Dell, me regaló este libro.
Cosa que le
agradezco porque esa es una mis grandes pasiones; pero claro ella en eso se
parece mucho a pa: viven sus mundos tomándonos en cuenta a los demás, es decir
que dan por un hecho que todo el mundo es igual. Bueno. A veces. En el college donde estamos
Ariel y yo, es una obligación diaria leer, pero además de eso casa dos semanas
nos obligan a cadena tortuosa, dicen mis compañeros a hacer un análisis de
texto para ver si en verdad leemos. Como
yo ya me había leído el texto mensual y ya canso con Fabián Porras, cuando ella
me regaló este libro, vi la oportunidad de hacer algo nuevo. Entonces OJO, yo
no soy especialista, solo es mi opinión y mi lady, miss, Teacher, profe, o lo
que corresponda en este momento, ya que ven que siempre nos están confundiendo
con eso, de español me puso 9. Básicamente porque no era un libro de clase; y
con ello quiero decir que si me van tratar como han tratado a Dell otros por
sus opiniones, yo como Pa: también soy fantasma, nada me ha de afectar y me gustan los cacahuates
dulces; aunque me llevó como tres meses averiguar que los conocía con otro
nombre. En fin…
El príncipe teje tapices; es un cuento
bello. Pero por belleza podemos entender
muchas cosas; una de ellas es que el amor de y por escribir es bello. Será que
a mis años veo el mundo de acuerdo a los cuentos y las historias que me contaba
mi abuela, y que es parecida a reconstruir cada día los recuerdos. Yo relaciono
este cuento con los trabajos que a veces hacemos para sobrevivir; Pa, porque
ese revisa todo lo que escribimos en esta casa, dice que en un sentido es
parecido a los trabajos de Hércules: ¿Hércules? Pensé yo, ¿serán los cuentos de
los argonautas y demás que le gustan tanto a Ariel? Moi, porque gracias a Dios,
Ari esta bien lejos con una de esas sus manías insoportables de pre-adolescente
que nos estaba volviendo locos a todos, me explicó el sentido de lo que yo
pensaba, y era cierto: tenia relación con los trabajos de las personas. Bueno,
un príncipe, me dijo, también es una persona normal; no tiene por qué ser diferente a otros…
Sip; en definitiva le esta haciendo bien eso
de trabajar, pensé.
Bueno. Entonces estábamos con el príncipe que
teje tapices…
Todos sabemos que antes de un cuento, existe
un cuento sobre el que se basa el cuento, a veces, y que se llama una relación
de hechos.
Este cuento se parece a otro cuento que me
contaba mi abuelo Saúl:
Había una vez, porque siempre empiezan así,
ciertos cuentos, un niño como yo (10 años) que se sentó a leer los cuentos de
un libro singular: se llama El Príncipe teje tapices; pero no
solo lo hacia porque se lo regaló una persona especial para él, sino porque en
él la lectura, es un don maravilloso, y los libros son cada uno, como islas del
tesoro. La X marca el lugar y a mi me gusta leer: hadas; duendes, mundos
fantásticos están reunidos aquí, aunque la obra en sí trata de un príncipe, que
se enamoró de una muchacha pobre que no toda la vida lo fue y ahora trabajaba
para ayudar a la familia a salir adelante.
Creo que en todas las telenovelas que ve
Lucia, no mi prima sino la empleada, el que un príncipe se enamore de su hija
hubiese hecho feliz a cualquier padre, después de todo ¿Qué mejor manera de
salir de la pobreza? Pero a este no. Se
enojó y se entristeció; porque aunque sabia que era amor de verdad, no quería
que su hija sufriera: él había sido un hombre muy rico y poderoso, desde antes
de nacer. Ese fue el legado de sus
padres. Pero un día hizo una mala inversión en la bolsa; no eso seria en estos
tiempos, hubo una guerra o, mejor aún un desastre natural en la que su mejor
amigo huía con su fortuna, chocaban las estrellas o cosa parecida, y como él no
sabia hacer nada se sumió en la tristeza y la pobreza que no tiene que ser un
estado físico sino del alma…
Ahí
es donde empieza la fantasía: sin amigos y sin dinero. Todos los hijos empiezan
a trabajar en lo que podían y ayudar en casa porque papá estaba enfermo de tristeza.
Con el tiempo las cosas les fueron mejor y algunos hijos hasta aventuraron irse
de la casa en busca de aventuras y después solo quedó, Petra o Juana, o como
quiera que se llamaba la muchacha del que estaba enamorado el príncipe. Claro
que también hay que tomar en cuenta que también ella estaba enamorada; pero
ella le hacia caso a lo que le decían sus padres; algo que se llama valor de la
obediencia en educación.
Las estrellas y todo el pueblo, se quedaron
boquiabiertas cuando vieron al rey que había ido en persona, a hablar con aquel humilde señor,
para pedir la mano de la muchacha, cuando salió arrastrando capa y corona:
ahora fue la muchacha la que pregunto:-¿Yo quisiera saber qué sabe hacer su
hijo para mantener en caso de necesidad?...:-¡Él es un príncipe y nunca sabrá
de pobrezas!...-Así, entonces no sabe contar historias ni hacer más nada que
pelear con otros, entonces no me interesa… dijo haciéndose la desentendida
porque bien que estaba fichada, como dice Ariel…-¡Qué es esa barbaridad!, dijo
el príncipe haciéndose el resentido; y al día siguiente se fue a matricular en
un curso para hacer tapices, porque eso era lo más parecido a las espadas y el
príncipe era un buen espadachín así que resultó ser un buen tejedor de cuentos
y de historias que es cuando, me imagino, lo conoció Carlos Rubio y completó
las historias que hoy nos trae...
Lo demás se los dejo a ustedes…
Para La Coleccionista de Espejos:
Aarón Aguilar
C_______________________________
Art Poet:
Carlos Rubio Torres. San José, Costa Rica, en 1968. |
Educador por la Universidad Nacional. Estudios en el Programa Latinoamericano de Doctorado en Educación de la Universidad de Costa Rica. Trabaja como Profesor e investigador de la literatura infantil y la narración oral en la Escuela de Formación Docente de la Facultad de Educación en la Universidad de Costa Rica y la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) de la Universidad Nacional. Publicaciones: La vida entre los labios, Premio Jóven Creación, 1984, Editorial Costa Rica Queremos jugar Pedro y su teatrino maravilloso, Premio Carmen Lyra, Editorial Costa Rica Escuela de hechicería, matrícula abierta El libro de la Navidad La mujer que se sabía todos los cuentos Papá es un campeón Las mazorcas prodigiosas de Candelaria Soledad y, El príncipe teje tapices, esta última obra con el sello de la Editorial Costa Rica. |
1 comentario:
Vuelvo a insistir: ¿En dónde queda esa escuel?... LAC
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