David Maradiaga
Hace días.
Esa tarde le pregunté a Dell, porque vagamente recordaba ese nombre de cuando iniciaba en mis lides profesionales, quién era…
Nunca sabremos a fecha cierta sobre el día ni la forma de su muerte.
Solo que fue, probablemente, el penúltimo de los llamados Escritores Malditos costarricenses.
Quizás el más próximo a su camino fue Felipe Granados, y ya sabemos cuál fue su fin…
Con más frecuencia de la
esperada terminan asilados en cárceles o casas, o muertos como el caso de Roque
Dalton o Violeta Parra: igual que otro caso más actual, todas sus cosas estaban
junto a él, pero permaneció desaparecido casi un mes pese al reclamo de familiares
y amigos, por lo que se presumió mano criminal, investigación que al final
quedó en el misterio; o más bien con la pregunta obvia:¿Por qué no estaba con
sus amigos ahora y en la hora de su muerte?,¿Qué han hecho de y en su ausencia esos amigos?
y más importante todavía, ¿Habría apoyado todo el juego mediático de poder ante
las actuales contravenciones culturales generados por muchos de sus conocidos?
David, además de poeta y brillante escritor, era un amigo, un amigo de centenares de amigos. Amigos que lo recordamos, amigos que lo extrañamos, amigos que aprendimos, amigos que todavía lo vemos caminar, en forma solitaria en las calles de San José, hablándole a las estrellas quizás o a algún indigente que, a altas horas de la noche, se acercaba por ahí.
Pero unos meses más tarde, frente a la mismísima casa de gobierno, alguien en una pared de lata de zinc quiso recordarle a alguno de los habitantes de turno de Zapote que "David Maradiaga vive" y así lo seguimos diciendo nosotros, sus amigos…
que agarra la palabra y la blande frente al hastío
que un día nacerá de mis pálidas gotas
De tiempo en tiempo, la cultura costarricense sufre grandes y
terribles pérdidas (y/o ganancias. Todo depende del cristal con que se mire…)
que siempre son terriblemente necesarias…
Hace días.
Al dirigirme al entierro de doña Clo, pasé por una pared y ahí estaba;
medio cubierta de muchas manos de pintura de agua pero perfectamente leíble:
DAVID MARADIAGA VIVE: NO HA MUERTO SU POESIA…
Esa tarde le pregunté a Dell, porque vagamente recordaba ese nombre de cuando iniciaba en mis lides profesionales, quién era…
Nunca sabremos a fecha cierta sobre el día ni la forma de su muerte.
Solo que fue, probablemente, el penúltimo de los llamados Escritores Malditos costarricenses.
Quizás el más próximo a su camino fue Felipe Granados, y ya sabemos cuál fue su fin…
En Costa Rica el escritor maldito es el que muere alcoholizado
en algún bar olvidado, o el olvidado renegado, que rumea sus recuerdos bajo el
ocaso del impertinente alcohol de su prepotencia que lo hace creerse que por
eso es famoso, recordado poeta de la revolución que se hace en solitario aunque a veces lo único que hacemos es dañar a
los demás, con toda intención porque bien que sabemos lo que hacemos…
Sabremos simplemente que, único e irreverente. Gran lector.
Amante de un mundo en el que vivió día a día, David Maradiaga, fue grande a su
propio modo, y por ello uno de los más importantes, en aquel momento, poetas
jóvenes que descollaban a finales de la década de los noventas.
Su
vida no fue fácil…
Fue el producto del caldero en que destacan los cogollos tiernos del fruto poético que llevaba dentro y que hace verdaderos escritores…
Fue el producto del caldero en que destacan los cogollos tiernos del fruto poético que llevaba dentro y que hace verdaderos escritores…
Oficialmente muerto a los 27 años; su cuerpo, desaparecido desde
julio fue recuperado en la antigua morgue de la ciudad (6 meses y 2 días
después de que Jaime Bustamente, compañero de luchas y poeta del que también
hablaremos más adelante, Oscar Fallas, y María del Mar Cordero integrantes de
la Asociación Ecologista Costarricense (AECO), como él, murieron inmolados en
una casa ubicada en Guadalupe), fue entregado a familiares y amigos que le
buscaban en las primeras fechas de agosto, con la nota …hallado en el
Parque de los Mangos, Zapote…
Antes y durante su muerte no hay nada.
Ese es el precio de ser consecuente con lo que uno piensa y es.
Ese es el precio de ser consecuente con lo que uno piensa y es.
En este país se piensa que ser académico, tener los
contactos adecuados para lograr premios y reconocimientos, publicaciones en las
mismas instituciones en las que se trabaja, bipolares que les llaman ahora, ser
hijo de familias adineradas cuyo nombre compra espacios para hijos sin más
logros que una carrera que entronizan para sentirse escritores, ensalzando
en público a los mismos de los que se habla mal en las reuniones de amigos, investigadores
o escritores sin talento, que odian su patria que se van del país para intentar ser
reconocidos en el extranjero es ser maldito; por tanto grandes escritores,
seres humanos del todo apartados de su realidad que… pensándolo bien, si están
malditos porque nunca van a ser nada más que lo ya son y ¡vaya que tienen un
nombre que en algunos casos deberían olvidar!…
El que un poeta sea muerto por sus ideas políticas no es
extraño: su función en la sociedad es obligar al pensamiento reflexivo que
lleve a soluciones de los problemas sociales, y no a enturbiarlos por razones
personales...
Era de origen nicaragüense. Hijo de padres sobrevivientes a la
guerra sandinista que, muy joven, tras la desaparición del padre, fue marcado
con el sino poético que evolucionó hasta llegar a ser una sabia poética
floreciente y destacada que no se limitó a ser uno más del montón que buscaba
reconocimientos sin méritos...
También fue escritor, poeta, luchador, soñador, enamorado de la vida, ecologista.
No vamos a seguir más.
No lo conocíamos lo suficiente como para hacerlo.
Eso lo dejamos en manos de Fernando Francia quién, nos parece hace una recopilación más cercana a todo lo demás que circula por internet; quizá porque él, igual que Maradiaga no ha cambiado con el tiempo:
…También fue escritor, poeta, luchador, soñador, enamorado de la vida, ecologista.
No vamos a seguir más.
No lo conocíamos lo suficiente como para hacerlo.
Eso lo dejamos en manos de Fernando Francia quién, nos parece hace una recopilación más cercana a todo lo demás que circula por internet; quizá porque él, igual que Maradiaga no ha cambiado con el tiempo:
Su lucha era por la vida, su lucha era por la autonomía de las
comunidades. Su lucha tenía que ver con la libertad, con la armonía entre los
seres humanos y con su entorno, pero muy especialmente, su lucha tenía que ver
con los más desposeídos y buscaron, siempre, las oportunidades que se les han
arrebatado.
David, además de poeta y brillante escritor, era un amigo, un amigo de centenares de amigos. Amigos que lo recordamos, amigos que lo extrañamos, amigos que aprendimos, amigos que todavía lo vemos caminar, en forma solitaria en las calles de San José, hablándole a las estrellas quizás o a algún indigente que, a altas horas de la noche, se acercaba por ahí.
David Maradiaga era un ser especial, a los 14 años ingresó, como
poeta, a la cofradía (casi se le puede llamar así) de Andrómeda, de la mano de
otros poetas malditos, como ya casi, casi era catalogado David.
Su poesía, firmemente comprometida con la vida, la naturaleza; ácidamente contrario a la hipocresía y al falso pudor de qué dirán fue premiada, aunque él nunca vio su libro publicado.
Su poesía, firmemente comprometida con la vida, la naturaleza; ácidamente contrario a la hipocresía y al falso pudor de qué dirán fue premiada, aunque él nunca vio su libro publicado.
David sabía que lo hermoso y grandioso de la vida estaba en
algunas pequeñas cosas. Pero también sabía que la única manera de hacer de este
mundo un mejor lugar tenía que ver con cambiar, no solo la forma en que se cuida
al ambiente, sino, sobre todo, la forma en que deberíamos cuidarnos unos a los
otros, toda la humanidad.
En este mundo de impunidad no es posible dejar pasar un muerto
más. No es posible quedarse sin siquiera inmutarse por la violencia y la muerte
en Honduras. No es posible no reaccionar ante la desigualdad que provoca la
riqueza más absoluta y la pobreza más extrema.
Cuando llegue a San José, hace 12 años creí que una pared
me hablaba de David. "San José germina en la tragedia del silencio"
decía a 50 metros de emergencias del Calderón, y posiblemente era así.
Pero unos meses más tarde, frente a la mismísima casa de gobierno, alguien en una pared de lata de zinc quiso recordarle a alguno de los habitantes de turno de Zapote que "David Maradiaga vive" y así lo seguimos diciendo nosotros, sus amigos…
David Maradiaga nació en Nicaragua, era más tico
que cualquiera de los habitantes de esta tierra. Pero, más bien, diría, era un
centroamericano, orgulloso de la patria grande y conocedor de las injusticias
de esta complicada y conflictiva región del mundo.
David luchaba y escribía y le dolía la injusticia, así como le
duele a este mundo tanta impunidad…
Finalmente, como parte del Programa PROFOL, en el 2000 el
Ministerio de Cultura y Juventud publica su único libro: Música de animal lluvioso:
"Soy un andante en
el dédalo del tiempo
animal lluviosoque agarra la palabra y la blande frente al hastío
Animal lluvioso me
declaro
seguro del solque un día nacerá de mis pálidas gotas
Para La Coleccionista de Espejos G. Moya
1 comentario:
Lo único que puedo es exclamar como la sister Dolores Brunner "How poignant" Muchas veces Alexander Obando me habló de él pero nunca lo llegué a conocer, ni me di cuenta de tanta tristeza , lucha, visión y poesía acumulada en una vida tan corta. Esperamos que su ofrenda no haya sido en vano.
F. P
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