lunes, 29 de julio de 2013

Con palabra de mujer...

Foto con fines ilustrativos
  Más libros sobre ella no existen.

 Pese a todo, fotos de ella no encontré  Nos queda su palabra que no es nada queda. 

 Como Chavela Vargas; Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, esta es una de las grandes voces perdidas de la literatura costarricense, como siempre olvidadas hasta que alguien las recuerde, o mejor dicho las reconozca…

Ha librarme cantaba la voz secreta de Ninfa, mientras el papalote de su infancia la elevaba del llano de San José hacia las nubes.

Venus de Emilo… no sé si este texto le pertenece, lo encontré entre las referencias de internet y me pareció muy atinado usarlo…

Como se lee, ella tuvo una vida accidentada, producto de una infancia que  Isabel Allende o García Márquez, difícilmente hubiesen podido crear por lo increíble de los eventos:

·         Dicen que nació de un huevo desconocido, es decir que nunca tuvo madre, y que desde los tres años, su padre delegó su crianza en manos de una hermana, quien curiosamente también se llamaba Ninfa, e hizo su vida aparte de ellas…

·         Vivió en la hacienda La América, Guanacaste, de donde huye, cansada de los rígidos preceptos y castigos, de la rígida e inflexible tía que la obligaba a no tener compañías de ningún tipo, se educó en casa, y podía dejar la cama solo para sus necesidades higiénicas personales

·         Y encima de todo eso, padeció artritis, enfermedad que deterioró su imagen e identidad corporales y restringió su capacidad de movimiento

  
Foto ilustrativa
No se sabe en qué época de esos años convulsos, huyó de ese mundo y peregrinó por San José, Liberia, México, Estados Unidos (Se dice que  en Nueva York, conoció a Ernesto Che Guevara), e Italia.  Terminó en México, como todos los demás, al inicio, en casa de su tía Lupe, de donde se fue cuando empezaron los sometimientos restrictivos.

La enfermedad nunca contuvo su vida, y menos la que había decidido vivir: fue amiga de Trotsky, militante política tenaz, en la que incluso se dice que hubo una confabulación astral de tiempos y revoluciones en que dos conocidas, una llamada Ninfa empuja la silla de ruedas de otra llamada Frida Kahlo durante la manifestación de apoyo a la causa guatemalteca.  Unos años después, Frida empuja simbólicamente la de Ninfa…

  
Foto ilustrativa
También tuvo amantes, protegió a un aeropirata mexicano en su casa de la Roma, y tras el largo asedio de Emilo Abreu Gómez ella accedió a casarse con él en la primavera de 1938: nueve días antes se había hecho afectiva de  la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas, en la que ambos llevaban una marcha de guerra. De este matrimonio que pese a los engaños, exigencias y menosprecios de Abreu Gómez, para que fuese su secretaria y enlace social, dura veinte años, nace Juana Inés, 1939, como prueba de la filiación Sor Juanista que profesaba Abreu, de quién se divorcia cuando él la descalificó de sus responsabilidades maternas; porque la hija se había casado en secreto con Bernardo Díaz -bisnieto de Porfirio Díaz y ella, convencida del poder del amor sobre su militancia política, guardó el secreto de los jóvenes, lo que enojó a Abreu Gómez.

    Patrocinada por la REVISTA AMÉRICA, en 1949, a los 33 años, pública su libro: Amor quiere que muera…, con un tiraje de 500 ejemplares numerados.
Su obra tiene el acento de la poesía amatoria, sin embargo, la penitencia y sus acciones sobre el ser humano, siempre están presentes por el uso y forma de introducir las palabras: apartar, cerrar, arrancar, destrozar, cegar, perseguir, quemar, aventar…

Antes de Abreu, no se le conocen estudios, durante su matrimonio fue su secretaria y agente social, y después del divorcio, a partir de 1953 trabaja como auxiliar en la Delegación de México ante la Organización de los Estados Americanos, estos siendo la base se su carrera diplomática y en 1958 ocupa el cargo funcionario de vicecónsul. En 1963 viaja a Nueva York. Desde 1967 vivió trece años, en Italia.

  
Foto ilustrativa
Cuando la deglutió definitivamente la enfermedad, regresa a México, ya inválida. Dormida entre biografías, gatos, periódicos, por las noches durante los insomnios escribía cartas, fallece el 26 de julio de 1990.

   Lo que no dijimos y era nuestro y nos pertenecía y nunca usamos
Donde mi soledad se golpea y se hiere para hacerte bajar la mirada de piedra
y tomarme y destruirme…

Para La Coleccionista de Espejos:  Akellerman

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