sábado, 9 de noviembre de 2013

Circomística


Angélica Murillo

Todo circo tiene una magia propia y ninguno es igual a otro… un porque no existe un ser humano igual a otro y menos un poeta por generación espontánea…

En general, la poesía, sino tiene magia es aburrida. Conocemos los casos concretos, que por titularidad académica, o por vaivenes de la vida se dicen poetas, que nunca llegaran a entender que la magia estriba en lo que vemos sino en lo que no vemos, es decir en la construcción de imágenes mediante la derivación de metáforas circunstanciales y circunstancias metafóricas. En todo caso a lo que se le llama licencia poética.

Sobre el libro:

Nos centraremos aquí exclusivamente en la llamada de magia del circo místico, o la Circomística que, como en poesía se suele clasificar como ilusionismo según diferentes conceptos en función de la distancia de los espectadores, número de ellos y localización de la presentación, efectos hechos a corta distancia, que mediante la introducción de mundos concretos, objetos cotidianos y de pequeño tamaño de un conocimiento interior particular, permite acceder con facilidad  juegos de magia visibles, es lo que suele llamarse licencia poética…

La Orquesta

Porque el circo posee del ánfora/ su abismo,/ invoca al duende a dirigir la orquesta: El duende tomó la Kora/ y tensó la primera cuerda. Y yo divagaba en la llave/ que la danza crea, cuando acude/ese antro donde el duende nos tiene presos./ Suyo es el cetro del orfebre/y vano el eco de la fiera que cae/ aguijoneada por su esquila./ Una /o mil veces/congrega al centinela en la pezuña/ del lobo/o en la célica acrobacia que golpea/el sigilo del corcel./Por eso/de su preludio se resisten/a ser aliados los volatineros./Mas él padece/de un óptico gemido/y a todos inventa, revuelve/confunde:/Claves de sol o pentagramas./Melodías que se engendran/ para que las devore el circo…

Los circos son escasos, (más en estos tiempos en que rivalizábamos con internet), de hecho sin que los busquemos no les hallaremos (En eso no es igual a la poesía que podemos encontrar en casi cualquier lugar) y sin embargo, han existido para entretener grupos que pueden ir desde unas quince a cien personas, a solo una que, utilizando diversos elementos sensoriales: tacto, oído, olor, visión fundiéndose con los elementos de creación convencionales, sogas, pañuelos, aros, y diversos accesorios de tamaño medio, que suelen utilizar los artistas circenses, todos destinados a llamar la atención y a presentarnos distintos conceptos, relaciones de mundo e ideas desde el punto de vista del maestro de ceremonias, en este caso la autora, la mayoría de la veces, un verdadero logro de integración, sobre todo si tomamos en cuenta que todo libro, no se puede en ocasiones decir lo contrario, demuestra quien es el autor, que es lo que tiene que decir, y cómo lo dice, otra defensa no es necesaria.

El Maestro de Ceremonias

Diríase un cuervo suspendido/por cuatro puntos cardinales/o algún inamovible abanico sujetado/por el cincel del mármol./Míralo,/descorre pronto su pupila ardiente/es ella quien construye las lámparas del helio./ Nada en torno suyo respira/y sus vértebras contienen/el giro del atlante que te anuncia/la caída de los templos./Anda/dile que en el arco de su iris/aún las sillas no están vacías./Pero basta el golpe de un lamento/sobre su sombra acumulada/y sentir/este reloj que corroe/el eje de su abismo/mientras un eco no escuchado danza:/Eres un bastón en el ático/del tiempo/inútil vigilante de no sé/qué tumba.

La poesía es, por sí misma, una disciplina dentro del ilusionismo.
Tiene muchos siglos de historia, y su máximo exponente es el poeta mismo…

Obviamente el/la poeta tiene una sensibilidad interior que no se rebaja a andar por ahí queriendo obligar a otros a aceptar lo que se escribe por influjo de otros, pues para ser poeta no se necesita ser ingeniero para construirlo, ni amante para sentirlo, mucho menos abogado para defenderlo, simplemente se necesita ser. En este caso queda claro.

El Mago/

Ese asombro en la vasija de la orilla/que juega a ser golpe en el latido de la nieve./No era el metálico artificio del mago/rompiendo la túnica de los balcones/ni era la carpa de pupila/entre palomas de cal./Podría pensar en la mirada del niño/devorándose a sí misma/o en su lienzo que esta noche/es pájaro que rompe/las membranas de la luz./¿Cómo?/si tan cerca de todos maullaba el gato/en la caja del verdugo/¡el mago!, que en cada escaparate/no alcanza a desdoblar la huida.

Ml. Dr. Calebth Aguilar Figuls

 

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