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Recurrencias temáticas de Derek Walcott
Pablo Narval
Santa Lucía es un pequeño país,
gobernado por un mar extenso e indescifrable que nos evoca las palmeras, las
playas, la ciudad bajo un sol que hermosea su contorno, una isla que otorga su
parsimonia a la vista del habitante, a la vista del viajero: Santa Lucía es un
canto que celebra la naturaleza pura de la vida. Los taínos, primeros indígenas
que poblaron esta tierra, le fueron dando forma de acacia a su nombre, venían
de la gran Sudamérica fecunda, y
llegaron a poner su huella, su humana certeza para ir creciendo
indescifrablemente ante las aguas del Mar Caribe. Pero su libertad no duró
mucho, los taínos fueron dominados y asimilados por otra etnia de la región:
los indígenas caribes. Y con esto comienza a formarse su tradición indivisible,
su cultura empieza a tomar el signo de la historia, el 13 de diciembre de 1502
llega Cristóbal Colón a fundar su nombre, día en el cual se celebra a Santa
Lucía de Siracusa y en el cual su descubridor la bautiza haciéndole homenaje a
la santa. Siglos más tarde, Francia y el Reino Unido se disputaron su soberanía
sobre la isla hasta subsistir finalmente en manos de los británicos.
Pero su pueblo ante el dominio
del Imperio buscó la forma de elevar su libertad, y así consiguieron dar voz a
su soberanía de personas que luchan para
vencer las ideologías arcaicas de
la esclavitud y el egocentrismo del poder. A principios del siglo XX logran
elegir a sus primeros representantes a un consejo legislativo local y en mil
novecientos cincuenta y uno logran el derecho al voto, años más tarde el
veintidós de febrero de mil novecientos setenta y nueve obtienen el anhelo más
preciado de todo pueblo: La independencia.
He comenzado dando un pequeño
viaje en las profundidades de esta tierra, un viaje simple pero que recalca lo
vital de este país, que con sus pocos habitantes, ha logrado construir una
sociedad libre y llena de esperanza. A través de esta sinopsis espontánea,
descubramos la esencia de un pueblo pleno de costumbres e historias, colmado de
una cultura imprescindible para el Caribe y para nuestra América apasionada. Es
un pueblo que surgió por medio de sus habitantes y aún ellos le siguen dando
frutos a su nombre, y uno de estos habitantes es el Dr. Derek Walcott, premio
Nobel de Literatura 1992. Me complace hoy hacer una pequeña reseña de su obra
poética, orientada hacia sus más recurrentes temas, y como poeta definiendo a otro
poeta permítanme expresar lo siguiente:
Derek Walcott es una artífice del
conocimiento, de ahí que en su obra nos quiera ir educando de una manera
conceptual, poética e imaginativa en la epistemología, por mi introducción a
Santa Lucía era imprescindible, ya que para Walcott todo poema es un viaje desde
su tierra, para ir en busca del saber a través de la intuición y de un profundo
sentido filosófico de la vida; y a través de ese conocimiento él va
inspeccionando los puntos esenciales que el hombre ha olvidado y trasciende al
origen mismo del alma sin dejar de lado sus raíces, la sencillez y la magnitud
armónica del sentido común.
Saber manejar la intelectualidad
en los diferentes puntos de la vida es algo a veces difícil para no caer en lo
transitorio y lo superfluo, entablar una amistad con la noción de tantas cosas
sabidas es una genialidad que sólo pocos saben manipular, para el bien del
sentido mismo que el autor intenta exponer y sin caer en un amaneramiento
conceptual para el sentido del lector; en sobrepasar a veces lo aburrido y
quedarse en un estado cataclísmico de no descifrar la palabra. Derek Walcott
transforma lo difícil en sencillo y hace del paisaje más complicado una obra de
arte única y expresiva capaz de acaparar cualquier alma que lo lea, porque su
uso del conocimiento lo emplea para que nosotros sintamos esa necesidad del
saber y tratar así, como él, transmitir la vivencia no sólo como un
acontecimiento sino como otra vida que nos nace. Y cito unos versos del poema
Señales refiriéndose a Santa Lucía en
tiempos del colonialismo:
“Su silueta la definió
Europa durante el siglo diecinueve
con humeantes
estaciones de trenes, lámparas de gas, enciclopedias,
las cinturas en
expansión de los imperios…
…sus sombreros de sed,
sus carruajes, la amplitud moral,
digamos de Balzac,
luego retornan a este
siglo de consumidas y cenicientas casas
al penacho de humo de
las lejanas chimeneas.”
Walcott jamás olvidará de donde proviene su sangre, de donde nace su
raíz soberana, por eso en su obra la naturaleza es parte primordial para
plasmarla en la palabra, nos da destellos de ranas acuchillando el aire,
rabihorcados sosteniendo su cruz inesperada, jamás olvidará esa forma de
montaña, de palmera, de mar … A donde
quiera que vaya su herencia lo convoca a partir de su escritura, dándole a cada
cosa un sentido más que físico, un sentido espiritual, torna la materia en
sustancia vivencial, menciona el mar no sólo para cantarle sino para defender a
su patria, para hablarle a su madre, para nombrar el recuerdo de la infancia; a
todo le da un criterio ontológico, estudia en sus composiciones lo que hay, lo
que se ha vivido en un todo para luego transformarlo en palabra.
“Pero mi memoria es
tan corta
como leve el sonido
del mar,
lo que vagamente
recuerdo
es una línea de arena
blanca.”
(Cul de Sac Valley
Poema III. Testamento de Arkansas)
“Se empezó a cultivar
el plátano
y el paraíso de un
muchacho
cayó segado en
gavillas de aleluyas.”
(Poema Roseau Valley
de Testamento de Arkansas)
“La historia era un
cañón no una iguana…”
(Capítulo XVII, Canto
I de Omeros)
Yo, que estoy envenenado con la sangre de ambos,
¿Hacia dónde debo volverme, dividido hasta las venas?
Yo que he maldecido
al oficial borracho de la ley inglesa, ¿cómo elegir
entre esta África y la lengua inglesa que amo?
¿Traicionarlas a ambas, o rechazar lo que ofrecen?
¿Cómo presenciar esa carnicería y quedarme tranquilo?
¿Cómo volverle la espalda a África y vivir?
¿Hacia dónde debo volverme, dividido hasta las venas?
Yo que he maldecido
al oficial borracho de la ley inglesa, ¿cómo elegir
entre esta África y la lengua inglesa que amo?
¿Traicionarlas a ambas, o rechazar lo que ofrecen?
¿Cómo presenciar esa carnicería y quedarme tranquilo?
¿Cómo volverle la espalda a África y vivir?
(Un llanto lejano desde Africa)
Nos habla del pasado como simple reflexión para profundizar aún más en
la vida, sin embargo, a Wallcott le interesa más el presente de lo que hacemos en
el ahora, porque el ser es una creación continua que tiene que ir evolucionando,
sólo así encontrará el cambio necesario en la actitud de prosperar. La capacidad de
cantar las heridas del pasado sirve para trascender esas mismas heridas y
coadyuvar a construir un mejor mundo para asombrar a la vida y a nosotros
mismos. Como lo afirma en "Las Antillas: fragmentos de
una memoria épica":
"para
cada poeta el mundo es siempre un amanecer, y la Historia una noche insomne y
olvidada; la Historia y el miedo primigenio son siempre nuestro temprano
comienzo, porque el destino de la poesía es enamorarse del mundo a pesar de la
Historia"
Ejerce la denuncia social con fuerza, como dando
mazazos a la conciencia, a quienes violentan y desangran los pueblos como si
los pueblos fueran esa savia infinita de endulzar su poder egoísta. Este poeta
hace de la poesía un muro para proteger a los desdichados, a los que con su voz
no pueden acallar la injusticia y Derek Walcott les presta esa voz liberadora a
través del poema para que digan la
verdad, sin ningún tapujo, sin ninguna duda en la poesía los defiende:
...más vale que todos
ustedes teman el día en que me cure
de ser humano. Su suerte va a estar en mis manos,
ministros, hombres de negocios, Shabine los va a agarrar, amigo
dispersaré sus vidas como un puñado de arena,
¡Yo que no tengo más arma que la poesía y
las lanzas de las palmas y el escudo deslumbrante del mar!
de ser humano. Su suerte va a estar en mis manos,
ministros, hombres de negocios, Shabine los va a agarrar, amigo
dispersaré sus vidas como un puñado de arena,
¡Yo que no tengo más arma que la poesía y
las lanzas de las palmas y el escudo deslumbrante del mar!
Esas fábulas de los
subdesarrollados y los pobres
jaspeadas por la luz de la
luna se volverán blancas y más ricas.
Nuestros mitos son
ignorancia los de ellos literatura.
(De Magia Blanca)
He mantenido mi
promesa, dejarles lo único que poseo,
a ustedes que son mi amor primero: mi poesía.
promesa, dejarles lo único que poseo,
a ustedes que son mi amor primero: mi poesía.
(De Omeros)
No podemos obviar el tema
religioso que también persiste como identidad arraigada desde su ser niño, es lo que lo vuelve aún más humano porque
de cierta manera la religión para Walcott se convierte en una especie de tema libre que puede utilizar en cualquier
momento de su poesía y en parte rememora esa espiritualidad no panfletaria sino
una espiritualidad abierta a la búsqueda del ser, una espiritualidad más
filosófica, que puede ayudar a mejorar el ludismo de su obra, no sólo en lo
formal, sino en la esencia que traspasa
al hombre para mostrar la belleza o para dilucidar la libertad del ser.
«sí« ante la resurrección: «sí, sí es nuestra respuesta»,
El Nunc Dimittis de su coro verdadero.
¿Dónde está mi libro de himnos de niño, los poemas ribeteados
con hoja de oro, el cielo que adoro sin fe en el cielo,
mientras el Verbo, apenado, se volvió hacia la poesía?
¡Ah, pan de vida que sólo el amor sabe leudar!
El Nunc Dimittis de su coro verdadero.
¿Dónde está mi libro de himnos de niño, los poemas ribeteados
con hoja de oro, el cielo que adoro sin fe en el cielo,
mientras el Verbo, apenado, se volvió hacia la poesía?
¡Ah, pan de vida que sólo el amor sabe leudar!
El crimen más oscuro
es hacer de la conciencia una profesión.
(de : En otra parte)
Walcott encuentra su tema principal en el
metalenguaje, en la meta-poesía y en ella retrata el sincronismo individual y
colectivo de su vida, de la historia, de su conocimiento, como lo haría un
pintor, sólo que este pintor es un poeta por naturaleza que transforma lo cruel
en un canto hermoso, es un poeta que va detallando cada letra para convertirla en
una luz:
Sabías que la guerra, como el verso libre, es un signo
de mala educación.
(de: Oración de alabanza a W.H. Auden)
Tal vez el tema más persistente en la obra de Walcott es el conflicto
entre el mundo interno contemplativo del artista individual –el naufragio, el
exilio– y el mundo externo de la comunidad, los elementos miméticos, la danza y
la narrativa dominan por un lado, y por el
otro es fuerte también la tradición literaria clásica.
Walcott también tuvo su diáspora, su obra la contempló muchas veces fuera de su
Patria, sintió el remordimiento de haberla dejado, vivió la discriminación de
muchos pueblos, y a través de su poesía reconstruye un nuevo mundo que él
divisaba desde sus adentros y que aún anhela. Convierte el lenguaje peyorativo
del Imperio como él llama al colonialismo y a los conquistadores en un lenguaje
hermoso, pues para el Imperio la piel negra era una mal formación, Derek
Walcott la convierte en símbolo de belleza, esperanza y heroísmo.
Al final la recurrencia mayor en Derek
Walcott es el amor, el amor a su pueblo, a la historia de su país retratándolo
desde su nuevo mundo, a la historia de Europa poniéndole los matices más
poéticos para conservar su canto, la historia de América desde su simbolismo
particular y anecdótico, la historia de África ofreciéndole su elegía más bella
hacia la tarde, la historia de su vida como vivencia esencial para demostrar su
palabra, es un poeta que ama el mundo, un hombre sencillo que ama el silencio
del arroz y los frijoles, que ama lo que siente y no lo calla. Para Walcott su
tema principal es este:
No obtuve matrícula
en matemáticas,
aprobé,
después enseñé el
latín básico del amor:
Amo, amas, amat.
(De Silabario Escolar)
Pablo Narval: Estudiante de filología
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