lunes, 8 de septiembre de 2014

El Cuento...

 Aquí,  me voy a ocupar un tanto del cuento literario, no del folclórico ni del compuesto para  exponerse de manera oral para un público.

En cuanto a ese tipo de narrativa, soy un neófito en búsqueda de conocimientos.  Si nos pusiéramos a reflexionar en torno al género, su nombre, una definición exacta, pasaríamos un siglo sin ponernos de acuerdo. Hagamos, entonces, un salto a priori y demos por hecho que existen los géneros literaritos, y que hay uno que suele ser narrativo y que se le dice cuento (no cuento corto, que es un calco del inglés). Aunque muchos expertos difieran conmigo, la mayor y más clara diferencia que yo encuentro entre el cuento y la novela es la extensión.  Edgar Allan Poe decía que se debe poder leer un cuento  en una sola sentada, sin embargo algunas obras como La Metamorfosis, de Kafka y El Oso, de Faulkner aparecen en ciertas antologías, como cuentos largos y en otras como novelas cortas.

El cuento tradicional suele tener una estructura, a saber: introducción, desarrollo y desenlace. Que no necesariamente tiene que ser cronológico ni seguir ese orden.  La dicción debe ser literaria (lo literario se refiere al aspecto estético y los recursos como la metáfora, el símil, la sinestesia que  lo proveen) e ir de acuerdo al tema tratado, también se deben procurar la eufonía y evitar la cacofonía, las frases hechas, los títulos y frases de canciones populares que no tengan un propósito específico, de lo contrario pueden distraer al lector.  Es recomendable que haya un equilibrio entre dialogo y narración y que los párrafos largos y las oraciones compuestas y complejas se asignen a los personajes también complejos. Se recomiendan las llamadas palabras de “contenido” como verbos, adjetivos, adverbios, sustantivos.

Debe tener  escenarios claros, donde ocurran los hechos y que estos se acoplen bien a la trama, los personajes, la  acción, etc.   Aquí se puede incluir el tiempo: tanto interno como externo de la acción, más el estado emocional y o mental, por lo menos, del protagonista y antagonista del texto.

Los personajes no deben ser numerosos, a no ser que sirvan como trasfondo o coro(a lo griego). Debe haber por lo menos, un protagonista bien definido, y de igual manera un antagonista.  El antagonista y el protagonista pueden cohabitar dentro de un mismo personaje (fuerzas antagónicas), y a veces el antagonista puede no ser un ser humano. Ojala,  para cuando finalice el cuento, haya habido algún cambio en el protagonista, mejor todavía que sea  positivo.  Si hay moraleja o enseñanza, debe ser sugerida, que para sermones los predicadores, los padres, la pareja bastan.

El suspenso se considera un recurso algo barato, hoy día.  En una época gozo de gran prestigio pero quizá por el abuso de ese recurso hecho por la radio y telenovelas, además de las historietas en serie publicadas en revistas y periódicos, ha venido un poco a menos. Tampoco los finales inesperados son muy recomendables hoy,  y si se emplean se deben colocar pistas a lo largo de la narración para poner en alerta al lector entrenado. Muchos críticos no ven con buenos ojos los finales felices, y algunos cuentos tienen finales múltiples o abiertos. Así invitan al lector a ser coautor o dejan las puertas abiertas para una segunda parte. También a veces se coloca el final al principio del relato.  Existen dos expresiones en latín que se suelen aplicar al cuento que se puede traducir al español como” anterioridad” y” posterioridad.” Estos conceptos sostienen que todo cuento es infinito en el tiempo y que lo que el autor hace es buscar un momento, ojalá, epifanio en el relato para invitarnos a compartir, porque ¿Qué había pasado antes de que a la Cenicienta  la redujeran a la servidumbre y que pasara después de su matrimonio con el príncipe? Y ¿En qué consiste el vivir para siempre felices? O el “me meto por un huequito y me salgo por otro para que usted me cuente otro”. O el famoso cuento interminable, en donde un ratoncito se lleva un grano cada noche, de un silo lleno de maíz, además de la técnica de los relatos enmarcados o episódicos.

El cuento suele tener un inicio en que se está en cero, un ascenso durante el cual se produce una complicación, un clímax, un descenso paulatino o vertiginoso y el desenlace con la esperanza  de que se vuelva a estar en  cero, pero siempre meditando sobre los hechos memorables. La idea es que las emociones del lector sigan este, también por esta senda

El cuento debe tener un narrador que puede ser protagonista, testigo, omnisciente, stream of consciousness, introducido y hábilmente manejado por Virginia Woolf y James Joyce (monologo interior) o una mezcla de varios. No se debe confundir al autor con el narrador puesto que no es lo mismo, aunque este sea el protagonista (el autor muere, el narrador no, el narrador pertenece al micro cosmos, el autor al macro, una vez concluido el cuento el narrador no puede cambiar de opinión, el autor sí. El narrador puede ser ajeno a los aconteceres y  los personajes o puede ser muy cercano y participativo. Tanto su edad, genero, clase social, visión de mundo, educación como sus conceptos éticos y políticos, los cuales a veces son difíciles de precisar, son importantes.

Es necesario que se tenga en cuenta que para el cuento se crea un microcosmos ficticio paralelo al macrocosmos “real” en que vivimos. Si bien este micro mundo en mucho refleja una variedad  de entes del macro mundo “real”,  también es antojadizo porque se somete a la voluntad del autor y a las convenciones estéticas del arte literario.  Es por eso, entre otras, que las reglas en este micro cosmos, no son las mismas que las del macro cosmos. No tiene que someterse a las leyes naturales  del macro cosmos nuestro.

 La” verdad”, por ejemplo, no es la misma en este mundo artístico que en el mundo “real”.  En el mundo real las hormigas, que uno sepa, no hablan ni los arboles deambulan por el bosque. En mi cuento mis hormigas pueden hablar y los arboles pueden caminar si yo quiero. Eso sí, si yo  pretendo que mi cuento sea verosímil, tengo que establecer esta arbitrariedad desde el inicio de la narración.  Aquí no valen las improvisaciones ni los de repentes. Si se menciona un arma de fuego en el cuento, se debe utilizar en algún momento para algo.  Y las acciones de los personajes deben ser congruentes,  bien motivadas y de  justificación lógica, con la salvedad de que se quiera alcanzar algún objetivo ulterior.  Una dulce niñita de 9 años no puede eliminar a su padre súbitamente, a mitad del relato y con una escopeta sin alguna sutil o abierta advertencia al lector entrenado. En ocasiones el narrador no es confiable, por lo cual el juicio que el lector emita sobre la acción y los personajes, tiene que depender de las situaciones y las acciones de los  que pueblan  el  micro cosmos en cuestión.

Estas son algunas pocas observaciones acerca del cuento literario tradicional.

  
Una pequeña  muestra de narradores y  narraciones: Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges, Horacio Quiroga, Carmen Lyra, james Joyce, Ernest Hemingway, Eudora Welty, Francisco Zúñiga, Katherine Ann Porter, William Faulkner, John Staimbeck, Anton Chejov, Leopoldo Alas Clarín, Honore de Balzac, Amos Tutuola, Charles Dickens, William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra, Quince Duncan, Gustavo Adolfo Becquer, Heinrich y Thomas Mann (hermanos), Shiva y V.S. Naipaul(hermanos), Alejandro Dumas(padre e hijo); Anne, Charlotte y Emily Broté (hermanas), las  Parábolas de Jesús, Las Mil y una Noches, El Conde Lucanor, El Decamerón, El Lazarillo de Tormes, Los Cuentos de Canterbury además de  una infinidad de otras historias bíblicas o de la mitología Greco –Romana, etc.

    Para el Círculo de Cuenta cuentos de Costa Rica,

                                             y La Coleccionista de Espejos:  Frankyn Perry

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