martes, 26 de enero de 2021

Sobre ...

 


1. ARQUITECTURA

Cuando construimos debemos pensar

 que construimos para la eternidad…

John Ruskin

La gente tiene que convivir con las estructuras

que nosotros construimos y por lo tanto

deben ser agradables y atractivas para el ojo…

D.B. Steinman

 

David Barnard Steinman (1886-1960) no fue un arquitecto, sino un reconocido ingeniero estructural estadounidense.  Saliéndose de su propio campo profesional, riguroso y frío, e inspirado en sentimientos artísticos que debieron surgirle del alma y no de aprendizajes obtenidos durante su formación académica regular, escribió:  Afirmo que a nosotros, los ingenieros, no nos está permitido proyectar estructuras feas: no tenemos derecho a arrancar la belleza del paisaje. La gente tiene que convivir con las estructuras que nosotros construimos y por lo tanto deben ser agradables y atractivas para el ojo... 

Se dice de la Arquitectura que es el “arte de proyectar y construir edificios” y, con un poco de mayor especificidad, se le ha definido como “el conjunto de conocimientos científicos, técnicos y artísticos aplicados a la construcción de modo que ésta reúna condiciones de resistencia, utilidad práctica y belleza de forma”. Queda dicho así conforme al criterio del arquitecto romano Marco Vitrubio quien, en el siglo I a.C., escribió la obra  De Architectura -el tratado más antiguo que se conserva sobre la materia- y expresó en ella que la arquitectura descansa en tres principios: la belleza (venustas), la firmeza (firmitas) y la utilidad (utilitas). Lo escrito por Vitrubio sería de importancia decisiva en los arquitectos del Renacimiento.

Se ha agregado, con otras palabras, más enfáticas en cuanto a la expresividad artística de la arquitectura, que “debe atender a principios estéticos ineludibles; pero procura resolverlos con ideas estéticas que satisfagan el amor a la belleza”; así se le distingue de otras disciplinas con mayor base científica y casi desprovistas de sensibilidad artística, tales como la ingeniería.

 A la arquitectura también se le denomina “el arte del espacio”, caracterizada por su desarrollo en el espacio vacío, debiendo las obras arquitectónicas satisfacer las necesidades de uso propias de la actividad humana, además de constituirse en construcciones permanentes y sólidas que así mismo puedan comunicar contenidos culturales a través de la forma.

Una extensión al campo de la arquitectura se presenta al vinculársele con el planeamiento de ciudades y ocupase del paisaje, pues la arquitectura urbana es un campo de amplio desarrollo e innegable valor social, especialmente cuando participa del planeamiento de infraestructura y la construcción de  edificaciones para resolver problemas habitacionales y otras necesidades elementales de los pueblos. Además, el riesgo asociado con ese progreso material,  que amenaza en alguna medida con la destrucción de  la belleza natural, debe compensarse con la creación de parques y jardines y con la  planificación y conservación del entorno natural. Por otra parte, la evolución hacia la especialización y la segregación de campos profesionales se ha producido también en la arquitectura, por lo que el diseño de plazas y parques ha sido absorbido por una nueva carrera universitaria denominada paisajismo y, en adición,  la especialización del arquitecto en la creación de objetos empleados  en los edificios, tales como los muebles, ha dado lugar al nacimiento de otra disciplina dentro de la arquitectura denominada diseño industrial. Así mismo, hoy día se distinguen los urbanistas como los profesionales preparados con énfasis  en proyectar y planificar el desarrollo de los sistemas urbanos.


En su más amplio desempeño, el arquitecto también ha debido prestar atención a los aspectos de seguridad y protección del clima y peligros del entorno en los espacios ocupados por personas, pues la arquitectura influye necesariamente en nuestra manera de habitar y transformar el medio. De modo que el desarrollo sostenible también estará vinculando al quehacer arquitectónico, toda vez que esa sustentabilidad está vinculada con el equilibrio entre el medio ambiente y el uso de los recursos.

A la arquitectura se le ha designado, con frecuencia, en términos de la clase de materiales preferentes que ocupa en la construcción, así como por el lugar en que se desarrolla, o bien por su identificación con reconocidos estilos o formas. Por tanto, se habla de la arquitectura del ladrillo, de la arquitectura  naval o urbana, de las arquitecturas caldea, egipcia, bizantina, japonesa, americana y  de la arquitectura barroca, gótica, etc.  Respecto de todos esos temas existe literatura en abundancia,  con información en exceso para leer, escribir, hablar e ilustrar con extensas y profusas palabras y múltiples ejemplos y figuras. Consideremos suficiente, por tanto, mencionar que ha sido prolífero y  hermoso el recorrido de quienes con su talento,  destrezas y sensibilidad creativa, han dado un aporte perdurable a la  rama de la construcción;  actividad humana  que pareciera más bien rígida;  denotándose el  potencial humano para dar belleza a las edificaciones y poder exhibir habilidad artística a partir del empleo de los materiales más comunes  y la aplicación de las recursos más toscos y rudimentarios. Y bástenos sintetizar, a continuación, algunos aspectos  escogidos para hablar sobre el tema.

La palabra arquitectura deriva del griego archós que significa jefe (guía), la persona que tiene el mando sobre algo, y tekton, que significa constructor. En la Grecia antigua, quienes dirigían las construcciones fueron llamados arquitectos y, como consecuencia, en la literatura histórica es normal  la aplicación del término arquitecto al constructor de las obras más antiguas, por más que primitivas y  elementales de las diferentes culturas.

Tradicionalmente la arquitectura ha sido considerada una de la siete Bellas Artes, por lo que se diría de ella que es un arte en sentido propio; sin embargo, también cabe aplicarle, o considerar  en muchos casos, el concepto de arte por extensión, es decir, como técnica u oficio; pues el arte, sin especificación, designa la esencia de todas las artes, tanto las creadoras y las simplemente operativas, lo que da sentido a llamar arquitecto al constructor cualquiera fuera su destreza para llevar adelante la obra más sencilla. Con este fundamento, el nacimiento de la arquitectura se remontaría a la prehistoria, en las épocas del Neolítico y del Paleolítico, etapas en que tribus nómadas migraron hasta acabar asentándose y formando poblados para dedicarse a labores agrícolas. Las primeras chozas  del paleolítico, las viviendas incipientes que quedaron asentadas en cauces de ríos, en bosques y lagos, o los conglomerados en poblados del neolítico, exhibieron una primitiva  configuración del espacio que los historiadores han aceptado denominar arquitectura por la misma raíz del término. La construcción de viviendas que alcanzaron permanencia temporal en aquellas épocas, se complementó más tarde con otras edificaciones para diferentes actividades o ceremonias y una mayor evolución condujo a mejoras en cuanto a la instalación y fijación de los elementos resistentes y de forro, a la aplicación de nuevos materiales que se fueron incorporando a la construcción y a una mejorada distribución de espacios y apariencias para darles seguridad y facilidades de uso. El empleo de grandes bloques de piedra debió seguir a la preferencia u obligación de ocupar tan solo de la madera y el barro  y, con el transcurrir de los años, surgirían paulatinamente mayores descubrimientos que habrán podido llegar a  transformar, a partir de la construcción o arquitectura, las costumbres en los diferentes pueblos. Al surgir los primeros núcleos de población, conforme las sociedades se desarrollaban y estructuraban, las viviendas fueron distribuyéndose en torno a lugares que se consideraron sagrados; por lo que más tarde surgieron edificaciones que se han denominado templos, cuyos inicios se acostumbra señalar a partir de las primeras construcciones en el arte megalítico, consistentes en espacios cubiertos para enterramientos, como los dólmenes o espacios para uso en rituales, conocidos como cromlechs.

La arquitectura sumero-acadia, impropiamente llamada por algunos caldeo y asiria, se desarrolló en Mesopotamia mucho antes que se establecieran en ella los asirios, los caldeos y los acadios No se debe desconocer que el origen de los sistemas de construcción utilizados en Mesopotamia se remonta a los sumerios -primeros pobladores de la región-, quienes establecieron los tipos de edificios cuya evolución posterior caracterizó los estilos asirio, caldeo y persa, muy difundidos por los árabes, quienes los adoptaron. Su arraigo fue tal que mantuvo su prestigio y dominio en forma sostenida y fue notable su influencia bien manifiesta en la arquitectura religiosa, como en la funeraria, en la militar y en la civil.

 Forzados a utilizar el barro para sus construcciones, había aparecido entre los sumerios la técnica del ladrillo (endurecido al sol o cocido), por lo que se impuso desde muy antiguo el uso de formas a modo de arcos y bóvedas, ambos inventos capitales en la arquitectura que luego serían perfeccionados.  En la vieja ciudad de Ur y hacia el año 2300 a.C., existió uno de los primitivos templos sumerios consagrado a la diosa Sin; estaba construido sobre una plataforma y afectaba el aspecto característico  de la arquitectura religiosa de Mesopotamia: la de torre de varios pisos llamada zigurat. Sobresaliente fue  la costumbre de vidriar los ladrillos dándoles un brillante colorido de sorprendentes  efectos decorativos, que fue obra expresa de los  arquitectos mesopotámicos

  Las culturas mesopotámica, persa y egipcia, entre otras del Medio Oriente, dejaron un legado de obras arquitectónicas relevantes como templos y pirámides y otras de no menor importancia, tales como sistemas de irrigación, que también se atribuyen a la arquitectura de su tiempo. Se desarrollaron, en esos grandes imperios agrarios, dos tipos de arquitectura: la que se suele denominar arquitectura popular o “vernácula”, correspondiente a las construcciones generalmente de uso doméstico y producidas por y para la unidad familiar, y la arquitectura monumental, a la que se debe la producción de los templos, tumbas y mansiones reales o palacios.



Una mejor expresión de la arquitectura se alcanzó con la participación de griegos y romanos a quienes se atribuye la generación de las bases de la arquitectura clásica. A ellos se debió la construcción con siluetas arqueadas mejor elaborados y columnas con capiteles y otros adornos y fueron quienes aplicaron la elaboración de piezas caliza y mármol. Con el arte griego surgió una definición formal de amplias repercusiones: Los denominados órdenes arquitectónicos dórico, jónico y corintio, que codifican tres fórmulas que son variantes en torno a la solución constructiva básica de la arquitectura arquitrabada, la cual  consiste en  cubrir espacios amplios con  techumbres planas sobre grandes vigas o arquitrabes. Por su parte, los constructores romanos superpusieron al sistema de órdenes griego el uso del arco y la bóveda que permitirían cubrir grandes espacios internos con un mínimo de elementos sustentantes.  El Partenón de Atenas y el Coliseo Romano son ejemplos emblemáticos del  legado de griegos y romanos, sin dejar de mencionar obras igualmente soberbias en el campo de la construcción como acueductos y puentes en arco, dando un excelente aprovechamiento al dominio de esta forma de estructuración.

 En 1.100 a.C. los antiguos griegos emplearon, como se mencionó antes, una forma de arco que ya se conocía, la cual, estrictamente hablando, es un sistema de construcción en voladizo y no un arco del todo; porque el verdadero   sistema de arco surgió en fecha posterior y respondió a una concepción más inteligente y a una mayor habilidad. Resulta imposible a los historiadores precisar, por ejemplo, el lugar en que fuera construido el primer puente de arco, pero sí se sabe que los romanos llevaron el arte de la construcción del arco semicircular hasta un alto grado de perfección.

Con el declinar del Imperio Romano se produjo un descenso de la actividad constructiva que solo ´permaneció muy activa en Bizancio. El imperio islámico, por su origen árabe, no poseía su sistema constructivo propio y, con la expansión del Islam, solo aparecería de modo destacable  un nuevo tipo de templo de gran simplicidad: la mezquita, que se construía de grandes dimensiones, con mayor anchura que altitud, como una magnificación del tipo de casa árabe, de planta cuadrada y abierta a un patio cerrado exterior,  predominando los  materiales ligeros y baratos.

En tiempos de mayor bonanza posteriores y dentro del ámbito cristiano hubo un notable contraste, pues se levantaron obras extraordinarias y se desarrollaron sistemas constructivos nuevos -el románico y el gótico- que articularon la función soportante de la columna con la del arco y la bóveda.  Son estilos  en los que se conjugan soluciones estructurales, formas y una función expresiva simbólica. La catedral sería el monumento por antonomasia del mundo medieval:  Saint Sernin de Toulouse, Santiago de Compostela, Notre Dame de Chartres o la catedral de Gloucester. Todos ellos,  aun siendo edificios muy distintos, presentan estructuras y elementos de coordinación similares. La arquitectura cristiana puede dividirse en dos etapas que abarcan un gran período desde el siglo IV  hasta el siglo XV; el primero es el principal y verdaderamente característico del cristianismo con dos direcciones divergentes: la oriental o bizantina y la occidental o latina,  alcanzándose un extraordinario desarrollo que llena en el siglo XV uno de los más grandes períodos del arte arquitectónico.

Como se advierte, la historia de la arquitectura se remonta a las épocas más lejanas en que la humanidad comenzó a construir obras para habitación u otros usos. Para ese entonces los conocimientos científicos sobre la resistencia de materiales no existían  y los constructores lidiaban al intentar garantizar  la resistencia de los materiales empleados. El progreso no se detuvo y la experiencia derivada del ejercicio de las técnicas logradas contribuyó a subsanar la ausencia de procedimientos adecuados para mejor interpretar el comportamiento de los materiales. Con el transcurso de los años, la arquitectura ocupó un lugar preponderante a pesar de que la ingeniería no se había revelado, debido, precisamente, a la ausencia de maneras para determinar la capacidad de los elementos para soportar cargas y las propiedades de ellos para adaptarlos al cumplimiento de diferentes funciones con la certeza de su estabilidad. Prevalecieron las formas y los constructores, artesanos, maestros de obra,  arquitectos, o como se les llamara -porque hubo sus diferenciaciones-, debieron proceder a base de prueba y error, intuición, empirismo, es decir, con el buen criterio adquirido en la práctica. La finalidad fue lograr la realización de viviendas de mayores dimensiones  y otras edificaciones firmes, que sin duda las hubo, y llegaron a erigirse en condiciones de relativa belleza y permanencia, hasta alcanzarse aquellas que han perdurado por  largo tiempo, cuyos registros o existencia integral o parcial han permitido admirarlas aún en nuestros días.

Debido a la existencia en épocas lejanas de caminos, puentes, acueductos y otras obras muy bien realizadas, se ha dicho de ellas que son obras propias de arquitectos y, así mismo, por esas concepciones inteligentes y las bellas estructuras plasmadas, obras grandes, muchas de las cuales aún se elevan imponentes, indiferentes al paso de los años, algunos historiadores también han señalado progresos de la ingeniería estructural en las épocas Antigua y Medieval. En consecuencia, conviene introducir la siguiente aclaración: Numerosas obras antiguas de diferentes culturas, algunas de las cuales fueron destruidas o no se conservan íntegras aunque otras han permanecido en buen estado -tales como la Gran Muralla China y otras  de la arquitectura china que han merecido la admiración del mundo-, han sido calificadas erróneamente por algunos como hitos de la ingeniería estructural de su época.  Deberá entenderse que esas fueron conquistas expresamente en el campo de lo que hemos venido llamando arquitectura y no en el de la ingeniería, por lo que se hace necesario marcar un punto distintivo, un rasgo claro de singularidad en la línea de la historia, a partir de donde la ingeniería incursiona y se ´puede establecer con claridad  la diferenciación pertinente. No es difícil hacerlo, porque  la ingeniería tiene base científica y no existe referencia histórica de consideraciones racionales sobre la resistencia o el comportamiento de materiales sino hasta Galileo, en el año 1638 d. J.C.  En consecuencia,  la ingeniería se forja en la Época Moderna y  no antes,  por lo que no cuenta con el recorrido milenario desprovisto de respaldo científico como sucedió con la arquitectura. Galileo Galilei (1564-1642), uno de los hombres de ciencia más notables de todos los tiempos, fue el autor, aunque de modo incipiente, del primer libro conocido de análisis estructural y posiblemente fue el primero en establecer la resistencia de sólidos a la ruptura que diera origen a la mecánica de materiales.  Así se establece una desigualdad radical entre la ingeniería civil y la arquitectura y un hito histórico que las diferencia mejor.  Por tanto, la participación conjunta y bien coordinada de arquitectos e ingenieros en la concepción, análisis, diseño y construcción de obras es tan necesaria como  común en nuestros días, pues se trata de disciplinas complementarias.

Entre los siglos XV y XVI debió producirse una variante en la historia de la arquitectura en un intento por deslindar mejor los campos: Una nueva actitud de los arquitectos hizo pasar del anonimato al artesano con una nueva concepción de la profesionalidad, marcando en cada obra su estilo personal; se consideraban y respetaban a sí mismos y acabaron por conseguir esa consideración social y respeto como artistas interdisciplinarios y humanistas, en correspondencia con la concepción integral del humanismo renacentista.   Además, por aquellos años el dibujo pasó a ser el principal medio de diseño, lo que contribuyó al  surgimiento con mejor definición del arquitecto singular; diferente de la concepción colectiva de los maestros de obra medievales, a quienes se dio otra connotación.  Con mucha proximidad a estos acontecimientos,  se descubrió  la perspectiva en el dibujo; otra gran hazaña porque se hizo posible  la proyección de imágenes con características más realistas.  Fueron, desde luego,  los arquitectos quienes mejor  derivaron todo el beneficio de esta nueva herramienta.

Cabe señalar que cuando renacía la cultura clásica grecorroma, en el siglo XV, emergió un movimiento en Italia tendiente a recuperar los sistemas constructivos antiguos y ese proceso se extendió por toda Europa. Los fundamentos del nuevo sistema de construcción, muy diferente del gótico, los pusieron Filipo Brunnelleschi  y Leon Battista Alberti. El propósito fue adaptar las fórmulas de la Antigüedad a las nuevas necesidades que se hacían presentes en la Europa posterior al Medioevo.

En el siglo XVI Miguel Angel Buonarroti anunció el barroco de una forma colosal y masiva en la cúpula de la Basílica de San Pedro. De esta manera, Miguel Ángel se redescubrió como el padre del barroco y el nuevo estilo se desarrolló en Roma, alcanzó su momento álgido entre 1650 y 1670 y luego se extendería por toda Italia y el  resto de Europa.

Los arquitectos italianos Donato Bramante y Andrea Palladio en el siglo XVI y Francesco Borromini en el siglo XVII desarrollaron al máximo las posibilidades constructivas y expresivas del estilo renacentista en sus distintas modalidades. La Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Palacio de Versalles en las afueras de París, la iglesia de San Carlo Quattro Fontane en Roma, la catedral de San Pablo en Londres, el palacio de Belvedere en Viena, la Puerta de Brandemburgo en Berlín o la Casa Blanca de Washington; son monumentos emblemáticos de la arquitectura basada en los órdenes clásicos. Fue en los siglos XV y XVI cuando los arquitectos dieron a sus construcciones un carácter más sobrio y un sentido nuevo de la proporción y la armonía.  Hermosos son los ejemplares que contamos con el  Louvre y la ópera de París.  



La influencia del barroco no se limitó al siglo XVII pues a principios del siglo XVIII se 
desarrolló el estilo denominado rococó que se puede considerar como la fase final del barroco y, dentro de otra temática, necesario es señalar que los arquitectos del s. XVIII se fueron disponiendo  a rechazar la religiosidad intensa de la estética anterior y la exageración lujuriante del barroco y se vieron envueltos, a  finales del siglo XVIII e inicios del XIX,  en un notable avance tecnológico que influiría en Europa como  resultado directo de las primeras manifestaciones de la Revolución Industrial.

En el s. XIX, en 1824, Joseph Aspdín descubrió el cemento más importante llamado  cemento Portland, actualmente elemento básico en la industria de la construcción como  componente básico del hormigón  o concreto. La integración de varillas o barras de acero deformado al hormigón o concreto, produjo el  hormigón armado o concreto reforzado, que constituye un material muy resistente y competitivo con el acero en perfiles,  en la construcción de edificios, puentes y otras obras corrientes en nuestro tiempo.

Durante la primera mitad del siglo XIX se produjo un revival del estilo gótico (ojival), asociado al movimiento romántico. La sede del Parlamento de Londres es uno de los edificios más representativos de esta tendencia, basada en la recuperación de formas estilísticas del pasado, denominada historicismo...

(Continuará) 


Para La Coleccionista de espejos: Sergio Francisco Rojas Solano.... 

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