domingo, 30 de enero de 2022

Con palabra de mujer

 


Ninfa Santos Mora:
Nació un 13 de octubre de 1916, y desapareció definitivamente del entorno del mundo en que eligió, al final, vivir el 26 de julio de 1990.

Esta fue una de las grandes voces perdidas de la literatura escrita por mujeres costarricenses y, su presencia dentro de las letras costarricenses, es una constante necesaria;

su obra empieza a despuntar a más de 20 años de su muerte, pero ¿Quién fue?...

Esto es solo una reseña pues, en alguna parte habrá algún remanente de Amor quiere que muere, publicado en México, a los 33 años, patrocinado por la REVISTA AMÉRICA, en 1949; un texto profundamente reflexivo, por su uso y forma de utilizar palabras como apartar, cerrar, destrozar, o quemar, probablemente, porque estaban unidas a su vida en general, sin embargo, nos queda su palabra que no es nada en comparación con su obra…

En los últimos años se le incluyó en la Poesía en Costa Rica, 1963, Poesía contemporánea de Costa Rica, 1973, El amor en la poesía costarricense, 2000, y Pregoneros de la memoria, 2004.

Más libros sobre, o de ella no existen.

Fotos mucho menos, pues sabido que mientras el papalote de su infancia la elevaba del llano de San José hacia las nubes, como un canto secreto de su voz, soledad y enfermedad, la mantuvieron alejada de los reflectores literarios, cantaba la voz secreta de Ninfa…

En nuestro concepto personal, ni Isabel Allende, o García Márquez, difícilmente hubiesen podido crear por lo increíble de los eventos que la hicieron poesía…

Dicen que igual que Helena de Troya, e igualmente bella, nació de un huevo desconocido, es decir, que nunca tuvo, o no se le conoció madre y que, desde los tres años, su padre, miembro de una familia con cierta alcurnia, delegó su crianza en manos de una hermana, quien curiosamente también se llamaba Ninfa, porque ya tenia los primeros síntomas de artritis degenerativa que la acompañó toda la vida, e hizo su vida aparte de ellas: encerrada a fuego y sal en La Hacienda La América, en manos de esa tía-madre fue educada en casa, sin compañía ni amistades de ningún, podía dejar la cama solo para sus necesidades higiénicas personales…

Sin embargo, el día que probó la tierra bajo sus pies, peregrinó por San José, Liberia, México, Estados Unidos, hasta se dice que  en Nueva York, conoció a Ernesto Che Guevara), e Italia.  

Como Chavela Vargas; Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Sol Arguedas, y Victoria Urbano,

terminó en México, en casa de su tía Lupe, otra hermana del padre, de donde se fue cuando empezaron los sometimientos restrictivos.

 

La enfermedad nunca contuvo su vida, y menos la que había decidido vivir: fue amiga de Trotsky, militante política tenaz, e incluso se dice que hubo una confabulación astral de tiempos y revoluciones en que dos costarricenses, una llamada Ninfa, otra Chavela, empujan la silla de ruedas de Frida Kahlo durante la manifestación de apoyo a la causa guatemalteca.  Unos años después, Frida empuja simbólicamente la de Ninfa, y tampoco detuvo nunca sus pasiones: tuvo amantes, y hasta protegió a un aeropirata mexicano en su casa de la Roma, y tras el largo asedio de Ermilio Abreu Gómez, escritor, historiador, periodista, dramaturgo, y ensayista, del que hablaremos más adelante, accedió a casarse con él en la primavera de 1938: nueve días antes se había hecho afectiva de  la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas, en la que ambos llevaban una marcha de guerra. De este matrimonio, pese a los engaños, exigencias y menosprecios de Abreu Gómez, quien la creía su secretaria y enlace social, nace Juana Inés, 1939, como prueba de la filiación Sor Juanista que profesaba Abreu, de quién se divorcia cuando él la descalificó de sus responsabilidades maternas; porque la hija se casó en secreto con Bernardo Díaz, bisnieto de Porfirio Díaz y ella, convencida del poder del amor sobre su militancia política, guardó el secreto de los jóvenes, lo que enojó a Abreu Gómez.

 

Antes de Abreu, no se le conocen estudios, durante su matrimonio fue su secretaria y agente social, y después del divorcio, a partir de 1953 trabaja como auxiliar en la Delegación de México ante la Organización de los Estados Americanos, estos siendo la base se su carrera diplomática y en 1958 ocupa el cargo funcionario de vicecónsul. En 1963 viaja a Nueva York. Desde 1967 vivió trece años, en Italia, hasta que tragada por la enfermedad, regresa a México, ya inválida, dónde entre biografías inconclusas, gatos, periódicos, por las noches de insomnios producidos por la enfermedad, escribía cartas, fallece el 26 de julio de 1990.

 

 

Para La Coleccionista de Espejos:  A. kellerman. Corrección y relectura D.McD

 

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