Podría pensarse que leer un libro, más de poesía,
es sencillo. La sencillez es un uno de los elementos menos vinculantes con la poesía
porque sus creadores, con independencia de su formación,
reconoce tres, mínimo, existencias comunes a su ser y naturaleza
1.- La palabra, que
define qué es poesía,
2.- El sentir de lo que
nos diga cómo actuar ante lo que leemos y,
3.- Su naturaleza, que le hace poder escuchar el eco de su sombra
cantando en la oscuridad de ese gran mar que la poesía y, Solo, frente al mar
el poeta navega con el cargamento más valioso del mundo: el instinto que
adivinamos en la neblina de la mañana y que no desaparece como un gato que corre tras su presa…
A eso agreguemos el juego que hacen los nombres y los apellidos en la creación
de un autor y tendremos el convencimiento de que existen almas que están hechas sin saberlo de poesía… y es, que
nunca había pensado que la poesía además de rutas y miradas que nos inundan
tiene puntos cardinales que no necesariamente son los convencionales, delinean
una cartografía de acasos: este Oriente por el que he pasado muchas veces, es
el mismo que me hace saber que después de leer ocurren los milagros…
Sobre
el libro
El
libro, es sencillo como la autora.
Se lee
en pocos pasos y viajes en autobús pero es capaz de hechizarnos para como la
lluvia, o más bien el llanto que como la lluvia cae de repente llenándome de preguntas:
¿Por qué llora si todo está aquí y nada, al menos en mi conocimiento, le falta?
¿Por qué? ¿Será que el llanto forma parte del
Oriente, o es el Oriente? En sí, ¿Qué es el Oriente?
Con
pocas palabras, con el uso de su propio arquetipo inaugura una temática
existencial propio al que no cualquiera puede imaginar o esperar como el común,
fluyendo desde lo onírico, el sueño, a lo real,-lo que en apariencia permanece,
siempre inalterable-con una cadencia musical que nos hace no querer cerrar, el
dialogo con la poeta. Y es que ese
Detrás
del horizonte tengo
que
encontrar algo,
se
debe asomar algo,
tal
vez alguna cosa.
Con
su pulso de pájaro
vendrá
la oscuridad
a
ocupar mi cabeza,
quizás
en un minuto
el
cielo se desplome,
No
hay antes ni después.
No
hay ayer ni mañana.
Solo
este hoy tardío
como
negro desierto inacabable.
Llanto por el Oriente. Pág. 9
descubro que existen momentos en que la
palabra reintegra nuestras memorias de modo que nos acostumbramos a vivir en nuestro
mundo, por tanto aquí Oriente no es solo tierra de mitos, lo sabemos, sino un amplio espectro de
pictogramas, manchas, planos cromáticos, líneas y figuras que sobre la
superficie del lienzo, el papel en este caso, nos convidan, por ostensible que
sea su semejanza con ciertos objetos del mundo ordinario, a un recorrido
distinto por el mundo y su palabra, o será del mundo de la palabra, es decir
que este Oriente no se encuentra en
ninguna otra parte que en el viaje onírico de la memoria, donde el vocablo
poético está siempre impregnado de ese sentimiento que nos llega envuelto en el
halo emotivo del recuerdo…agradable sensación de calidez.
Meditación y efusión lírica, dos procesos del todo distintos aquí tienen
puntos de confluencia que, expedito del
llanto, dan origen a un objeto lingüístico donde el quebranto se trasmuta en
embelesado deleite artístico, la frustración por la desaparición de lo amado se
convierte en recursos metafóricos e hipalagicas que construyen un mundo
concreto.
Los nombres de mi gente
ocupan mi cabeza
con notas de canciones
que un día voy a escribir.
Gotas de soledad
esperan en los ojos,
y en las manos una vasta ansiedad.
Pág.
10. Llanto por el Oriente
Sin más, deja claro, un
dominio absoluto sobre la potencia estética de la punzante y dolorosa nostalgia
fúnebre de una memoria que transciende al presente, que son ensalzados por la
economía de lenguaje, es decir que pocas palabras hacen que los textos se luzcan,
como dirían nuestras madres, frente a las visitas con impresionante e inusual
brillantez expresiva y una autenticidad sensitiva incuestionable, ante las pérdidas
que las hay, pero dicho como reclamo sino como una conversación tu a tu, entre
amigos después de mucha ausencia y palabra suelta…
Con esta fecha Mario,
renunció a la poesía.
Voy cayendo a la noche
y aquí vengo
trepando por sus venas.
Este día, querido Mario,
me declaro incapaz de la metáfora.
Corre la imagen tras de la palabra,
me castiga con fuerza
el pensamiento.
Tú sientes como yo, amigo Mario,
me reconozco en ti, en tu nostalgia;
eres un sol que nace de la sombra
y yo por el momento, sin recato,
solo tengo en la boca arena.
Pág. 11. Llanto por el Oriente…
De la orfebrería a la tribulación, que en lugar de tomar el camino y
dejar pasar sigue vociferando gritos de rebeldía ante la muerte que le ha
despojado de aquello que tenía. Si a contenido vamos, se entiende el temple
emotivo del tema sobre el que versan las ideas, por tanto, no necesitamos más
para saber del motivo del llanto por ese Oriente que, contumaz, a una tensión anímica específica, en todo caso, una vivencia
que nos lleva entre abstracciones, la palabra poética, que aunque manifiesta y
revelada, busca con ahínco encontrarse hasta el
instante en que el dibujo de la palabra encarna un escalofrío
espiritual, construido por nuestro propio gusto y que termina llamándose
Oriente… fin de la lectura, mas no del viaje… Recomendada la lectura…
Para La Coleccionista de Espejos:
Dlia Mc Donald Woolery
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