Casi siempre, y por los hechos históricos, tendemos a creer que la
generación del 27 estuvo únicamente compuesta de poetas masculinos y que, si
acaso hubo alguna mujer se limitaba a ser la musa que detonaba la ensoñación
por la que escribieron como en el caso de Maruja Mallo, de quien hablaremos en
otra oportunidad.
Por ahora, principiamos con saber que dentro de la generación del 27 existe
un grupo bastante variopinto que recientemente da sus primeros pasos a la luz
pública a partir de una interesante colección de documentos denominado Las
del Sombrero Blanco.
La primera de ellas es: Vera
Brittain; escritora, feminista y
pacifista inglesa, nacida el 29 de diciembre de 1893, hija de una familia
adinerada, propietaria de fábricas de papel, tuvo una infancia sin
incidentes particularmente importantes, siendo la mayor de dos hijos, que desde
los trece años, asistió a escuela Santa Mónica de Kingswood (Surrey), donde su tía era la directora. Estudió literatura inglesa en el
Somerville College, de la Universidad de Oxford, donde al estallido de la
primera G uerra Mundial retrasó la obtención de su grado para trabajar como
enfermera voluntaria durante la mayor parte del conflicto, hasta que su novio
Roland Leighton, Víctor Richardson y Geoffrey Thurlow, amigos cercanos, y su
hermano, Edward, murieron durante la guerra. A su regreso a la universidad de Oxford,
encontró dificultad a ajustarse a la vida de la generación de la posguerra. Con
la intención de establecerse en la escena literaria londinense, hizo amistad
–hasta su muerte en 1935, con Winifred Holtby, una de las más refutadas
novelista y primera periodista de la época más controversial del feminismo. Con
ella comienza a escribir
Previo a su amistad con la Holtby, y su matrimonio
en 1925 con el científico, político y filósofo, George Catlin, con quién tuvo
dos hijos, John Brittain-Catlin (1927-1987), que además de pintor, hombre de
negocios, fue el autor de la autobiografía Family Quartet, que
apareció en 1987, y de Shirley Williams, quien fuera ministra del
gabinete laborista y luego demócrata liberal, publica The Dark Tide, 1923, en los años
20 se convirtió en oradora regular de la Sociedad de Naciones pero
no fue hasta que publica Testamento de juventud, 1933; un
epistolario de las cartas que se intercambiaban ella, un par de amigos, su
hermano y su novio, que aun ahora, es de superventas, que es un recuento de sus
experiencias durante la Primera Guerra Mundial, y que es el respaldo más
sólido de su cruzada en pro del pacifismo. Sin embargo, las cartas serian
usadas en Cartas de una Generación Perdida, que se consolidó como pacifista
práctica en el sentido de que ayudó en el esfuerzo de terminar las guerras
trabajando como voluntaria y viajando alrededor del país recaudando fondos para
la campaña de ayuda alimentaria, a nombre de la Peace Pledge Union; que
la expulsó de sus filas cuando fue vilipendiada por hablar en contra de los
bombardeos aéreos de ciudades alemanas en su libro de 1944, Massacre by Bombing, y solo fue
reivindicada cuando, el Libro
Negro de los NAZIS, 1945, mostró que su nombre, de entre una
lista de 2.000 personas, estaba entre los que debían ser inmediatamente
arrestadas después de la Invasión Alemana a Gran Bretaña. A partir de
ese momento su pacifismo destacó durante la II Guerra Mundial, y fue
entonces que comenzó la serie de Letters
to Peacelovers. Seguidas de esta, publica las secuelas de Testamento
de juventud, Testamento de
amistad, 1940,–su tributo a y biografía a Winifred
Holtby– y Testamento de
experiencia, 1957, la continuación de su propia historia que
abarcó los años entre 1925 y 1950; novelas que en su mayoría, fueron sus experiencias
y personas reales, y solo en su novela Honourable Estate, 1936, agregó algunas partes, que
no eran exactamente sus memorias.
En noviembre de 1966, de camino a conferencia sufrió
una caída en una calle mal iluminada de Londres, pese a ello cumplió el
compromiso, pero al terminar sufrió un colapso que después hizo ver que tenía
una fractura de brazo izquierdo roto y del dedo meñique de la mano derecha, lesiones
que iniciaron un declive físico en el que su mente se volvió más confusa y
retirada; y es que hay que recordar que Brittain nunca se sobrepuso del todo de
la muerte de su hermano Edward. Cuando murió en Wimbledon el 29 de marzo de
1970, a los 76 años, su testamento pedía que sus cenizas fueran esparcidas en
la tumba de Edward en Italia...
Para La Coleccionista de Espejos:
Gaby Sol
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