De Buses y gente
Harold Herrera G. |
Llanto de buses que se van
cuando en la
calle sin gente
comienza la
tarde a llover.
Lamento de motores
cuando aceleran para huir
y dejar las calles de transeúntes vacías.
Tristeza de tiendas
con las puertas cerradas
porque este domingo parece
nunca terminar.
Ojos que buscan un alma,
alguien que quiera compartir el calor
de un café,
un chiste, un comentario,
aunque sea del fútbol jugado
bajo el sol, al mediodía de hoy.
Iglesia y catedral
con las puertas abiertas
-por un rato no más-
un padre
una homilía
sin que nadie la pueda entender
Un Jesús cae
en cada cuadro en la pared,
-igual-
Sin que nadie entienda
porqué fue que fue.
pero, aunque amarillenta,
en la iglesia hay luz.
Sigue afuera la tarde
pintada con parchones
de blanco gris,
y la llovizna aún más se empeña
en entristecer.
Un parque solitario,
asientos de pintura mojada,
atravesado con prisa por gente
que solo busca un bus para escapar.
En los cines fenecidos
al cerrar sus puertas,
está presente como añoranza, la vida misma de Almodovar
y Fellini / Amarcord.
Un grito en los frenos de un bus
para no matar al caminante
de las calles vespertinas de esta ciudad.
La calle,
la tarde,
El hombre,
ahogado en nostalgia y llovizna:
ha concluido lo evidente:
No hay remedio para una soledad
cuando es imposible de remediar.
8, junio, 2022
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