y otras tantas que fueron condenadas al exilio del
olvido.
Pero se
hacía necesario ocupar a las mentes teatrales inquietas en algo “desafiante”
pero alejado de las propuestas latinoamericanas de la Creación Colectiva
Colombiana, el socio drama argentino, los grupos denunciantes mexicanos, entre
tantos otros.
Este gran
distractor fue el postmodernismo: un mamotreto de intríngulis intelectualoides
cuyos benefactores, padrinos y madrinas, presentaron como la última chupada de
mango traída directamente de las Europas. Y no discuto que en Europa este
movimiento haya sido coherente con su cultura nihilista; pero un implante
abrupto en nuestras tierras, nuestra realidad y nuestra cultura, sólo ha dejado
un divorcio entre las sepetecientas cincuenta mil terminologías
semiótico-teatrales y el contexto social en el que nos corresponde vivir y
crear a los latinoamericanos.
Y es que,
como dice Elsa Pesce: El posmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas
absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden modificarse de un instante
a otro.” (Pesce Elsa. “Taller de Reflexión Artística III” 2014.)
¡ESO ES
EXACTAMENTE LO QUE ES! Una planta cuyas raíces no son de estas tierras, por lo
tanto, uno de los mejores engaños que he visto en mi vida: los jóvenes
teatreros hacen ahora montajes (en honor a este bodrio al que llamaron
postmodernismo) pero se satisfacen con haber barajado, al menos, unos cincuenta
términos semiótico-teatral-posmodernista, sin que el contexto les valga un
pepino.
Y es que, para esa época (los 80 y parte de
los noventa) los dramaturgos y los grupos teatrales independientes,
investigábamos en busca de una identidad teatral. Investigábamos más allá de lo
poquito que sabemos de la verdadera historia de América Latina. Investigábamos
leyendas y tradiciones. En mi caso, subí un par de veces a Talamanca y viajé a
Boruca a ver “La Fiesta de los Diablitos” que, aunque muy modificada para
recaudar fondos y hacer actividad para turistas) mantiene el aire y el espíritu
de la expresión autóctona.
Pero,
quienes promovieron la inserción en nuestro medio del postmodernismo, sabían
que iba a ser muy atractivo para los jóvenes ávidos de “moda y novedad” Al fin y al cabo, esa es la educación que
les dio nuestra cultura
neo-intelectualoide: estar a la moda de las tendencias “desarrolladas” y
olvidarse de las poladas de estas tierras.
Dirigiendo
un montaje teatral sobre “Bullying” para girar a colegios, me decía una de las
jóvenes actrices: “¡Es que es lo mismo de siempre. NO se hace nada nuevo!” No
se refería a nuevos contenidos o enfoques novedosos, se refería a “las
cabriolas posmodernas” que ponen todo revuelto para que sea más “cute”.
Extraño el
teatro de Federico García Lorca, de Osvaldo Dragún, de Augusto Boal…, no para
que se sigan haciendo como siempre se ha hecho. Como este es un verdadero
teatro, de verdadero cuestionamiento de su contexto socio-político, usted puede
poner, si quiere, a los actores de cabeza…y siempre abrirán decenas de nuevas
ventanas en la mente de los espectadores y espectadoras.
Es cierto:
en muchos lugares durante muchas épocas se han instalado en el trono del teatro,
usurpadores que hablan un lenguaje intelectualoide que asombra a los ingenuos,
“divinas palabras”, como diría don Ramóm María del Valle Inclán,… ¡¡pero de
ideas muertas!!
Víctor Valdelomar Mora.
San
José 1°-09-2015
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