sábado, 19 de enero de 2013

Con palabra de mujer

Hasta finales del noventa y cuatro, la literatura escrita por miembros de las etnias, Ella es quizás, después de Hilda Chen, Ahora que lo pienso, la segunda mujer de la etnia china, dedicada a la literatura: su nombre es Lucy Cristina Chau,  Panamá (1971).

La conocí en Guatemala en el I Encuentro de Mujeres Escritoras Indígenas y Afro-descendientes y sin más junto a Eyra Harbar y de otra persona que era artista plástico, pero de cuyo nombre no preciso nombre, y sin más me dijo compatriota… nunca supe si fue porque compartíamos (Yo no oficialmente hasta dentro de unos días) la nacionalidad panameña o, según he llegado a entender de su personalidad, el mundo de las letras.  
Y ella dice:

Habrá que difundir la poesía, difundir su líquido amniótico y la savia que de ella emerge para retornar a la palabra. Habrá que devolver la poesía a los parques, a las plazas, a lo cotidiano. Habrá que implantarla en la academia, como una base para entender todo conocimiento. Habrá que humanizar con ella todo cuanto exista, de modo que en ella la tierra se pronuncie libre y primigenia.

Por lo que es justo ponerle atención cuando dice:




 
Del amor y los discursos

a Tatiana, quien al fin lo creyó un día
el amor,
si no transforma
ya te lo he dicho en besos matutinos:
el amor, si en algo no te cambia,
se convierte otra vez en un discurso.

Déjame darte un poco de mis gotas
aunque parezcan arsénico del puro,
permite que delinca ante la ausencia
y tome el derecho
a mis promesas.

¿Te lo digo de nuevo, princesita?
Y no me des la espalda con tu risa,
anótalo en tu negra cabellera,
ya vas a ver, si quieres a la niña,
vas a tener que hacerla muda, sorda y ciega.
¿te lo puedo decir de otra manera?
el amor, si no te mata, es mejor que perezca,
si no se vuelve y te revuelve el alma,

si no te envuelve en su trágica mirada,
si no te cubre
es mejor nada,
tu mano y mi verdad son horas tiernas.
                                                                          Tomado de artepoética.net
 


Para La Coleccionista de Espejos:
                                                     Dlia Mc Donald Woolery

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