domingo, 16 de diciembre de 2012

Yo no puedo callar...

 Una niña menuda, de unos quince años. Sale de casa
con un violonchelo a cuestas. Esto conmueve:

       A)   Porque es una prótesis muy grande para una niña tan pequeña
B)   Porque carga el fardo sin pena ni alarde.
 C)   Porque el violoncelo  parece: una pancarta de protesta, flores para la tumba de la abuela el arma en su vaina, el silencio inaugural.
D)   Ninguno de las anteriores.

 Este poema me trae recuerdos de mi sobrina Carol a los nueve años saliendo de un ensayo del Teatro Nacional portando un instrumento musical que superaba en mucho su estatura.   No se cómo pudo Víctor captar la misma imagen partiendo de un hecho diferente en un lugar muy lejano.

El jueves 14 de diciembre nos dimos cita en el Instituto México para acompañar a Víctor León   en la presentación oficial de su primer poemario con el título de  Paisajes Remotos, bajo el sello Ediciones Fósforo con potada de Álvaro Reynoso  e ilustración de Ricardo Ulloa Garay, impreso en el Distrito Federal de México, en el 2012.

En la mesa principal estaban Delia McDonald, Víctor León y Alfredo Trejos.
Ambos discursos se concentraron en la figura del autor.
El de Delia salpicado de una fallida grabación de boleros.

La sala estaba repleta de admiradores, familiares amigos y ex compañeros del taller literario Francisco Zúñiga. Que luego harían fila para lograr la firma del autor. Después de los discursos Víctor agradeció, contó anécdotas, bromeo con el público y finalmente leyó algunos poemas del libro.

Nos gusto mucho la respuesta de una familia totalmente solidaria que llegó a apoyar a Víctor. Entre otros su madre, esposa y su hijo de brazos, para no mencionar a su mascota, un perro que como mejor amigo del hombre y de la mujer también vino desde México, acompañando a Víctor, Chio y Benjamín.

Para nosotros fue ocasión de júbilo porque Víctor nos llegó al taller cuando era un jovencito todavía muy inocente pero con un gran talento. Por desgracia ya el maestro Francisco Zúñiga no estaba pero lo acogimos con gran cariño y seriedad porque era un muchacho serio, educado, cariñoso y con un interés genuino en la literatura. Pero como seguramente le soplaron por ahí, de poesía no se puede vivir, al menos en Costa Rica, continuo estudiando y se hizo psicólogo.  Luego partiría a México donde estudia cómo hacerse escritor y se gradúa. Pero Víctor era poeta desde siempre. 

   Hoy vive en el fabuloso país azteca, país que ha recibido a más de un artista costarricense: exiliados o autoexiliados y a veces odiando a la patria. El caso de nuestro autor es otro. Allá se fue  persiguiendo un sueño, a buscar horizontes más amplios, además allá encontró el amor y le nació un pequeño ticomexicano. Víctor quiere a su patria y sabe que aquí lo queremos. Le auguramos éxito total en su país adoptivo y esperamos que este no sea el último de sus aportes al mundo creativo.
Para La Coleccionista de Espejos:
Franklyn Perry P.

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