sábado, 20 de febrero de 2016

Las huellas del ruiseñor

No es mucho lo que se podrá decir sobre ella, pues después de la publicación de Matar a un Ruiseñor, la novela sobre el Sur segregado de los años treinta que, además de una evocación del paraíso infantil y una denuncia del racismo, un manual de ciudadanía, una Biblia cívica leída por sucesivas generaciones de escolares en este país; que vendió más de treinta millones de ejemplares desde su publicación en 1960 y que, en Estados Unidos, es un monumento literario, pasarían más de cincuenta años antes de que decidiera volver a publicar.
 Nelle Harper Lee, murió mientras dormía como vivió, en el más absoluto sigilo, lejos del mundanal ruido, decía ella, como si no quisiera llamar la atención más de la cuenta, el pasado 19 de febrero de 2016, en The Meadows, un hogar de ancianos de Monroeville, Alabama, el mismo lugar en que nació en abril de 1926.  
 Como su contemporáneo J. D. Salinger, rehusaban las entrevistas, Lee pertenecía a una especie particular de artistas, de obra escasa que tienen un golpe de genialidad en su juventud y crean un clásico para después retirarse del escenario y callar para siempre; en este caso particular, además de rehuir los focos y las entrevistas; el silencio fue su forma de escapar a la digestión de la fama que le atrajo Matar a un ruiseñor, una novela que haya tenido un impacto tan duradero como esta historia semi-autobiográfica escrita en los años cincuenta, en el momento más feroz del terrorismo blanco contra los negros en estados como Alabama, que se publicó cuando el movimiento de los derechos civiles tomaba fuerza y, con la complicidad de los presidentes Kennedy y Johnson y del Tribunal Supremo, que estaba a punto de lograr el fin de la segregación racial; y premiada con el premio Pulitzer, y la posterior película protagonizada por Gregory Peck, ganadora de tres OSCAR’S, escrita por una mujer,  desconocida, empleada del departamento de reservas de una aerolínea, pero dotada de un talento narrativo insólito que mezclaba la mirada ingenua de una niña —Scout, alter ego de Harper Lee— con un bisturí afilado para diseccionar el pecado original de la democracia estadounidense: el racismo y sus distantes expresiones: la esclavitud, la segregación, la discriminación… 
Después, de eso dejó de escribir. Los menos 6,500 habitantes que tiene actualmente, Monroeville pero que entonces no tenia, se dividieron entre quienes sospechaban que Lee carecía de facultades para decidir sobre la publicación del texto porque como en Macondo, Lee creció en Monroeville, inspiración de Maycomb, el pueblo de Matar a un ruiseñor. Su padre, A.C. Lee, era probablemente el abogado que inspiró a Atticus Finch, por lo que pudo haber sido un hecho de la vida real, pero todos apuntaban que probablemente su amigo, vecino y compañero de juegos de la infancia Truman Capote, habría sido quien escribió la obra. Durante toda la vida ese rumor le persiguió cuando probablemente se debió arrojar luz sobre el hecho de que sin la ayuda de Lee, quien le acompañó tanto en viajes de trabajo, como promocionales y entrevistas, tal vez, Capote no habría escrito su obra maestra, A sangre fría…hecho que en mi opinión porque se separaron de la forma en que lo hicieron.
Durante décadas se esperó la nueva novela, hasta que hace un año se supo que Tonja Carter, abogada en el bufete de A.C. Lee (es decir, del Atticus real), había descubierto un viejo manuscrito que narraba la historia de cómo la Scout adulta regresa a Maycomb en los años cincuenta; inmediatamente regoció un contrato millonario con Harper Collins, que en junio publicó Ve y pon un centinela. Se imprimieron dos millones de ejemplares, que prácticamente desaparecieron de los anaqueles, y se espera la publicación en español en cualquier momento, pese a que se dice que  no era lo que se esperaba.
Las huellas del ruiseñor…
(To Kill a Mockingbird, 1960) es un alegato por la igualdad, la justicia y contra el racismo; narra la vida en el pueblo de la escritora durante los años de la Gran Depresión, y en concreto, un episodio ocurrido en el cual Atticus Finch, un respetado hombre en su comunidad y modelo de rectitud, defiende a un hombre afroamericano acusado falsamente de la violación de una mujer blanca, en el marco de un Sur muy racista, donde los prejuicios por el color de la piel le suponen la condena. La defensa de este hombre va a acarrear a Atticus muchas dificultades con sus vecinos racistas. Hay otras tramas paralelas, como las travesuras de sus dos hijos huérfanos de madre y otra sobre un hombre que vive encerrado en su casa y del que no se sabe nada desde hace años. Plantea diferentes conflictos que pueden surgir en la convivencia de las gentes de una ciudad sureña, Maycomb, que se manifiestan en el enfrentamiento entre ricos y pobres, blancos y negros... Como contrapunto a todos los conflictos se alza la integridad de un hombre, el abogado Atticus Finch, que defiende lo que cree justo, y cuya rectitud es puesta a prueba.
Aparte de estos trascendentales temas, se dan otros de fondo que tienen como protagonistas a los niños, sus juegos infantiles, sus miedos sus conflictos y su visión de la vida, que a veces se enfrenta a la de los adultos.
La obra tiene rasgos autobiográficos; el personaje de Scout estaría inspirado en la propia Harper Lee y el de Atticus Finch en su padre. Finch, por cierto, es el apellido de soltera de la madre de Lee. El tercer niño, un visitante, está inspirado en las historias que Truman Capote le contaba a Lee sobre sí mismo en su infancia.
Ve y pon un centinela, (Go, Set a Watchman, 2015) fue escrita a mediados de los años cincuenta, antes de redactar Matar un ruiseñor. El título alude a una cita de Isaías, capítulo 21, versículo 6: "Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que vea...Siendo una secuela de su primera novela, "la historia se sitúa unos 20 años después, cuando Scout regresa a Maycomb desde Nueva York para visitar a su padre, Atticus Finch". El manuscrito estuvo perdido por muchos años, hasta que fue encontrado por Tonja Carter, la abogada de Lee, en el otoño de 2014. La novela será publicada tal como quedó escrita y sin revisiones, y consta de 304 páginas. Su primera edición tendrá un tiraje de 2 millones de ejemplares. Debido a su edad, los editores no creen que la autora pueda hacer promoción de su nuevo libro.
Además de sus dos novelas, Harper Lee es autora de unos cuantos artículos publicados en la prensa estadounidense entre 1961 y 2006. De acuerdo con el sitio Alabama.com, Lee falleció en su pueblo natal el 19 de febrero de 2016.
 Obra:
  • Ve y pon un centinela (Go, Set a Watchman, 2015
  •  Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird), 1960



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