Anancy
los siete pasos de La Danza del Comer…
Franklyn
Perry
Por
ese preciso motivo, hace unos siglos la situación de Annancy se tornó más que
complicada; pues si en la casa de Annancy no había comida, menos la había en la
de nadie más del pueblo…
Y Los Ancianos de varios lugares a la
redonda, sabiendo los origines de nuestro amigo La Araña, hicieron una junta
general y democráticamente comisionaron a Annancy para que fuera al cielo a
contarle a su padre lo que estaba pasando y trajera soluciones; le dijeron en
la noche de ese día de la reunión a la que ni lo invitaron, cuál había sido su dedición.
De
acuerdo pero protestando, en realidad berreando, (porque desde que lo redujo de
tamaño y lo mandó a la tierra como custodio de esclavos, Annancy no le hablaba con su padre; y después de todo eso de
levantarse al amanecer, para ir y volver aunque tuviese ganas de quedarse y no
seguir pasando necesidades de ningún tipo; no le hacia mucha gracia…) hizo un
atado de cosas y subió al cielo, donde su padre lo recibió con los brazos
abiertos.
Entre sus parientes y viejos conocidos,
comiendo y bebiendo a sus anchas, Annancy estaba tan contento que se olvidó del
asunto por el que había sido enviado hasta que una noche, por aquello de que
los semidioses no pueden esconder sus sueños, y por más que lo intentó uno de
los sueños de Annancy y corrió hasta el palacio del trono diciendo:—Padre,
las personas a quienes me enviaste a cuidar, están pasando hambre y
necesidades…—Ayayay dijo el padre, ya me
preguntaba cuando ibas a hablar al respecto… Annancy se golpeó la cabeza: había
olvidado quién era su padre: entregándole una jícara llena de tubérculos;
camote, 14 tipos de ñames, tiquisque, malanga, yuca además del añil, el hone,
la caña de azúcar, el logwood y una carta para los esclavos e indígenas de
América…—Ya
puedes irte, le dijo a La Araña…—Pero padre, YO QUIERO quedarme…—Todavía
necesitan de tu ingenio, hijo mío… muy triste y
abatido, antes de partir, Annancy se despidió de todos sus amigos, pero
pensando que si encontraba la forma de que los humanos, sobre todo los de su
protectorado fueran independientes, podría volver, aprovechó un descuido del padre,
y echó en el morral que le habían dado, fruta de pan, bacalao y unos granos de
sabiduría para que aprendieran a multiplicar todo aquello. Claro, de nuevo Annancy sub-estimó a su padre
lo dejó partir tomando la previsión de guardar la sal que daba sabor a esos
alimentos…
Refunfuñando llegó a la aldea, tomó un
tambor y convocó a los jefes de las aldeas, les entregó la carta que les
enviara el Dios del Cielo y los bienes que traía para ellos, y como ya se había
reconciliado con la idea de comer como todos los demás; le enseñó a las mujeres
de los pueblos a cocinar aplicando diferentes recetas ancestrales y modernas
pero la comida era insípida. —Llena y alimenta pero no sabe a nada.
Donde se fue el placer de comer… pensó
Anancy… Sin decir nada todos comieron inmediatamente todo lo que les llevó, y agradeciendo
la embajada, guardaron las cartas para otro día y se fueron. —¡Tengo
una idea! Visitaré a La Diosa madre de los Culies y le contaré mi problema…
y de nuevo alistó su morral y salió de viaje, aunque no de tan madrugada: esta
vez fue de noche para que los sirvientes de su padre no lo vieran…
No había
terminado de entrar al paraíso de La Diosa Madre, cuando sintió que
quisieron jalarle las orejas: es decir, comenzaron a regañarlo por ToDaS
travesuras, trucos y retrucos, mañas; engaños y mal proceder en ocasiones. Anancy
aceptó todo el regaño con la cabeza baja y haciéndose el conmovido, que quedaba,
nuestro amiguito le contó sobre su fallido intento por ayudar berreando
haciendo puchero y tomando aire como el consumado actor que era…—¡Ya,
ya Anancy, no te pongas así!... se enterneció la
otra, dándole un poco de agua, la sal que no le dio su padre; y un fruto algo
pesado, de envoltura grande y dura, pero con pulpa suave y dulce liquido por
dentro. —Se
llama cocus nucuferi… Y como Anancy seguía hipeando
le mostró cómo preparar alimentos dulces y salados con él…
Así fue como nos llegó el coco; y desde ese
día hasta el presente en cada casa de los afro-descendientes se cocina coco…—Mi
go da faa…Mi yiede faa…Mi hiede Fadoli Fao…Di liedi niem Betsy Nanikiá
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