Marjorie
Ross González
Los últimos meses, he pasado por una época difícil
en mi vida, y recordando que una extinta amiga, también escritora
norteamericana me dijo el otro día, que los procesos de pleitos y de divorcios,
son tan fieles como los impuestos, he decidido volver a las andadas de escribir…
puro desahogo. Jamás seremos tan buenas como Dell, pero ahí vamos; no sin antes
decir que esta reseña la vamos a hacer a la limón entre, Ane, Grace, Raque,
Gaby, cinco ¿?, bueno sí, en cierto modo Gaby es una de nosotras, de las chicas
de la Co., básicamente porque después de tres horas de pleito, no pudimos
ponernos de acuerdo; todas queríamos con este libro.
Cuando las vi aparecer tras la ventana, acaba de
cerrar mi correo y, aunque ya sabia que eran una visita anunciada, ¡para la
tarde!, y eran las 12; volví a retomar la idea recordando que tanto ellas como
yo, viajan/mos en escoba, es decir a su/nuestro propio ritmo y nunca hacen caso
de nada; además como ellas fueron las que me cazaron, ahora se aguantan mi mal
humor. Ya venían con el tema cuando nos cruzamos miradas... Entonces partimos
de una noticia DE LA NACIÓN. COM.
San José (Redacción). La conocida chef, periodista y escritora costarricense Marjorie Ross presentará este lunes por la noche su nuevo libro “Los siete pasos de la danza del comer: Cultura, género, identidades”. Texto que incluye una investigación de la escritora y plantea nuevas claves para entender la complejidad del lenguaje culinario fue ganador de un Aquileo J. Echeverría, categoría NO Ubicable.
Nos fuimos a lo de Grace, pusimos a Juan Ga, y
comenzamos a cocinar, bueno lo que pudimos porque ese arte vieras que no se nos
da mucho que digamos, hasta que vino la pregunta de rigor, ¿Por qué un libro
como este, que solo por el título cualquiera podría creer que se trata un libro
de, sobre, versado en, o creado para compilar recetas de ese digestivo arte de
la culinaria, fue ganador de un Premio Nacional, Categoría NO UBICABLE, pese a
que hay grupos secuenciales, y los comentarios de no-lectores que piensan que
es una obra mediocre, sin ningún valor particular, y que se premió un libro de
cocina solo por el gusto de ser la autora que era?
En eso Raque y Paula, que es la voz en off, dejaron de picar zanahorias y se pusieron a bailar belly: —La mística del baile arábigo, pudiera ser aquí la clave: cuando leí por primera vez el libro estaba dando una clase de bailes del vientre, a una mujer que me contaba sobre sus innumerables problemas para entender el mundo actual, y conforme caían uno a uno los velos, relacioné que en un principio, cuando el mundo era aún joven, el comer representaba un proceso que, se equiparaba con los cinco sentidos: El Gusto, 1.- Comenzaba con la planeación de cacería. La Vista llevaba a 2.- Elegir la pieza en función de nuestras necesidades. El Olfato, nos hacia 3.-crear el escenario propicio para localizar lo que buscábamos. El Tacto, lograba la 4.- selección adecuada de lo que deseamos de acuerdo a nuestra necesidad interior, 5.- El Oído además de ayudar a ubicar la pieza en el lugar correcto nos hace buscar los acompañamientos necesarios, para que, 6.- el arreglo de la pieza, sea llamativo al paladar y, 7.- nos guste comerlo. (Curiosa analogía, pero muy cercana a lo que yo entendía en la secuencia inicial del libro, cuyas metáforas, símiles, hipálages, y demás eran un universo demasiado extenso como para describirlo con palabras tan sencillas.)
A mí me pasa que cuando como, sobre todo en esta época en que estoy con la vara de los sano y lo natural, me gusta sentir los sabores. Leyendo me acordé que mi mamá decía que yo estaba loca, porque de güila, ella y Migue me daban unos cagones, porque cuando me llevaban comida a la escuela de primero me lo pasaba por la nariz, y después la tocaba aunque estuviese caliente, y a lo último me la comía… por el libro entendí que saberes, métodos y enfoques se despliegan de distintas formas cuando comemos, refiere Raque, no es solo cosa de nutrir nuestro conocimiento... (¡Y yo que pensaba que esta niña no entendía nada de lo que tenía alrededor!)
Mientras cocinan yo pienso: La literatura, no es solo que hablamos y escribimos. No se limita a lo general, sino a los detalles, y los pequeños detalles conforman nuestro mundo, dice Toni Morrison en la isla de los hombres. Entonces; ¿Podría ser que la cocina es una metáfora de la cultura, que engloba sencillos aspectos de la vida humana? ¿Qué sabemos con respecto los detalles que conforman el mundo culinario que nos rodea, si somos criaturas que invisibilizamos el aporte de la mujer al complejo tejido social de la sobrevivencia; lo mismo que no valoramos los procesos de aprendizaje, la creatividad, la tolerancia, el fortalecimiento de las identidades, la simetría humana y mucho más? ¿La identidad y el género son siempre las mismas, o dependen de nuestras condiciones?
Esto ya lo he dicho antes, pero ahora lo reafirmo. El escritor, el buen escritor no se limita a creer que lo sabe todo porque lo escribe, crea, o recrea un mundo desconocido para otros; pues su magia depende de la cuchara que utilice para mezclar los elementos. Y digo cuchara, porque al contrario de todos los otros instrumentos hechos para nutrir mente y cuerpo, ningún otros tiene tantos estilos, y variados usos. Cuando hablamos de un texto NO UBICABLE, hablamos de uno que conlleva un poco de todos los géneros: un poco de novela, otro poco de cuento, y de poesía, una síntesis de ideas que debe ser como preparar un platillo único; y en este Cultura, género, identidades; son una mezcla perfectamente homogénea, cuya autora plantea, en una revelación de revelaciones, que transculturaliza, un conocimiento diferente del ya conocido…
Grace se nos une con esa su miradita extraída desde el fondo de su copa de vino: en este libro todo es distinto. Una olla, puede ser un tiesto que se recoge en la mañana no solo para hacer el puchero del mediodía sino que bien puede servir para crear un función nueva, en donde florecen los cuadros que acompañan los textos. Yo pude haber pensado en cualquier cosa cuando vi la portada, y solo vi a Sor Juana Inés; no la de siempre, no la que se sienta a oscuras en su claustro a despotricar contra la necesidad y necedad de los hombres, del mismo que lo hacemos nosotras: está era extrañamente desconocida, y alegre en un lugar al que me dieron ganas de entrar…
Chicas; ustedes saben que para mí la cocina fue declarada zona de peligro, desde que era carajilla: conmigo lo inquebrable se vuelve comestible, y si no quemo el agua es porque apenas me ve llegar a la cocina se quiebra un tubo; sin embargo aprendí, dice Anne, que lo siempre pensé, era un mundo ajeno a mi (y es cierto para ella la cocina es un arma letal) no lo es tanto, es solo cuestión de aprender a entender las cosas que hay, y como nos necesitamos, ellos y yo, para exteriozar nuestros conocimientos; y ahora por lo menos me sale bien el azúcar con miel…
Mi nuevo novio, dice Gaby, me enseñó que los memes
son iguales al chineo que recibía cuando de niño me cortaba y corría donde mamá
a que me chineara... los colores, y las pinturas son otra cosa que me cautiva
con una necesidad ulterior que me llevó a descubrir el valor de una pintura, y
lo que puede representar lo que cada uno sabe, pero no se dice, y que a la hora
en que pensamos en comida nada tiene el mismo significado... ¿Se han fijado que
ninguna receta, aunque la hagamos cien veces, nos sale igual?...
Hasta hoy entendí, que hay un mundo diferente
dentro de cada una de nosotr@s y; que lo vemos diferente de acuerdo a como
vemos la colocación de las cosas: nunca imaginé que pese a ser de otro país,
aunque de la misma generación, Maya Angelou y mi abuela tuvieran los mismos
conocimientos, y esa fue una revelación que hasta mi mamá reclamó, dice
Grace...
Hasta la próxima, no sé si a la limón, pero próxima
será...
Teacher Ana Lu…
Corregido por D. Mc D…
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