Pero no es del convencional del que estamos hablando sino del: Síndrome de Insolidaridad Dócilmente Adquirida
Todos hemos oído hablar de él, porque lo practicamos
diariamente. Sin embargo, no sabemos mucho de él.
El Síndrome de Insolidaridad Dócilmente Adquirida se
desarrolla por la destrucción progresiva de una sociedad, llena de espectadores
moribundos y mansos, faltos de voluntad.
La pereza
de pensar, ceder o extender la mano a esa persona que realmente lo
necesita, sin pedir nada a cambio, solo
la satisfacción explosiva de comunicarnos con otro ser que en algún momento fue
débil o requirió de una ayudita, son la
muestra más patente de su desidia
¿Cuántas noticias escuchamos al día de tanta crueldad y
frialdad hacia todo lo que nos rodea?
Solo montarnos en un bus y mirar rabiosamente los
asientos preferenciales que no se respetan, o el deseo de brindar un espacio no se
puede cumplir, es suficiente para saber por dónde vamos
¿Cuántos animales mutilados, agredidos, abandonados y
maltratados, seres totalmente indefensos?
La negligencia se ha convertido en una forma de vida, dejando
que las cosas pasen sin hacer absolutamente nada.
Somos testigos de esta nefasta epidemia que por desgracia se
pasa de generación en generación, trasforma a personas capaces de realizar un
cambio en dóciles y mansos de ánimo.
La insolidaridad es la representación exagerada del egoísmo, un individualismo funesto para la construcción de una sociedad que está llena de potencial.
Somos seres totalmente creadores el problema es: ¿Qué
queremos crear? ¿Para qué? Y ¿Adónde nos llevaría?
La solidaridad en una de las mayores satisfacciones humanas
que nos brinda libertad y justicia.
No dejemos que esa docilidad nos haga adquirir este mortal
síndrome, tratemos que nuestras acciones diarias hagan el cambio.
Bien dijo Marco Aurelio: Hemos nacido para
colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de
dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los
otros es contrario a la naturaleza...
Para La Coleccionista de Espejos:
Laura Contreras C
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