jueves, 12 de enero de 2017

La sombra decapitada


Santiago Porras J.

   Voy recuperándome, lentamente del encuentro, o más bien reencuentro con este libro, porque su lectura es una buena forma de reunir mente y recuerdo, tiendo a eso, a hacer asociaciones involuntarias de todo lo que leo, y es que la filigrana de este autor siempre me ha capturado, lo que es decir que aprendo cosas nuevas con cada lectura, en sí, el propósito del escritor: informar, persuadir, explicar un fenómeno, entretener, etc.; y para mí, miente quien diga lo contrario porque nuestro desafío como lectores es identificar ese propósito, cualquiera que este sea…

  Por entendida, toda lectura es un proceso intuitivo que tiene dos niveles: la personal, es decir que uno siempre debe poder leer lo que escribe sin ser un lector amigo, aquel que definía Zúñiga como el absolutamente incapaz de ser imparcial, e incorruptible ante su propia critica; y es que si no se es capaz de tratar un libro con la misma rigurosidad con que se trata lo ajeno, no se debería hacer ningún otro tipo de apreciación que muy bonito, eso se queda para el programa de CHUNGALANDIA: el pinol, solo se come seco cuando sabemos como hacerlo, decía él, y yo aprendí que un trabajo excelso, por fuera, muchas veces no pasa de ser una mansión llena de tinieblas y con fantasmas incompresibles por dentro, tan común a este nuevo estilo de escritores, que muchas veces son salvados de que se conozca el mundo que subiste dentro de cada escritor, mediante la defensa, personalización explicativa que suelen hacer los teóricos que, muchas veces cae en la absurda necesidad de un traductologo para cosas que bien pueden leerse solas, ¿A cuántos no ha pasado que una covacha tiene más calor en una noche lluviosa que un cobertor de plumas y seda?...

Sobre el libro

La Sombra Decapitada, es el último libro de Santiago Porras Jiménez,  uno de esos escritores que descolan como los malinches que embellecen la ruta de su cautiverio literario con ese rojo escozor de la iluminación de un mundo que muchas veces nos es desconocido: lo nuestro, visto desde los ojos del ayer, el mañana y siempre, que diga nunca, parafraseando …

Las sombras no mueren, cuentan historias que no sabemos ver porque en Costa Rica, la tónica moderna dista mucho de ese conocimiento, nos hace negarnos a ver tanto hacia el pasado como lo que nos ha dejado, por eso será que botamos los edificios viejos y decimos que quienes escriben desde la visión del pasado histórico, o cultural como afincados en el pasado, o intranscendentes, mejor palabra que decir que no aportan nuevo al mundo literario.  Sin embargo, existen asociaciones literarias que afinan propuesta intelectuales que son del mismo tiempo de Dickinson, la que no son ni parecidas a las de Allan Poe, Emerson, o Whitman, todos ellos poetas fundamentales norteamericanos, como parte de una cultura que dice estar en evolución, pasa siempre, y no hay que darse por vencido, al contrario, propuestas como esta demuestran que el estilo, lo natural, lo que siempre ha estado ahí, es mejor que la forma, lo creado que curiosamente nunca termina siendo la misma.

Sobre el libro…

¿Quién, o mejor dicho, se puede decapitar una sombra; si son lo que en lo oscuro se mueve a un paso anormal de los demás sobre todo porque como el gusano, puede regenerarse sin que nos demos cuenta?

Lezama Lima, creo, fue quizás el primero en incursionar en ese poder que tienen las sombras sobre nosotros, en él en Lezama Lima, que tiene una génesis en la interpretación histórico/política de es la representación estética, ética e ideológica del proyecto nacional de independencia y liberación cubano que se inicia con Martí y que culmina con la Revolución de 1959.  En Porras, es la transculturación, el rasgo esencial de la identidad nacional del guanacasteco, por tanto, del costarricense, pues del mismo modo en que puede uno leer lo que le gusta, sin importar si antiguo o moderno, también debería de poder escribir como le gusta, y sin olvidar que no solo en este país, lo moderno del escritor y su escritura asienta siempre en el continum de los antecesores que en algún momento también fueron novedad, y catalogaban a los que estuvieron antes que ellos como lo fútil, lo antiguo que no aportaba nada nuevo: desde ese punto de vista el circulo de la vida, nos hace ver el valor de este libro…

Sobre el libro

   Vistos en su totalidad, los cuentos de esta colección se distancian y en algunos casos contestan estas perspectivas tradicionales. Otro de los rasgos importantes de este libro es su perspectiva multidisciplinaria: variedad de géneros y de obras. Visión abarcadora que se centra tanto en su novelística, AVANCARI, como en su prosa, e incluso en su ensayística, que tienen como objetivo demostrar que el pensamiento de lo que se ve como un pasado requiere el análisis simultáneo de sus complejas dimensiones históricas, poéticas y políticas.
  Escrito con una fina sencillez que abarca menos de 200 páginas, el libro quizás no gane un PN, porque es como aquellos edificios que por antiguos son abandonados a su suerte porque se desconoce su belleza interior; además en este caso sería como en aquel anuncio en que el mayordomo decía, …no se lo merece… en mi opinión, ese merito indiscutiblemente era de AVANCARI, del mismo autor, cuyos(ho)rrores de edición, mi opinión y me hago enteramente responsable, pudieron influir en el resultado final-, se desgrana, usando un término coloquial bastante común a la conformación de este tipo de material, del que conoce el camino por el recorrido interior  textos más elaborados y del mismo modo que resume el último texto: cada uno por su lado, corrimos a hacer lo que nuestros padres hacían…

  Creo que fue Cristian Marcelo, quien alguna vez dijo que la brevedad es la madre del desarrollo de este autor, y Germán Hernández lo reafirma al hablar de micro-cuentos, podría ser, no voy a discutir con ellos porque algo más que yo saben de literatura costarricense.   Me limito a decir que para mí, es que simplemente el corazón de un buen escritor está dada por la lectura que hace del mundo que lo rodea y en su capacidad de retransmitirlo; pero lo cierto es que las sombras no mueren; se convierten en uno, y en una eterna palabra…

Para La Coleccionista de Espejos: Delia McDonald Woolery

CO. Café Cultural Francisco Zúñiga D. 

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