viernes, 5 de diciembre de 2014

Metamorfosis en 125 líneas

La “Piel inconforme”, de Mariamalia Sotela, fluye, como fluye el incienso fragante, se entremete en su cocina, en el agua, en los bosques, en sus ojos, en las fresas repartidas. En sus prados, sus texturas, sus manos tibias, como de palomas algunas veces,  otras veces frías, como de hielo. Se alegra en su alegría o llora de tristeza.

“Piel inconforme”, es tan inconforme como su autora, que sentada en la orilla, Desarraigada, trata de detener las olas, como si fuera el mismo paso del tiempo, su ir y venir recoge caracolas, quizá sus reflexiones, que arrastran hasta el fondo sus pensamientos o hasta otras playas los recuerdos. Pero muchas veces también el mar se pone arisco y le devuelve tempestades, troncos erosionados los que quedan encallados en el borde de la playa, sin vida. Con las manos erizadas, suplicantes y con los ojos cerrados.

¡Tantas veces acerqué mi ofrenda a unos ojos cerrados! ¡Tantas otras regalé un amor lleno de veladuras y de historias y de hermosas notas disonantes, como si fuera un premio, a quien estaba esperando sólo una sonrisa o una palabra como de padrenuestro!...

Mariamalia es sorprendente, sorpresiva y sorprendida, ella se construye, se renueva, se condena a sí misma a renacer:

 Pienso que la granada de mi vida está llena de sorpresas. Como perlas de llorar-collar- reventado. Perlas rojas, transparentes, con un corazoncito pequeño adentro: la semilla, que es el secreto para repetirse…

Las musas asaltan a Mariamalia en cualquier parte, para hablar de ella, de sus adentros y de sus afueras, que muchas veces son las afueras y adentros, de muchas mujeres, porque ella, es mujer:

Estoy sosteniendo el alma

para que no salga

por los ajos

delante de la gente.

Estoy sosteniendo

 mi esqueleto

para que no se caiga

mientras aprendo la proeza

de vivir sin vértigo…

 
Deberé arrancar mi piel,

Pero de veras,

y remontarme el esqueleto desde abajo

por cada uno de mis huesos

y olerme poco a poco

y escuchar mi soledad

y sostenerme.

Luego,

Si es posible, no cantar

nunca más una mentira.

  Y entonces

    salir

  a comenzar.

La autora de este libro, dueña y señora de su Piel inconforme, se desviste sin pudores ante nuestros ojos. Nos cuenta sobre sus amores; ahora en el recuerdo, pero nunca lejos, porque cuando el amor ha sido bueno, es bueno en el recuerdo.

Aparte de que tenía los ajos del color de mar como a mí me gusta,

esos ojos como blancos de tan celestes, él conocía

a piratas expertos en tesoros…

Mucho sobre el vino y el pan,

casi todo sobre la práctica del amor. Digo casi todo porque al menos a mí me asombró o mejor dicho, me des-sombró de tan iluminada que quedé con su sonrisa y con su manejo de toda situación…

Y luego después de enseñarme muchas cosas del corazón, de la cocina, y del caminar- como andar sobre rocas, descalza, sin que duela- se fue, para siempre, al mar.

 Entonces estoy segura que Benedetti, le respondería para calmar su pena, como el hombre de ojos como mar:

 Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

En esta Piel inconforme, Mariamalia se deshila, se desdobla, se desborda de palabras salidas más allá de sus adentros, porque un adentro leve nos dejaría vacíos. Pero sus adentros nos envuelven, nos transmutan, nos saca nuestras proezas en el amor y nos  trastoca nuestras entrañas. Entonces comprendemos que, como la autora, también buscamos abrazos, plasmamos en nuestros lienzos los anhelos, así como Fridda, plasmó sus realidades.

Mariamalia nos regala, desde lo más íntimo de su ser, cuatro elementos que rigen su alma, que guarda esta Piel inconforme, tierra, agua, fuego, aire, que estremecen a una mujer apasionada por lo que ama. Intrigada con miles de porqués. Asombrada de tanta belleza en el río, como cuando le nacieron flores. Una mujer que pide un abrazo, para dar de sí, el fuego de sus adentros, el calor se sus brazos. El aire que necesitan dos cuerpos unidos. Ella nos convoca en el agua, en el mar, que se lleva sus lágrimas. En la tierra, ella nos convoca en la tierra, donde encontró a don Alberto que es:

…pequeño como un gran tótem

Pequeño y fuerte como dos Albertos al menos…

Alberto es el elemento tierra, en carne propia.

 

                                                                                                                      Marlene Ramírez Berrocal

                                                                                                                    Periodista. Escritora costarricense  

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