jueves, 19 de febrero de 2015

Elisa la Aldeana

No diría que es un mal texto, es diferente a otros porque ni siquiera principia como otros, porque obvio, es el resultado de un arte interior muy parecido a un colache pictórico, multi-temático, multi-sensorial, diría Yan, que usando la tercera persona del plural recrea continuamente  textos infantiles de literatura universal y, la obra de Carmen Lyra, entre los que destaca El pájaro dulce encanto.
Es curioso este relato porque el conflicto nunca es presentado.
Veo al relato como un bloque, un solo núcleo narrado a través de acciones que se suceden lineales en el tiempo.
Puedo advertir lo tácito como núcleos imaginarios, sugeridos, no escritos.
Siendo así,  cómo hay que contar o leer el texto, si en primera o en segunda, es toda una aventura pues es como transitar por un mundo de muchas cosas vistas y jamás contadas, cuyo abordaje narrativo me resultó complejo, por su vasto espectro de interpretaciones, pues aunque son varios títulos, es un solo cuento con un fluir variado lo que tenemos aquí moviéndose entre un narrador omnisciente y uno protagonista; casi me pareció un relato hecho por una cámara, como si estuvieses frente a una película cuyo rodar nos hace tener claro el juego de personificación que juega cada integrante del núcleo creativo de la escritora, quién mantiene contacto estrello con una alternancia del punto de vista fluctuante que da por resultado ese punto de vista fotográfico de cuando se cuentan cuentos a personas pequeñas, en este caso, supongo que la re-creación fue hecha para los nietos..
Los fallos que presenta el libro, podrían atribuirse al poco cuidado, o ausencia de un editor creativo, y no solo la dedicación exclusiva a publicar por publicar sin poner atención a detalles como:
1.    La redacción (la ortografía está bien cuidada, es el uso de los artículos donde existen fallas)
2.    El continuismo de las ideas, es poco relacionado con el texto
3.    El control de las secuencias, es alterno en lugar de lineal
4.    Faltó más detalle en la estructura y en la medición del tiempo, y sobre todo, las voces internas no miden su deseo de hablar
5.    Orden en el argumento que, en sí, es bastante bueno.
Detalles esos, que hacen de cuentario, que pudo haber dado más un trabajo de regular calidad
 
Sobre la crítica
En lo personal, yo encontré  dos narradores que al mismo tiempo que dan estructura a los núcleos narrativos, fortaleciendo al mismo tiempo el rol del narrado, que, a mí entender, es el que estructura el relato, y lo que debió trabajarse un poco más:
 
1.   Anastasia, la narradora inicial es omnisciente, pero a veces habla en tercera persona, contando una historia un tanto difusa, en que desde el principio, dos mujeres, que no son madre e hija, huyen de una invasión del país vecino…
2.   Elisa, el segundo narrador, habla siempre en primera persona, una historia paralela a Anastasia el primer narrador que empieza la secuencia con un secreto entre manos…
3.   El tercer elemento aquí, es Cipriana, una especie de hada inmortal que vive en el fondo del bosque, que es una voz observante y muy humana que representa siempre salvación y ayuda, por su sabiduría que radica en su edad y conocimiento
4.   Los otros personajes, Genaro, los reyes y hasta el Pájaro dulce encanto van apareciendo a medida que el continuum, es decir, el seguimiento de la lectura lleva a un punto psicológicamente, muy interpretativo
     El libro se desarrolla en trece emi-ejes, o capítulos cortos con dos narradores vinculando los núcleos narrativos durante todo el texto que puestos a contar lo que suponemos la autora cuenta desde su propio nivel interpretativo, de forma tal que la fusión de ideas sucede al final del cuento. Solo hemos de trabajar algunos capítulos no necesariamente lineales, para dar la oportunidad al lector de seguir la obra.
Entonces,
·        Una primera parte bien diferenciada de las otras, con un solo narrador que nos presenta un mundo, en apariencia interior, y nos convida dudas anticipatorias acerca del lenguaje.
En el primer núcleo el autor hace un planteo de tipo filosófico que nos dispone a relacionarnos con el cuento a partir de su mirada particular. Es aquí cuando aparece el narrador en primera persona y permite que el lector observe lo que pasa por su mente, y pone en cuestión el uso del lenguaje al proponer un juego muy interesante: ¿Quién nos habla si la autora utilizando líneas internas de pensamiento y descripciones sobre sí misma: es devota y cree en repuestas divinas, nos presenta dudas que darán sustento a las decisiones de relación con el narrador, a su alternancia durante todo el cuento?
Con un poco de miedo repetirse expone, desde el principio su cuestionamiento acerca de cómo va a estructurar el cuento, y sabe bien que lo más difícil va a ser encontrar la manera de contar lo que pase por su cabeza mientras escribe
·        A partir del segundo capítulo, se presenta un nuevo escenario y otro nivel de lectura; pues empiezan a convivir dos planos que se entrelazan por la intervención del primer narrador, Anastasia, por la que conocemos a los personajes y la historia. Se entrelazan así diferentes niveles de realidad. El lector empieza a relacionarse con la multiplicidad.
En este núcleo, el primer narrador, introduce a quién será nuestro segundo narrador y protagonista, Elisa, haciéndonos conocer su actividad le otorga, en parte, la narración. Este núcleo se desarrolla hasta que Elisa encuentra al príncipe Genaro… aquí, los narradores nos presentan el espacio y el tiempo de la historia, que siempre es ambiguo (por este carácter dudoso de saber si el que está contando es el mismo que cuenta al que esta contando para escribirlo).
       El tercer núcleo, introduce un giro en la historia. Un plano fantástico que termina fundiendo las figuras de los narradores con la historia. Los dos narradores, frente a frente, se alternarán en la narración. El primer narrador se hace visible con su cielo y sus nubes y palomas y preguntas, mientras narra el segundo narrador trata de emerger.
 Este recurso, el de enfrentar las dos primeras partes del relato mantiene al lector relacionado con dos líneas de tiempo y de espacio, la de la historia de Elisa, la mujer, la niña perdida en el bosque, Anastasia y la del primer narrador.
Lo demás está estructurada con reglas más tradicionales de la narrativa: el tiempo es lineal y los personajes son reconocibles. Protagoniza esta etapa el desarrollo del núcleo de la historia (con sus sub-núcleos), narrada por Anastasia, el primer narrador mutando de espectador a narrador a actuante aparece entre paréntesis invitándonos a la invención, dando quizá las claves suficientes para acertar con la verdad, antes del final…
Hasta acá, conocimos a los personajes y sus relaciones. La escena se despliega, sin llegar a un verdadero conflicto  y nos muestra un desenlace que advertimos que no es el fin del cuento por el tono de continuidad.
El nuevo núcleo expone una metamorfosis. Es el mundo de la representación, lo que simboliza o metaforiza nuestro personaje narrativo, como espectador, como actuante, de un tiempo que aparenta estar detenido es consecuencia de la construcción de la mezcla directa de los mundos múltiples que caracterizan al cuento; la realidad del primer narrador, une con la realidad de la interpretación…
Sobre la autora:
Daisy Díaz Amador nació en San Pedro de Montes de Oca en 1924. Siendo estudiante del Colegio de Señoritas, uso el seudónimo Robina del Valle, y colaboró escribiendo prosa en los periódicos El Guanacaste y Mujer y Hogar. Desde los años de colegiala, soñaba con poder expresar en un libro el mundo que encierra en lo más recóndito del alma.
Elisa La Aldeana es su tercer libro y su primer cuento publicado.
Tanto la portada, como algunas ilustraciones son nietas de doña Daisy.   La misma autora también es pintora.
Para La Coleccionista de Espejos:
                                   Dlia Mc Donald Woolery

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