Por Víctor Scott
La contradicción estriba en que, a pesar del
potencial que existe en mí, existe algo tan poderoso que me corta las alas para
poder volar en cada uno de esos sueños, no lo quería aceptar y mucho menos entender
pero el miedo me consume: pensar en el fracaso me aterra y, por supuesto verme
vulnerable no me gusta. Me considero que soy fuerte, seguro y esa es la imagen
que proyecto, la que vendo, la que tengo, pero más allá de todo empezar de cero
me da miedo.
En mí, aplico la frase de que para cada solución yo
encuentro un problema, porque a pesar de tener mil armas para combatir a veces
siento que no sé usarlas o peor aún, no quiero usarlas.
¿Qué pasa? Cada día, me levanto con una nueva ilusión, con una nueva idea, con un nuevo ánimo y conforme avanzan las horas termino en el mismo lugar, lamentándome por ver pasar un día más no hice nada, preguntándome a cada instante, ¿Por qué te limitas tanto? Me cuestiono día a día, y a veces, me justifico al punto que estallo de cólera, llanto y frustración, porque quisiera demostrar esa fuerza que presumo tener, para obligarme a mí mismo a no ser tan cobarde.
Cada día que pasa, es una aguja que me pincha llevándome
hacia el conformismo, la autocompasión y, ¡no quiero más! No quiero ser el que
ayuda a otros, pero es incapaz de ayudarse a sí mismo, ¡No quiero sentirme así,
actuar así!, y menos ser el que piensa pero, no actúa porque es ser el soñador
que le da miedo volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario