Santiago Porras J.
¿Qué es el
cuento? ¿Qué es la novela? ¿Se habrán agotado ya los géneros? Según el narrador
guanacasteco Santiago Porras no, porque nos ha sorprendido con una serie de
narraciones integradas en una obra que para nosotros es una novela corta que
difícilmente supera las cien pagina. Su corta extensión para mi es una se sus
primeras virtudes. Sin embargo santiago
no deja santo con cabeza durante su recorrido novelado por una arista de la
historia costarricense bastante silenciada.
Cuando se
estudia la historia de nuestro país de la última mitad del siglo XIX y la
primera mitad del XX solamente oímos hablar de su majestad el café, el grano de
oro y más tarde del banano. La minería, si bien no alcanzó las dimensiones que
tuvo en México y algunos países de la America del Sur, tuvo gran importancia en el
enclave de Las Juntas de Abangares, El Monte del Aguacate y algunos otros
sitios de la geografía nacional. En su novela,
Avancari, Santiago Porras se ocupa de esta sección de la historia patria.
Se trata de
una novela de estructura sencilla, con cierto equilibrio entre diálogo y
narración, cronológica, con claros indicadores de las partes. Sí hay
interrupciones del fuir narrativo de la obra pero no pierde al lector. Hay
varios narradores testigos que a veces se vuelven casi omniscientes. A veces
uno duda del niveles de escolaridad tanto de los narradores como de algunos de
los personajes por lo sofisticado de sus reflexiones.
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Otro de los
narradores testigo-protagonista es un sencillo minero raso, quien como en la Balada del Café Triste de
Carson MaCuller, relata la triste historia de él y de su comunidad. También sorprende por la agudeza de sus
observaciones y las conclusiones a que llega. Indiscutiblemente se llevan las
palmas los primos Gamba y lico cuando
ellos con sus amigos se enfrascan en unas deliciosas (diría Cervantes) discusiones
en torno a la historia y la política costarricense. Uno se maravilla de sus
conocimientos y capacidad de análisis pero más clara y alta se oye la voz del sabio
y disciplinado investigador y autor de la novela. Y concluye uno diciendo que
los años no pasan en vano.
Una idea
genial de Santiago fue personificar al oro y utilizándolo como uno de los
elementos de enlace en la obra. Don Oro o San Oro nos brinda su testimonio a través
de toda la historia. Nos conduce al inicio de su creación dice” Soy polvo de
estrellas”, al antiguo Egipto, a la antigua Grecia de visita con el Rey Midas,
al continente americano durante la conquista, al lado de los evangelizadores,
durante el Gold Rush, por Centroamérica, durante el Destino Manifiesto y el
filibusterismo y por el neo liberalismo y la globalización.
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El libro es
un tesoro en cuanto al vocabulario, nos trae a la memoria al Quijote en la
parte donde Sancho Panza es finalmente gobernador de la Ínsula Barataria y hace
uso de su refranero para gobernar. Santiago utiliza los giros y refranes más
inauditos que corresponden a ese Costa Rica no tan lejano pero que ya casi no
está.
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Mi única
pregunta es por qué no acercó a los capataces negros al lector para haber
podido ver otros aspectos de ellos. Aparecen como un grupo uniforme y
estereotipado como los soldados alemanes en las películas de guerra de la
década de 1960-70. No les conocemos la
parte humana La misma objeción le tiene Chinua Achebe a Jodeph Conrad en su
Heart of Darkness.
Para La Coleccionista de Espejos:
Franklyn Perry P
Para La Coleccionista de Espejos:
Franklyn Perry P
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