lunes, 9 de mayo de 2016

Con Palabra de Mujer...


Casi siempre, y por los hechos históricos, tendemos a creer que la generación del 27 estuvo únicamente compuesta de poetas masculinos y que, si acaso hubo alguna mujer se limitaba a ser la musa que detonaba la ensoñación por la que escribieron como en el caso de Maruja Mallo, de quien hablaremos en otra oportunidad.

Por ahora, principiamos con saber que dentro de la generación del 27 existe un grupo bastante variopinto que recientemente da sus primeros pasos a la luz pública a partir de una interesante colección de documentos denominado Las del Sombrero Blanco

 La primera de ellas es: Vera Brittain; escritora, feminista y pacifista inglesa, nacida el 29 de diciembre de 1893, hija de una familia adinerada, propietaria de fábricas de papel, tuvo una infancia sin incidentes particularmente importantes, siendo la mayor de dos hijos, que desde los trece años, asistió a escuela Santa Mónica de Kingswood (Surrey), donde su tía era la directora. Estudió literatura inglesa en el Somerville College, de la Universidad de Oxford, donde al estallido de la primera Guerra Mundial retrasó la obtención de su grado para trabajar como enfermera voluntaria durante la mayor parte del conflicto, hasta que su novio Roland Leighton, Víctor Richardson y Geoffrey Thurlow, amigos cercanos, y su hermano, Edward, murieron durante la guerra.  A su regreso a la universidad de Oxford, encontró dificultad a ajustarse a la vida de la generación de la posguerra. Con la intención de establecerse en la escena literaria londinense, hizo amistad –hasta su muerte en 1935, con Winifred Holtby, una de las más refutadas novelista y primera periodista de la época más controversial del feminismo. Con ella comienza a escribir
Previo a su amistad con la Holtby, y su matrimonio en 1925 con el científico, político y filósofo, George Catlin, con quién tuvo dos hijos, John Brittain-Catlin (1927-1987), que además de pintor, hombre de negocios, fue el autor de la autobiografía Family Quartet, que apareció en 1987, y de Shirley Williams, quien fuera ministra del gabinete laborista y luego demócrata liberal, publica The Dark Tide, 1923, en los años 20 se convirtió en oradora regular de la Sociedad de Naciones pero no fue hasta que publica Testamento de juventud, 1933; un epistolario de las cartas que se intercambiaban ella, un par de amigos, su hermano y su novio, que aun ahora, es de superventas, que es un recuento de sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial, y que es el respaldo más sólido de su cruzada en pro del pacifismo. Sin embargo, las cartas serian usadas en Cartas de una Generación Perdida, que se consolidó como pacifista práctica en el sentido de que ayudó en el esfuerzo de terminar las guerras trabajando como voluntaria y viajando alrededor del país recaudando fondos para la campaña de ayuda alimentaria, a nombre de la Peace Pledge Union; que la expulsó de sus filas cuando fue vilipendiada por hablar en contra de los bombardeos aéreos de ciudades alemanas en su libro de 1944, Massacre by Bombing, y solo fue reivindicada cuando, el Libro Negro de los NAZIS, 1945, mostró que su nombre, de entre una lista de 2.000 personas, estaba entre los que debían ser inmediatamente arrestadas después de la Invasión Alemana a Gran Bretaña. A partir de ese momento su pacifismo destacó durante la II Guerra Mundial, y fue entonces que comenzó la serie de Letters to Peacelovers. Seguidas de esta, publica las secuelas de Testamento de juventud, Testamento de amistad, 1940,–su tributo a y biografía a Winifred Holtby– y Testamento de experiencia, 1957, la continuación de su propia historia que abarcó los años entre 1925 y 1950; novelas que en su mayoría, fueron sus experiencias y personas reales, y solo en su novela Honourable Estate, 1936, agregó algunas partes, que no eran exactamente sus memorias.
En noviembre de 1966, de camino a conferencia sufrió una caída en una calle mal iluminada de Londres, pese a ello cumplió el compromiso, pero al terminar sufrió un colapso que después hizo ver que tenía una fractura de brazo izquierdo roto y del dedo meñique de la mano derecha, lesiones que iniciaron un declive físico en el que su mente se volvió más confusa y retirada; y es que hay que recordar que Brittain nunca se sobrepuso del todo de la muerte de su hermano Edward. Cuando murió en Wimbledon el 29 de marzo de 1970, a los 76 años, su testamento pedía que sus cenizas fueran esparcidas en la tumba de Edward en Italia...

Para La Coleccionista de Espejos:

Gaby Sol

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