miércoles, 11 de febrero de 2015

Llanto por el Oriente...

María Elena Cerecero.

Podría pensarse que leer un libro, más de poesía, es sencillo. La sencillez es un uno de los elementos menos vinculantes con la poesía porque sus creadores, con independencia de su formación, reconoce tres, mínimo, existencias comunes a su ser y naturaleza

1.- La palabra, que define qué es poesía,

2.- El sentir de lo que nos diga cómo actuar ante lo que leemos y,

3.- Su naturaleza, que le hace poder escuchar el eco de su sombra cantando en la oscuridad de ese gran mar que la poesía y, Solo, frente al mar el poeta navega con el cargamento más valioso del mundo: el instinto que adivinamos en la neblina de la mañana y que no desaparece  como un gato que corre tras su presa…

A eso agreguemos el juego que hacen los nombres y los apellidos en la creación de un autor y tendremos el convencimiento de que existen almas que están hechas sin saberlo de poesía… y es, que nunca había pensado que la poesía además de rutas y miradas que nos inundan tiene puntos cardinales que no necesariamente son los convencionales, delinean una cartografía de acasos: este Oriente por el que he pasado muchas veces, es el mismo que me hace saber que después de leer ocurren los milagros… 

Sobre el libro

El libro, es sencillo como la autora. 

Se lee en pocos pasos y viajes en autobús pero es capaz de hechizarnos para como la lluvia, o más bien el llanto que como la lluvia cae de repente llenándome de preguntas: ¿Por qué llora si todo está aquí y nada, al menos en mi conocimiento, le falta? ¿Por qué? ¿Será que el llanto forma parte del Oriente, o es el Oriente? En sí, ¿Qué es el Oriente?

Con pocas palabras, con el uso de su propio arquetipo inaugura una temática existencial propio al que no cualquiera puede imaginar o esperar como el común, fluyendo desde lo onírico, el sueño, a lo real,-lo que en apariencia permanece, siempre inalterable-con una cadencia musical que nos hace no querer cerrar, el dialogo con la poeta. Y es que ese

Detrás del horizonte tengo

que encontrar algo,

se debe asomar algo,

tal vez alguna cosa.

Con su pulso de pájaro

vendrá la oscuridad

a ocupar mi cabeza,

quizás en un minuto

el cielo se desplome,

No hay antes ni después.

No hay ayer ni mañana.

Solo este hoy tardío

como negro desierto inacabable.

Llanto por el Oriente. Pág. 9

 descubro que existen momentos en que la palabra reintegra nuestras memorias de modo que nos acostumbramos a vivir en nuestro mundo, por tanto aquí Oriente no es solo tierra de mitos, lo sabemos, sino un amplio espectro de pictogramas, manchas, planos cromáticos, líneas y figuras que sobre la superficie del lienzo, el papel en este caso, nos convidan, por ostensible que sea su semejanza con ciertos objetos del mundo ordinario, a un recorrido distinto por el mundo y su palabra, o será del mundo de la palabra, es decir que  este Oriente no se encuentra en ninguna otra parte que en el viaje onírico de la memoria, donde el vocablo poético está siempre impregnado de ese sentimiento que nos llega envuelto en el halo emotivo del recuerdo…agradable sensación de calidez.

Meditación y efusión lírica, dos procesos del todo distintos aquí tienen  puntos de confluencia que, expedito del llanto, dan origen a un objeto lingüístico donde el quebranto se trasmuta en embelesado deleite artístico, la frustración por la desaparición de lo amado se convierte en recursos metafóricos e hipalagicas que construyen un mundo concreto.

Los nombres de mi gente

ocupan mi cabeza

con notas de canciones

que un día voy a escribir.

Gotas de soledad

esperan en los ojos,

y en las manos una vasta ansiedad.

Pág. 10. Llanto por el Oriente

 

Sin más, deja claro, un dominio absoluto sobre la potencia estética de la punzante y dolorosa nostalgia fúnebre de una memoria que transciende al presente, que son ensalzados por la economía de lenguaje, es decir que pocas palabras hacen que los textos se luzcan, como dirían nuestras madres, frente a las visitas con impresionante e inusual brillantez expresiva y una autenticidad sensitiva incuestionable, ante las pérdidas que las hay, pero dicho como reclamo sino como una conversación tu a tu, entre amigos después de mucha ausencia y palabra suelta…

 

Con esta fecha Mario,

renunció a la poesía.

Voy cayendo a la noche

 y aquí vengo

trepando por sus venas.

Este día, querido Mario,

me declaro incapaz de la metáfora.

Corre la imagen tras de la palabra,

me castiga con fuerza

el pensamiento.

Tú sientes como yo, amigo Mario,

me reconozco en ti, en tu nostalgia;

eres un sol que nace de la sombra

y yo por el momento, sin recato,

solo tengo en la boca arena.

Pág. 11. Llanto por el Oriente…

 

De la orfebrería a la tribulación, que en lugar de tomar el camino y dejar pasar sigue vociferando gritos de rebeldía ante la muerte que le ha despojado de aquello que tenía. Si a contenido vamos, se entiende el temple emotivo del tema sobre el que versan las ideas, por tanto, no necesitamos más para saber del motivo del llanto por ese  Oriente que, contumaz, a una tensión anímica específica, en todo caso, una vivencia que nos lleva entre abstracciones, la palabra poética, que aunque manifiesta y revelada, busca con ahínco encontrarse hasta el  instante en que el dibujo de la palabra encarna un escalofrío espiritual, construido por nuestro propio gusto y que termina llamándose Oriente… fin de la lectura, mas no del viaje… Recomendada la lectura…

 

Para La Coleccionista de Espejos:

Dlia Mc Donald Woolery

 

 

 

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