jueves, 1 de octubre de 2020

Semblanza


Orgullo, del bueno

 

Ocurrió un sábado de enero, a principios de 2020. Franklin y yo, interrumpimos la composición de su biografía para ir a tomar un café al otro lado de la calle frontal de la Universidad de Costa Rica.

 Cerca del conocido pretil, dos muchachas hacían ejercicios suaves bajo la sombra de un pequeño árbol. Su mirada curiosa sobre nosotros al pasar no pareció justificarse.  

 Luego del café, nos encaminamos de nuevo hacia la Facultad de Letras para continuar con las preguntas. Pasamos, otra vez, cerca de las muchachas que hacían ejercicio. Una de las muchachas no pudo aguantar. De pronto, la pregunta más importante, y que yo no haría, se disparó en el aire con algo de timidez ante el riesgo de equivocarse. Usted… es profesor, ¿verdad?

Franklin se dio media vuelta. Yo me detuve. La otra muchacha miraba.

La muchacha que habló, deseaba identificar al profesor, pero yo pocas veces lo presento así. Para mí, Franklin es el amigo que he tenido desde 1,973. Para la muchacha que preguntó, él es el Profesor Franklin Perry Price.

Sí. Soy profesor…Usted me dio clases en el curso … (tal y tal). Tal vez no me recuerda, pero yo fui alumna suya, lo recuerdo muy bien…Sí yo di ese curso varias veces y en varios lugares.

Luego vinieron de parte de ella, más detalles que fueron completando el punto que Mr. Perry buscaba en su memoria. Al instante supe que la pregunta no fue informativa sino de comunicación.  Claro, me sentí orgulloso. Pero, hay un orgullo de fondo, el de poder decir: tengo un amigo... Si ese amigo, ha logrado que lo que Franklin, es un valor agregado a su esencia como persona humana.

 

Esfuerzo, soledad y agradecimiento

 

En algún momento durante la entrevista de esa mañana, se quedó mirando hacia el piso superior del Edificio de Letras y dijo: Estoy muy agradecido con la Universidad porque me sacó de la miseria…

Esa declaración encierra lo que es y quién es Franklin Perry Price. Venido de Limón a los catorce años, se quedó solo, en San José, para luchar por la superación con casi ningún recurso. No daré los detalles de ese proceso, pero sí puedo decir que fue duro hasta que logró graduarse como profesor de inglés y de Literatura Inglesa en la Universidad de Costa Rica. Hubo personas que lo ayudaron y eso, el profesor Franklin Perry Price no deja de recordarlo ni de agradecerlo.

 En uno de sus primeros trabajos en San José, encontró excelentes lecturas que le hicieron ver lo vasto e interesante que es el mundo con todo lo que hay que aprender. Eso debió de haberle dado el impulso para ir al colegio y luego a la Universidad de Costa Rica con la meta de llegar a ser educador como lo son algunos miembros de su familia. Franklin diría: It runs in the family…

 Conocí a algunos de sus profesores, entre ellos a Lily Guardia y a un bonachón judío norteamericano de nombre Mike Hollander, a quien los estudiantes apodaron Bareta, por ser parecido al detective en una serie de aquellos años en la televisión.

 Ya como profesor, Franklin trabajó en varias instituciones. Actualmente participa en el movimiento de la DIASPORA con lo cual, vuelvo al tema del orgullo, del bueno. Admiro a la persona que conoce, entiende y respeta su cultura porque, primeramente, la ama. Y también me enorgullezco del valor que tiene un amigo que cree en las cosas que hace.

 Afortunadamente, “teacher Perry” continúa compartiendo de varias formas lo que la vida le dio y él supo encauzar.

 

Para La Coleccionista de Espejos:  Harold Herrera.

Tomado del Álbum Cultural de la Familia Afro-Costarricense…


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