domingo, 14 de julio de 2013

A propósito del El SIDA


Pero no es del convencional del que estamos hablando sino del: Síndrome de Insolidaridad Dócilmente Adquirida

Todos hemos oído hablar de él, porque lo practicamos diariamente.   Sin embargo, no sabemos mucho de él.

El Síndrome de Insolidaridad Dócilmente Adquirida se desarrolla por la destrucción progresiva de una sociedad, llena de espectadores moribundos y mansos, faltos de voluntad.
  La pereza  de pensar, ceder o extender la mano a esa persona que realmente lo necesita, sin pedir  nada a cambio, solo la satisfacción explosiva de comunicarnos con otro ser que en algún momento fue débil  o requirió de una ayudita, son la muestra más patente de su desidia
¿Cuántas noticias escuchamos al día de tanta crueldad y frialdad hacia todo lo que nos rodea?
Solo montarnos en un bus y mirar rabiosamente los asientos preferenciales que  no se respetan, o el deseo de brindar un espacio no se puede cumplir, es suficiente para saber por dónde vamos
¿Cuántos animales mutilados, agredidos, abandonados y maltratados, seres totalmente indefensos?
La negligencia se ha convertido en una forma de vida, dejando que las cosas pasen sin hacer absolutamente nada.
Somos testigos de esta nefasta epidemia que por desgracia se pasa de generación en generación, trasforma a personas capaces de realizar un cambio en dóciles y mansos de ánimo.

La insolidaridad es la representación exagerada del egoísmo, un individualismo funesto para la construcción de una sociedad que está llena de potencial.
Somos seres totalmente creadores el problema es: ¿Qué queremos crear? ¿Para qué? Y ¿Adónde nos llevaría?
La solidaridad en una de las mayores satisfacciones humanas que nos brinda libertad y justicia.
No dejemos que esa docilidad nos haga adquirir este mortal síndrome, tratemos que nuestras acciones diarias hagan el cambio.
Bien dijo Marco Aurelio:  Hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza...
Para La Coleccionista de Espejos:
                                                  Laura Contreras C
 



 

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