Como reconocer a un escritor genial…
A lo largo de mi trabajo profesional como
promotor y difusor cultural, escritora, investigadora y poeta, descubrí que
existe una relación inversamente proporcional entre deseo y actitud.
Algunas veces solemos asociar el expediente académico con la excelencia, pero son cosas que no siempre están relacionadas.
Hay quien piensa que un genio se
hace y no nace: sencillamente, tiene el talento para una actividad concreta y
le basta con desarrollarla para alcanzar la excelencia. Pero esto es una visión
muy simplista de la realidad y, además, como han comprobado numerosos estudios,
falsa. No cabe duda de que un genio es talentoso por naturaleza, pero el
talento no es ni de lejos la característica más importante del mismo.
Estas son algunas cosas (durante
el desarrollo de los talleres veremos más) que, sin excepción, cumplen todos
los escritores. Y no todas son agradables para el común de los mortales y menos
para ellos.
1. Son curiosos e impulsivos
Para elaborar su libro Creatividad
(Paidós, 2008), el profesor Mihaly Csikszentmihalyi entrevistó a 91
genios, de todas las disciplinas, incluyendo a 14 premios Nobel. Una de sus
principales conclusiones es que las personas con mentes privilegiadas, que
logran creaciones excepcionales, tienen dos cosas en abundancia: curiosidad y
determinación: están absolutamente fascinadas por su trabajo y, aunque haya otras
personas más brillantes, su enorme
deseo de lograr lo que se proponen supone el factor decisivo…
2. Lo importante no es la educación, son las horas que dedican a su especialidad.
Algunas veces solemos asociar el expediente académico con la excelencia, pero son cosas que no siempre están relacionadas.
Según Dean
Keith Simonton, profesor de la Universidad de California en Davis, quien hizo
un estudio analítico de los expedientes académicos de más de 300 genios nacidos
entre 1450 y 1850, entre ellos, Leonardo da Vinci, Galileo, Beethoven o
Rembrandt. Determinó cuánta educación formal había recibido cada uno y
midió sus niveles de eminencia a través de sus obras de referencia. Sus resultados
fueron sorprendentes. La relación entre educación y excelencia, al trasladarse
a un gráfico tenía forma de campana: los creadores más destacados no eran
aquellos que había recibido una educación media y menor educación. Lo
sorprendente es que aquellos con algo así como una diplomatura, o habían recibido
una mayor y mejor educación son menos que creativos, o limitados por su estudio
profesional, y demostró sin lugar a dudas que de existir los genios son siempre
aquellos que pese a ser autodidactas y, sobre todo, unos adictos al trabajo, han
trabajado en su especialidad y han dedicado su vida a ella; pues como diría el
crítico literario V.S. Pritchett: Los genios son todos iguales nunca dejan de
trabajar, no pierden un minuto. Es deprimente...
La realidad es que, sin
esfuerzo, el talento importa poco. Aprenda todo lo que se pueda aprender de aquello
que le guste escribir, no se guie por creencias personales y lleve siempre su pasión al
limite…
3. Son muy
críticos con su trabajo
Según el psicólogo Howard
Gardner, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, los grandes
genios como Picasso, Freud o Stravinsky tenían un patrón similar de trabajo,
que se basaba en el ensayo y error: analizaban un problema, creaban una
solución, la probaban y generaban una retroalimentación constante.
Los individuos creativos, asegura
Gardner, emplean una considerable cantidad de tiempo en reflexionar acerca de
lo que quieren alcanzar, si han tenido éxito o no y, si no lo han logrado, qué
deben hacer diferente, pese a que las mentes creativas son también las más
metódicas.
4. Son
sacrificados, solitarios y, en ocasiones, neuróticos
Los genios están todo el rato
pensando en su obra y esto tiene múltiples desventajas. Dedicar todo tu tiempo
al trabajo implica un sacrificio inmenso y una merma en las relaciones
sociales. Según Csikszentmihalyi, la mayoría de genios son marginados durante
la adolescencia, en parte porque “su intensa curiosidad e intereses muy
focalizados resultan extraños a sus compañeros”, en parte porque los
adolescentes demasiado gregarios no están dispuestos a gastar tiempo, en
soledad, para cultivar su talento. “Practicar música o estudiar matemáticas
requiere una soledad temible”, asegura el profesor.
En ocasiones, el sacrificio
necesario para ser un genio puede rozar lo patológico. La entrega puede
tornarse en obsesión: las personas excelentes no son necesariamente felices.
Basta ver el ascetismo que alcanzaron Freud, T. S. Eliot o Gandhi, o la
soledad autoimpuesta que desarrolló Einstein. Muchos genios desarrollan,
además, una personalidad neurótica: su trabajo les volvió maniáticos y
egoístas.
5. Trabajan
siempre por pasión, nunca por dinero
Los verdaderos genios se
desviven por su trabajo. Además, son aquellos a los que motivaba menos las
recompensas extrínsecas los y, en ningún caso se entregan a éste por
dinero, sino por pasión y vocación. Los artistas que han desarrollado su
pintura y escultura por el placer de la actividad en sí más que por las
recompensas extrínsecas, han producido un arte que ha sido reconocido
socialmente como superior”
, asegura el pensador y escritor Dan Pink en su libro La sorprendente verdad sobre qué nos motiva (Gestión 2000).
, asegura el pensador y escritor Dan Pink en su libro La sorprendente verdad sobre qué nos motiva (Gestión 2000).
Para La Coleccionista de Espejos,
La
Coleccionista de Espejos…
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