sábado, 2 de marzo de 2024

Lo que trajo la marea...



Las malcriadas... 

Alfredo González Campos


Es demasiado complejo el libro, por eso empiezo con los ES.


Es un libro que me impresionó, cosa que, después de tanto cuestionamiento sobre porqué, siendo afro descendiente, concepto con el que no estoy de acuerdo, porque establece que ni español hablo, por tanto, no tengo comprensión lectora de lo que escribe el resto de la población, la blanca por supuesto, es muy poco habitual en mí.  


Es un libro que cuesta dejar; merece muchas lecturas, desde distintos puntos de vista, y es que, tal como el autor, yo tambien entiendo que existe un MUNDO más allá de la mirada qué nos mantiene alertas, y preguntando ¿Cómo fue el ayer, no el pasado, de personas de las que todo el mundo habla?, y ellas, ¿Porqué nacieron y fueron en un país qué siempre pensó lo peor de ellas?...


Cierro ahí con lo ES, porque ahora pienso que la San José, así en femenino, ausente y presente en el libro, una malcriada y malamansada que también se salió del canasto, fue una parte fundamental para que las nueve, pongámoslo así como un orbe magico, mujeres, algunas conocidas, otras mencionadas en conversaciones perdidas ahí, ya lo dije antes, otras totalmente olvidadas y/o, desconocidas, pero todas referentes de una ciudad con olor a sepia, yerbabuena, y jalea de memorias embadurnando lentamente las paginas en las que ellas, construyeron el mundo que hoy no envuelve…


La ciudad fue pendeja, ellas no. 

Por eso No considero el libro como una biografía, sino lo que dentro de algún tiempo se pondrá de moda: un libro constructo; y es que todos sabemos algo de alguien, pero ¿cómo hablarlo sin crear susceptibilidades?


Digamos entonces que parece que escribir (el arte más difícil que conozco, pero del que muchos académicos piensan que un arte de contemplación autoerótica alabada por los amigos) un libro así; después de todo es solo la recolección de un montón, a lo tico, de cuentos, chismes populares que se dicen por ahí de distintas personas, en este caso mujeres de las que en general, la sociedad nunca tiene nada bueno que decir; sin embargo, la narrativa memorial de este tipo de libro en particular, no corresponde al régimen común y silvestre de la literatura común costarricense, nononono, sino por el contrario sino que semejante a uno de esos laberintos artísticos que se hacen con clavos e hilo se construye un relato que va de adentro hacia afuera con un color distinto de hilo cada vez, cuyas orillas son inclusiones una fuente interminable de referencias vividas que nos dicen, sin mayor ni menor medida, el aporte social, laboral, pero sobre todo personal que, ya fuera cantando, el caso de Chavela Vargas, poetizando, Eulalia Bernard, Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Virginia Grütter, de la que sigo sin saber su segundo apellido o, enfrentándose a los regímenes-patrones patriarcales y religiosos, como Viviana Gallardo, Yvonne Clays, y Ofelia Corrales, con aportes muy puntuales que, con gallardía abrieron sobre la piel de las demás el sello de la cimarronia, rebeldía, que nació y murió con ellas, porque en ese entonces en que vivieron, era más fácil abrazar, escuchar su música, y ver sus matices del mismo modo que se repara un cable roto, o algo fuera de lugar, porque siempre supieron que las 

ciudades son redondas, y lo que hacemos casi siempre vuelve a nosotros de alguna forma. 


Obviamente, en este caso, 
el autor se convierte en un paisajista que nos muestra un mundo de memorias hábilmente desglosado...


Buen texto.

Recomendado para quienes saben que el escritor lo es a partir de la 
forma natural de entregar a otros su conocimiento y no, a partir de las referencias dadas por otros…

.:

Para La Coleccionista de espejos: 

          Dlia McDonald Woolery

 

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