El
cuarto hijo, y único sobreviviente varón de Klara Pölzl, y Alois Hitler, se llamó Adolf
Hitler, sí el mismo que es bien conocido como el más grande genocida de la
época moderna, nacido en Braunau Am Inn, Austria, a las seis y media de la
tarde del 20 de abril de 1889, hijo de una familia pequeña burguesa que se
especula de origen judío.
Desde
niño su inclinación fue hacia el arte. De hecho, se dice que la negativa del
hijo a seguir las indicaciones del padre, con respecto a que debía ser
funcionario público, o comerciante fue lo que terminó con el primero el 3 de
enero de 1903, y definió su destino como político, militar y
dictador, canciller imperial desde 1933 y Führer —líder— de Alemania desde 1934
hasta su muerte.
Habrá, tal vez, media docena de curadores que se especializan
en la obra de uno de los artistas plásticos de corte impresionista que no fue
bien encausado, más sin embargo de trazo firme y dinámico cuya obra,
actualmente, está valorada en cientos de miles de dólares y contados…
El
padre, un importante político y burócrata pensaba que su único hijo debía seguir
sus pasos sobre todo porque en 1907 y otra vez en 1908, sus aspiraciones se
arruinaron al no aprobar el examen de ingreso a la Academia de Bellas
Artes de Viena, cuyos críticos, los mismos de Van Gogh consideraron que tenía
más talento en la arquitectura que en la pintura. Uno de los instructores, que
simpatizaba con su situación y creyendo que tenía algo de talento, sugirió que
se aplicara en la Escuela Académica de Arquitectura. Sin embargo, esto requería
que Hitler regresara a la escuela secundaria que había abandonado y a la que no
estaba dispuesto a volver. Insistió y se hizo vendedor ambulante de su
obra reducida a postales de escenas de Viena, y frecuentando cafés de artistas
en Múnich, mantuvo la esperanza incumplida de que artistas consagrados le
pudiesen ayudar con su ambición de pintar profesionalmente. Hubo quién le dijo
que se dedicara a la política; y antes del estallido de la Segunda Guerra
Mundial en agosto de 1939, según el detalle de El Libro Azul de la Guerra
Británica, le dijo al embajador británico, Nevile Henderson, Yo soy artista y no político. Una vez que se resuelva la
cuestión polaca, quiero terminar mi vida como artista… Unos meses después era el Führer, y ya se había olvidado de la pintura…
De ese otro lado de la
moneda es de lo que vamos a hablar, pues es la muestra más clara de que buena o
mala, artista o escritor, quien lleva la semilla del arte nunca descansa…
De
1908 a 1913, Hitler se dedicó a pintar postales y casas para ganarse la vida;
pero su primer autorretrato vendría en 1910 a la edad de 21 años, esta y otras
doce pinturas fueron descubiertas ocultas en la casa familiar de Essen,
Alemania, 1945.
También
incursionó en la venta al menudeo de sus obras, y su representante comercial,
Samuel Morgenstern, un empresario austriaco, fue quien además de comprar muchos
de sus cuadros de su época en Viena; mantenía una base de datos de los
compradores a través de los cuales fue posible localizar a la importante
mayoría de compradores de la obra del joven Hitler, que eran sin excepción
judíos, de altos puestos sociales, como lo fue Josef Feingold, quien compró una
serie de pinturas de Hitler que representaban la antigua Viena.
Su sed
creativa, no se detuvo aun en su época como soldado de la PRIMERA GUERRA
MUNDIAL, tendría por entonces 25 años y era común verlo en sus ratos de ocio,
pintando temas que incluían casas de agricultores, estaciones, etc.
Según
los HERMANOS ALINARI, los máximos conocedores de su obra, era un pintor triste, porque
empleaba
colores de agua, y es señal de una profunda depresión que dejan ver que la
habilidad para la pintura de Hitler era pobre; por ejemplo, porque pintaba
personas rara vez. La causa que se especuló era falta de voluntad o falta de
habilidad. Sus pinturas prestan énfasis en la arquitectura, mostrando lugares
públicos, edificios y casas de campo. En otras, sin embargo, se concluyó que tenía una pizca de talento; sin
embargo, quien no conozca quien es el autor al verlas reconocerá una bondad
esencial que permite desarrollar un arcaje profundo y dominio único de la
paleta, y que su desidia al dibujar figuras humanas, representaba una profunda
falta de interés en las personas, como bien refleja la guerra y sus
consecuencias, sino que era un sociopata.
Para
La Coleccionista de Espejos: AKM
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