jueves, 22 de marzo de 2012

Ver Barcelona

Dorelia Barahona R., por Mauricio Molina

   El libro Ver Barcelona de la autora Dorelia Barahona Riera ha sido escrito desde las páginas de otro libro, Manual del Maestre Bonnin.  En efecto, los capítulos de dicha novela llevan por titulo aquellos propios del mencionado manual de pintura, manual al que ciertamente no  tenemos acceso pero cuya oscura procedencia conocemos a través de las mismas páginas de la novela.

De ahí que los títulos mismos se conviertan en un rompecabezas para el lector. Presumo que el orden de los títulos en la novela no es el mismo que el del manual, y ciertamente su sentido debe variar según el texto al que sirvan de encabezados. Mientras que en el contexto de un manual de pintura parecen tener la misión de definir simplemente el nombre  de algún color o efecto en la pintura, suponemos que dentro de la novela juegan un papel de contigüidad con la historia que se narra.  En términos retóricos se trata de una relación metonímica.

    Así, el verde bosque (“determinado como el cuarto color solar. En contraposición a seco. Se dice de los árboles y las plantas. De todo lo vivo.”) el cual aparece en el primer capitulo de la novela, nos ubica en Kekoldi, una pequeña reserva indígena cerca de la cordillera de Talamanca. El oro, en cambio, (titulo que aparece hacia el final de la novela) hace referencia a un tesoro de joyas que debió ayudar a la causa republicana en la Guerra civil española. Por su parte el Blanco España (en el 9º capitulo) remite a las primeras experiencias en Barcelona de una niña bribri llamada Forever, que resulta victima de una serie de abusos.  En este precisamente el centro de la historia que narra la novela: primero la muerte de los familiares de Forever por un desastre natural, el cual sin embargo es causado por los maltratos humanos contra el ambiente, luego Forever que es drogada y enviada a Barcelona, su violación, su sometimiento a realizar trabajo infantil, así como otros abusos que también sufrirá en Cataluña.

 A  partir de aquí la relación entre los títulos tomados del manual de Bonnin y lo que se narra en la novela de Barahona-Riero se vuelve más sutil.  Los colores que estaban ligados inicialmente al mundo verde en que habitaba Forever, no serán ahora los colores de Barcelona, sino los de las obras de Gloria Pujol; una pintora que contrata los servicios domésticos de Forever para controlar el desorden de su mundo, sin conocer la trama oculta de abusos por los que ha pasado la niña. Las definiciones del Manual de pintura se convierten en reflejos deformados de las situaciones que se narran, ya no se guardan relaciones de contigüidad sino de analogía, como cuando se relatan los nuevos engaños de las que es victima Forever. Reza el titulo de uno de los capítulos intermedios de la novela “Primera veladura: Dícese del efecto de vela o cortina logrado con solvente que cubre las formas” y posteriormente otro capitulo “segunda veladura dícese de volver a velar o pasar una cortina sobre lo pintado, para lograr un efecto mayor de encubrimiento”.  Estas citas remiten al juego de simulaciones, engaños y espejos falsos del que es victima Forever en su viaje a Cataluña, el cual termina con una nueva separación, alejándola del único pariente directo con que cuenta en el mundo.  En este caso, de nuevo desde un punto de vista retorico, se empieza a establecer una relación metafórica entre los títulos tomados del Manual de Boninn y el contenido de la novela.

Sin embargo vale la pena detenerse en el contexto del manual como tal.  Y es que en la lectura superficial e indirecta que tenemos del mismo, se revela el carácter absurdo de la tarea que se acomete, la de definir un color, cómo por ejemplo explicarle a un daltónico la experiencia del color verde.  Lo que parece imposible como tarea de un manual o una enciclopedia, es a pesar de todo la  tarea última de la literatura y el arte. En eso acierta el libro porque al trasladar aquellos textos al campo de la novela, desnuda nuevamente el accionar de las ruedas de la retorica, nos recuerda que los engranajes que mueven el mundo son los de un mecanismo donde las metáforas se anudan a las cosas, al menos desde la perspectiva de quienes habitamos aquí tratando de encontrar sentidos y movernos con un minimo de cordura en un universo que de otro modo carece de luz.   Los colores, tal y como los define Boninn, por ejemplo el amarillo imperial como recuerdo del poder y la gloria, o esta maravillosa y terrible imagen/definición del Magenta:”Dicese del color ojo oscuro que se puso de moda después de la sangre derramada en la batalla de Magenta en año de 1859”, los colores, digo, encierran esa necesidad de liberalizar las experiencias para comunicarlas.  Al fin y al cabo los colores no existen, al menos no existen en las cosas, sino es por aquellos que las vemos.  Lo mismo sucede con los olores y sonidos y por eso podemos referirnos a tonos agudos músicas oscuras, a aromas luminosos; donde una experiencia sensible se enlaza con otra experiencia sensible, en una red de significados que finalmente no tiene un sustrato firme sino que flota en una nube de retórica e imágenes.  Nos encontramos aquí con la sinestesia, la experiencia cruzada entre diversos sentidos, la posibilidad de escuchar colores y degustar imágenes.  Mientras que la sinestesia puede ser una condición que se presenta en algunas pocas personas, también esta relacionada con drogas, o con una estrategia retórica.  También podemos pensar en un estudio en el desarrollo donde los niños(as) no han aun diferenciado completamente sus diferencias sensibles. En la novela el desarrollo de Gloria la termina llevando a esta confusión sensorial.  A través del manual Gloria “percibe los colores con todos los sentidos”. Colores graves que lastiman, luces estruendosas.  Gloria en este sentido vuelve a ser como una niña.

  Lo que es cierto para el manual injertado dentro de la novela lo es también para el manual en sí mismo. Será otro de los personajes, Soledad, quien descubre que este manual no es más que una nueva metáfora, un manuscrito sobre otro manuscrito más oculto aún que el anterior.   Soledad, descubre entonces una tercera veladura (es decir que según define Boninn “pasar por cuarta vez una cortina con solvente y aceite”).  Para Gloria Pujol, aparte de su identificación afectiva con el mismo, el manual es simplemente un manual, la lectura literal del texto la guía en sus labores artísticas, pero soledad devela una trama oculta (“Raspar con paleta con el propósito de borrar resultados indebidos.”).  El manual de Boninn aparece entonces como un mensaje cifrado.  No es este, por supuesto, el lugar para descifrar esta trama, pero el descubrimiento de Soledad puede entenderse en el sentido de que la literalidad es en sí misma una mascara, lo que ya podíamos sospechar si emprendemos el de por si trillado proyecto de definir las experiencias de los colores.

No es que no existan lecturas literales, es que estas son en si mismas metafóricas.  En este sentido conviene detenernos en la lectura de Gloria, quien como habíamos adelantado se acerca al manual como si fuera eso, un manual de pintura. Pero el trabajo de gloria es nuevamente un ejercicio velado.  Por un lado Gloria pinta sobre su pintura, engañando a Forever, y también engañándose a sí misma. Hay sobre todo un ejercicio de maternidad en el trabajo de Gloria, quien da existencia a sus personajes e imágenes.  Les habla, los llama a salir de la nada para entrar en el ser. “Poco a poco aparece un bulto, luego un pedazo de contorno completo” luego “el milagro de vertebras, musculos, tensión de nervios”. “aquel personaje que surgia del lienzo en minutos, antes perfecto en su invisible blancura, era su hijo”.

   La novelista argentina Luisa Valenzuela dice que se escribe con el cuerpo, Boninn nos recuerda que también se pinta con el cuerpo.  El acto de pintar se convierte en parto. En la novela, paralelamente Gloria tendrá una hija, al menos una salida del lienzo.

Ver Barcelona, es en definitiva un juego de lienzos que se reflejan más bien como espejos, degradándose las imágenes, dándole razón al filosofo que nos advierte que estas son necesariamente imágenes degradas.

Hasta el titulo parece un engaño, una nueva veladura. Mientras que nos recuerda aquella historia (en este caso, el sur de la península de Andalucía) de que no hay nada peor que ser ciegos en Granada, la verdad es que en la novela no vemos los colores de las flores de las Ramblas o la Barceloneta ni las sombras del barrio gótico sino la luz verde y las montañas azules del mundo en que habita Sibú.

A diferencia de Platón, el clarooscuro de la retorica parece señalarnos en la novela que no hay arquetipos ni modelos que aventajen a las imágenes.  Y como dice Gloria, la verdad es que no somos dioses para mirar el brillo de las cosas desnudas, al final lo único que vemos es lo que en realidad no existe: los colores.

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Mauricio Molina Delgado, San José, Costa Rica en 1967. Licenciado en Estadística y Máster en Ciencias Cognoscitivas por la Universidad de Costa Rica. Además ha realizado estudios en Filosofía. Es profesor e investigador de la Universidad de Costa Rica y posteriormente viajó a Grecia, para cursar estudios para obtener su doctorado en Psicología en la Universidad Aristóteles de Salónica.

Publicaciones:

Abominable libro de la nieve. (México, CONACULTA y ED. Perro Azul (1999), obra con la que obtuvo el Premio Sor Juan Inés de la Cruz 1988

Maremonstrum (Ed. Perro Azul 2000), mención honorífica del V Concurso de Poesía Neruda 2000, Municipalidad del Temuco, Chile.

Abrir las puertas del mar.  Premio Editorial Costa Rica 2003. Formó parte de diversos grupos literarios como el Taller de Poesía Activa Eunice Odio y Octubre –Alfil 4. Representó a Costa Rica en el encuentro de Oaxaca Poetas del Mundo Latino 2001.

Para La Coleccionista de Espejos:
                              Presentaión del autor entregada a Franklyn Perry...
                                            Copia Literal


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