miércoles, 9 de enero de 2013

Un vistazo al genio...

Imagen tomada de Internet con fines ilustrativos
 Pilar Jiménez Solís...
   Cuando los hombres se vestían así, el mundo y los nombres eran otros; pero hasta que leí el artículo de Yann, siempre pensé que era mujer y que como las grandes maestras que este país ha producido, y que como todas las que dejamos olvidadas en algún rincón de la memoria o, que era perpetuamente recordada con su propia escu
ela; por el mérito de saber el amor a la patria; terminé horriblemente sorprendida: ahora recuerdo que mi abuelo se llamaba Carmen; entonces quiere decir que los nombres tenian poder y que la modernidad nos deja sus desaciertos…
...como siempre sufro de errores, disgregaciones del conocimiento popular que muestran cómo cambia la semántica y que todo está sujeto a interpretación...
    No era mujer sino hombre.  
  Benemérito de la patria por la revolución social que generó su espíritu creador: ahora entiendo el decir de CUANDO NATURA NO DA SALAMANCA NO... Tiene relación con el hecho de que tan solo los diamantes tienen cáscaras de carbón

No fue rico, más que en talento: nació en el lugar que hoy llamamos Guadalupe, el 27 de Marzo de 1835; de padres campesinos que nunca pudieron entender cómo su primógenito, fabricaba violines con hebras de caña brava, desde los tres o cuatro años, tocando en ellos melodías populares; de oído aunque no supiera ni pier de mist la forma en que fueron escritas...

    No era rico pero tenía un sueño en el que muchos creían.
    Como no podía pagar escuelas inalcansables a su condición social, y dado su talento recibió una de las primeras becas no pagadas por el Estado, con la que el maestro Don José María Montoya le enseñó tanto a leer como la Doctrina Cristiana, según la usanza de los educadores de entonces. A escribir junto con algunas nociones de aritmética; se encargó Vicente Valverde

  Tenía un sueño que a los quince años su padre, con quién trabajaba en faenas agrícolas, sacrificó su ayuda y solidaridad entusiasta lo envió a Tres Ríos para que estudiara música con Jesús Rodríguez.
  Incansable e infatigable en su deseo por aprender a escribir música; como pago, además trabajó como jornalero en los terrenos de su maestro para que le permitiera copiar durante la noche, los papeles de música que poseía; pues según se cree el medio escudo por mes (¢1,05); que le prodigaba padre Raimundo Mora, primer cura de Guadalupe, era para sus padres.
   A lo largo de tres años de duro trabajo, logró rapidos progresos, que le entregaron pronto la habilidad de escribir la música, junto al solfeo y sin ayuda de nadie aprendió a tocar el violín que de niño construia pero su gran amor fue el violoncelo. 
  Ese rápido aprendizaje le permitió tocar y cantar en funciones religiosas en Tres Ríos, Cartago y otras localidades, junto al maestro Rodríguez, enseñando de paso, a quienes como él sentían amor por lo que hacían; y recibiendo en pago cuatro reales, toda una fortuna para entonces.

  Contrae matrimonio a los 22 años con Melchora Núñez Gutiérrez, y por esa misma época, comenzó a estudiar piano con el maestro español Don Pantaleón Zamacois, a quién le compró a pagos, por 64 pesos, un viejo piano; porque pese a tener recursos suficientes para ocuparse de su familia, por ser el maestro de música de dar clases de música y canto a los hijos de las principales familias de la Capital, de reparar y afinar pianos, de funciones religiosas, de participar en la Orquesta del Teatro Municipal o Teatro Mora, único existente en su tiempo, maestro de Capilla y de canto en las Escuelas Públicas de Heredia...
 Fue también profesor de solfeo, canto y piano en el Instituto Nacional, en el Liceo de Costa Rica y en las Escuelas de Guadalupe, San José y San Vicente (hoy Moravia), en la Escuela Nacional de Música y en la Santa Cecilia y en su pueblo natal fundó la Estudiantina de Guadalupe, siempre  con el violín, violoncelo o el contrabajo, para ayudar al sostenimiento de sus padres y doce hermanos. Eso sin olvidar apoyar a los que consideraba, necesitaban instrucción o ayuda gratuita para estudiar.

Además de sus descendientes sí que sabemos quiénes fueron y sus aportes a la patria: Doña Matilde de Marín, Lic. Francisco Jiménez Núñez, Ing. Enrique Jiménez Núñez, Dres. Gerardo y Ricardo Jiménez Núñez, Cirujano Dentista, José Joaquín Jiménez Núñez y Doña Rosa Jiménez de Sáenz; pues es muy cierto que buena sombra los albergó siempre; sus  creaciones más importantes fueron: Una Cartilla de Música en 20 lecciones”, la música de dos zarzuelitas, con letra del maestro Adolfo Romero, Director del Instituto Nacional; “Amor al Trabajo” y “Gracias a Dios que está puesta la mesa”, estrenadas ambas en el Teatro Municipal de San José.  Compuso la mayoría de variaciones para piano, varias misas y numerosas obras de música religiosa, que se usaba en forma frecuente durante años.

   Poco antes del final de su vida, 02 de Septiembre de 1 922, con la ayuda de sus hijos y del gobierno del Presidente Iglesias, llegó a algunos de los centros donde se daban cita las grandes figuras musicales que eran de su devoción de Europa: París, Bruselas, New York, entre otros.

  Para La Coleccionista de Espejos: 
                                                          Gaby Sol

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