martes, 14 de septiembre de 2010

En palabra de mujer




Las Pléyades y una estrella fugaz
La poesía de Rosita Kalina



Jessie Montejo, Lilly Guardia. Clotilde Fonseca, Rosita Kalina, Adina Cruz, Dorothy Stork, Dolores Brunner; en la década de los setentas, constituyeron la constelación femenina que iluminó el departamento de literatura de la mancomomunidad británica y norteamericana en la escuela de Lenguas Modernas de la Universidad de Costa Rica.

Las evoco, o más bien las convoco aquí porque en su momento influyeron muchísimo en mi formación literaria. A la sazón, estaba ampliamente familiarizado con el quehacer literario greco-romano, español e hispanoamericano. Empero la literatura británica y estadounidense, salvo Shakespeare, Hemingway, y unos pocos autores de Harlem Renaissance, me eran totalmente desconocidos. Dos de estas notables profesoras, Lilly Guardia y Rosita Kalina, ambas de muy gratos recuerdos, se convirtieron en escritoras. Por su parte, Jessie colaboró con José Basileo Acuña, en una interesante versión al castellano de los sonetos de Guillermo Shakespeare, poeta de Stratford upon-Avon, y figura cumbre del Renacimiento inglés.

Estas profesoras nos acogieron tanto como alumnos al igual que como amigos.

Sin embargo, de quien deseo escribir ahora es sobre Rosita Kalina de Piszk: una mujer cuya gran sensibilidad le hizo interesarse en las artes, tocar el piano, y que más de una vez, nos invitó a su casa atendiéndonos de forma exquisita.

Su presencia en el mundo literario costarricense fue relativamente corta, no obstante sus logro fueron notables. Empezando en 1980, cuando ve la luz pública CRUCE DE NIEBLA, poesía, E.CR, ilustrado por Xenia Gordienko, DETRÁS DE LAS PALABRAS, E.CR; también poesía le seguiría en 1983. Después de un breve silencio, en 1997, publica una serie de cuentos aparentemente autobiográficos, denominados UNA DIMENSION LEJANA, E.CR. Poco años antes de su muerte, publicaría MI PAZ GUERRERA, (Ministerio de Cultura Juventud y Deportes,) y LOS SIGNOS DEL TIEMPO (E.CR), ambos en 1999…
Cuando me sumerjo en la narrativa de Kalina, viene a mi mente recuerdos de Pearl Buck, porque al igual que la estadounidense hija de padres misioneros en el Imperio Celeste, sirvió de puente entre la China y su cultura con el mundo occidental, Rosita Kalina conecta Costa Rica y su cultura con las increíbles tradiciones hebreas, e israelitas en prácticamente todas sus dimensiones: la Cábala, el Torá, el Cantar de los Cantares, la historia de poderosas tradiciones entre Ruth y Booz con el apoyo de Mara, mejor conocida como Noemí, nos salen al encuentro. Ante la claridad de su discurso sobre las tradiciones judìas, y la delicadeza de su dicción, no podemos menos que exclamar: ¡Tenia un concepto muy distinto de la vida de los judíos en Costa Rica!: la visión del judaísmo que nos muestra Rosita, no es la liberal, sino bastante ortodoxa

Claro que era de los judíos de La Guerra de los Seis Días, de Golda Meier, que nos remite a la bíblica figura de Débora quien juzgó a Israel sentada bajo una palmera, de Moshé Dayan, de la R.A.U (Republicana Árabe Unida), pero sobre todo de una época de grandes contrastes y acontecimientos fabulosos. Igualmente nos remite a Kipling que sirvió de nexo entre occidente, más específicamente El Reino Unido y la India, y su fabulosa cultura, colmada de grandes urbes populosas cuando Londres y Paris eran simples aldeas cerca del Támesis y el Sena.

Por otra parte Rosita, cual hábil camarógrafo pasea su lente por una ciudad de San José poblada de personajes y sitios emblemáticos de un ayer no tan lejano, pero totalmente desconocido para nuestros jóvenes. Y es que ahora, nadie vive en San José, todos se han retirado a las periferias, y los que todavía la habitan son foráneos. También nos trae remembranzas de Elliette Ramírez, Delia Mc Donald, Arabella Salaverry, y Helia Betancourt P., mostrándonos en algunos de sus escritos ese apego a una ciudad hermosas, y amada que ya se nos fue de las manos: Muñeca, Azulito, Cazadora, Almacén La Castellana, la Porfirio Brenes, la Soda de los Curling, la Avenida 10, Barrio Keith, para mencionar solo algunos de los que desfilan por sus páginas de manera casi vertiginosa. A los más viejos, nos invade la nostalgia mientras que los jóvenes se preguntan de qué estará hablando.

Tras el retiro de Virginia Zúñiga Tristán, Rosita Kalina asumió la dirección de KAÑINA, Revista de Artes y Letras de la Universidad de Costa Rica, desempeñándose al mismo tiempo como critica y comentarista literaria en varios medios de comunicación. En 1987, Costa Rica le rinde homenaje oficial, al otorgarle el PREMIO NACIONAL, AQUILEO J. ECHEVERRIA, por LOS SIGNOS DEL TIEMPO.

Al comentar Mi Paz Guerrera, y despedirse de ella, a un mes de su partida a sembrar rosas y poemas en lejanos jardines, Alfonso Chase (La Ronda de los Libros) dice de ella: …mi paz guerrera es ella misma. La dulzura de comprender el mundo, y esa lucha por develarlo para buscar la luz que tanto amaba… Rosita Kalina, sentía que los poemas eran parte de su universo racional, y sus sentimientos…

Por su parte. Myriam Bustos Arratia, en NUESTROS ESCRITORES Y NUESTROS LIBROS, treinta y dos años en la literatura costarricense (1974-2006, Ed. Tecno ciencia, 2009) se refiere a Rosita Kalina de la siguiente manera...”es un caso aparte por muchas razones; una de estas es su vastísima cultura, no solo por su extremada complejidad, sino por el hermetismo que, quiéralo ella o no, cierra los puentes de su mundo poético a tanta gente”... Eulalia Bernard, por otra parte la recuerda con mucho afecto y gran respeto. Dice que la comunidad judía la tomaba como punto de referencia pero coincide con Myriam Bustos, en que detrás de su aparente sumisión existía una mujer rebelde con ideas propias…

Me sorprendieron sus arrebatos liricos, porque la conocía como educadora, pero no como poeta. Creo que contrajo deudas con los llamados Metafísicos Ingleses. También en el manejo de la dicción, encuentro influencia de los Románticos Ingleses. Aunque me llama la atención su despliegue de ideas siento que introduce demasiados temas que quizá no tuvo suficiente tiempo para desarrollar. Pienso que nos heredó una obra inconclusa como Virgilio y su Eneida, y Coleridge con su Kubla Kham, y se vuelve más bien vertiginosa e imprecisa en algunas apreciaciones.

Aborda la guerra, la paz, Costa Rica, Israel, la Biblia, la Cábala, la pobreza, la educación, la nostalgia, la diáspora, la universidad, los nombres y apellidos, las tradiciones, la familia, la locura, la enfermedad, los barrios populares, para mencionar solamente algunas. Resultan ser demasiados temas para como desarrollarlos, y llegar a conclusiones convincentes.

No obstante, Rosita Kalina y su obra, tanto prosa, crítica literaria, ensayos, como poesía, merecen por merito propio más atención.
Hay que darles una segunda lectura.
Y en mi opinión muy personal, en Kalina, encontramos muchísimo más de Lilith que de Eva


Para La Coleccionista de Espejos: Msc. Franklyn Perry P.

1 comentario:

la coleccionista dijo...

Por Yoili
publicado el 21 febrero a las 06:55 Denunciar
Excelente artículo el de Franklin Perry sobre la poetisa Kalina y la pléyade de poetisas costarricenses. Me sirvió de guía para un trabajo sobre la poesía femenina nacional y, debo decir, me he sorprendido con la calidad de las poetas que menciona. Sin embargo, más me sorprende que, fuera de Dlia Mc Donald,las otras autoras, todas magníficas después de leerlas, Elliette Ramírez, Arabella Salaverry, y Helia Betancourt, por alguna razón (prejuicios de género?) parecieran no figurar en las actividades culturales. Dlia ha llegado a su madurez, Arabella resulta muy interesante, sobre todo por el evidente interés en llevar a un primer plano a Costa Rica. Helia ha sido la gran revelación: hay en su poesía algunos haikus que envidiaría el mismísimo Bashō. Este tipo de artículos proporciona información muy importante. Gracias por publicarlo.Gracias por poner en perspectiva el quehacer de nuestras poetisas

Tomado de paper.blog.com

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