Hace pocos días, se cumplieron 64 años de la muerte de Manuel, María
Daniel Francisco de Paula Salazar Zúñiga, mejor conocido como Mélico Salazar, nombre que si acaso reconocen unos pocos
costarricenses, por ser el nombre del según teatro más importante del país y
punto.
Ahora les contaremos que no
solo Keylor Navas, fue el único costarricense en destacar en Europa, sino que también
Melico, que quiere decir cantable Salazar, nacido en San José, el tres de enero de 1887, también fue
gloria para la patria casi 100 años antes, aunque lo suyo fue una cultura no
tan popular: fue el primero tenor lirico, considerado de primera categoría, por tanto, más
influyente e importante de la historia de Costa Rica.
Fue el quinto de un total de siete hijos, de lo que llamaríamos
hoy una familia de escasos recursos, formada por Nazario Salazar y Rafaelita
Zúñiga, y no hubo sacrificios que no hicieran por él, que llegó al canto después
de que su familia se traslada a vivir a Cartago, donde recibió sus primeras
lecciones de solfeo y canto, y a los 10 años su madre lo llevó al Teatro
Variedades para ver una ópera Lucia di Lammermoor de Donizetti, presentada
en San José por la compañía italiana de Mario Lumbardi.
O sabemos más de quienes fueron sus hermanos o que,
hicieron sus padres en una época en que probablemente no existían becas para
que su hijo estudiara en la que conocemos actualmente como la Escuela
Buenaventura Corrales o Edificio Metálico que entonces eran las Escuelas
Graduadas, destinas a cierto sector medio de la sociedad, e hizo la secundaria en
el Colegio Seminario.
A los 15 años, a partir de que el periódico El Noticiero el 5 de noviembre de 1904, dedica
una crónica sobre la fiesta solemne realizada en San Rafael de Oreamuno,
Cartago en donde destaca que sobresalió la voz privilegiada del tenor Manuel
Salazar, Mélico Salazar, su voz comenzó a extenderse poco a poco por el
resto del país. A finales de ese mismo año, el 29 de diciembre de 1904, actuó
por primera vez en el Teatro Nacional de Costa Rica, invitado por José Joaquín
Vargas Calvo, su maestro de entonces, con tan resonante éxito que le valió la
oferta de clases gratuitas de canto y solfeo, pues sus aptitudes vocales fueron
reconocidas desde muy joven. Cuando cumple los 15 años de edad entra al
escenario por primera vez y debuta con la zarzuela Cadiz.
Escasamente cumplidos
los 17 años, hace su debut oficial en San José en el teatro Variedades,
interpretando la zarzuela Los Bohemios, y obtiene una beca para estudiar canto
en Milán, Italia, sueño largamente acariciado, donde conoce a quien luego sería
su esposa y compañera para el resto de su vida, Angiolina Viassone Cantero, con
la que contrajo matrimonio el 22 de marzo de 1914.
En 1907, al iniciar su época de estudiante en
el Viejo Continente, es acogido por la familia del pianista y compositor Albise Castegnaro, tres años antes de terminar
sus estudios liricos, debutó en Costa Rica, con Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni y con I Pagliacci de Ruggero Leoncavallo, y al terminar sus estudios liricos llegan a
su fin con su debut, en el papel masculino principal de la misma ópera que
cuando niño promovió sus deseos de ser cantante lirico: Lucia di Lammermoor, en
el Teatrio Verme, con la misma compañía de Lombardi que de niño despertó su don.
A partir de ese momento, y de la mano de la compañía de Lumbardi, Mélico
extendería su fama por Centroamérica, Estados Unidos y el resto del mundo.
El legado musical de Mélico Salazar tiene que ver con
la realización de Otelo, ya que su interpretación
de El Moro de Venecia, superó las realizaciones hechas por grandes de la ópera,
incluyendo al tenor Francesco Tamagno, quien estrenó la ópera.
Su carrera duró cuarenta años, y al volver al país fundo
una escuela para enseñar a los menos afortunados su arte. Por ambages de la política,
por ser seguidor de Calderón Guardia, moriría de depresión y otras
complicaciones, en la indigencia, el 6 de agosto de 1950, cuando el gobierno de
Figueres Ferrer, tras derrocar al primero, cierra su escuela, su principal
medio de subsistencia, le niega cualquier gestión de trabajo y la pensión con
la que pudo haber pagado su medicación...
Para La Coleccionista de Espejos:
Gaby Sol R
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