Mario Chacón Segura
Aunque les repitiese el nombre varios veces, Mario Segura, nadie imaginaria quién
era: el autor de Caballito Nicoyano, una de las piezas más representativas del folclor
costarricense y uno de los himnos patrios del país; Punto
Guanacasteco, Guaria Morada, Caña dulce, Guaria morada, y mi favorita, Amor de
temporada; canciones siguen sonando en todas las escuelas y colegios de su
Costa Rica.
Nació el 7 de diciembre de 1911, en San Rafael
de Escazú, el mayor, de los cinco hijos del carnicero don José María Chacón
Morales, nativo de Heredia, y de Zoila Segura.
A los dos meses de nacido, lo trasplantaron a Santo Domingo de Heredia,
donde pasó su infancia entre jocotes, naranjos, trompos pesados de madera, bolinchas,
futbol y travesuras como cualquier güililla, de los muchos que por ese tiempo había;
y sin embargo, probablemente porque ya traía dentro el germen de la creación de
ritmo musicales en ritmo de TAMBITO que se cree derivado de la Danza Española,
propio de la región de Guanacaste.
Nunca estudio música,
lo suyo era talento natural, y en la Calle Ronda, actual centro de Santo
Domingo de Heredia, él aprendió a tocar guitarra de la mano de Mateo Chaves, hijo
de un zapatero que sabía de música pues era músico. Entonces, tendría cerca de
doce años y para los quince sabría muy bien que son una sola cosa, sabía
también que irse a bañar sin permiso a la “Poza del Encanto” costaba tremenda
chilillada, y que robarle melcochas a la señora que vendía dulces de tapa
frente a la escuela, aunque fueran tan sabrosas, no era buena idea. De joven,
vivió en Naranjo (Alajuela) donde trabajó con su padre en un almacén, y de ahí,
se vino para San José. En Moravia se casó con Noerní Soto Umaña, con ella trajo
al mundo nueve hijos: Roxana, Mariela, Edna, Mario (Q.D.G.), Jhonny, Pepe,
Fernando, Norman y Allan.
Chiquito, tocó en
el coro de la Iglesia de Santo Domingo de Heredia, y con el mismo candor, años
más tarde, se animó a tocar un paso doble titulado “España” en una fiesta de
cumpleaños que le hicieran a su entonces jefe Laureano Echandi, en la
Secretaría de Hacienda; su impecable ejecución le abrió las puertas de su destino:
Gonzalo Pinto, dueño de la radio emisora NUEVA ALMA TICA, le dio oportunidad de
cantar con su guitarra en 1929.
Después de eso, con el Gaucho Muñóz, Pipe Madrigal
Nieto, y Otto Hutt formó el CONJUNTO LOS ÍDOLOS CRIOLLOS, y de ahí siempre hacia arriba: apadrinado por
el doctor Bañón, formó el Cuadro de Buenos Aires, donde era el director de
revista, Antonio Meléndez, Ismael Murillo y Francisco Brenes, y viajaron a
México, Centroamérica y Cuba, entre 1948 y 1949, pero al volver a Costa Rica el
grupo se desintegró.
Yo crecí, con música
de Los ticos, y adivinen qué: él era el director, que se presentaron
exitosamente en Centroamérica, Miami, y en México, actuaron en la XEW y El
Patio de México. En La Habana (Cuba) alternaron con Pedro Vargas y René Cabel,
en el Teatro América, lugares de gran prestigio entonces, y seguí siendo fan,
cuando más tarde pasaron a ser el Conjunto
Rítmico Los Ticos, que amenizó la boda de mis tíos Fernán y Mayela.
Anocheció y no es
más que una parte de nuestra historia olvidada que nos hizo patria…
Para La
Coleccionista de Espejos:
Teacher Ana Lu
Datos e ilustraciones tomados de internet
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