sábado, 2 de junio de 2012

Yo no puedo callar...

Ferdinand Oyono
La cruda realidad del anticolonialismo en el África de la década de 1950

 Ferdinand Léopold Oyono nació cerca de Ebolowa en una provincia al sur de Camerún el 14 de setiembre de 1929.  Su madre, una católica devota, crió a su hijo también en su fe.  Hubo separación entre sus padres porque el progenitor se negó a renunciar a la poligamia.  

Una vez concluidos los estudios primarios, su padre lo envía a Francia para que continuara allá. 

      Mientras estudiaba en la metrópolis escribió dos novelas en rápida sucesión: El Sirviente (1956), El Anciano y La Medalla, (1956). Luego al volver a su tierra publicaría Camino hacia Europa.  También hay rumor de la existencia de una cuarta novela que nunca concluyó. También trabajó como actor tanto en las tablas como en la pantalla chica en Francia.

Tras la independencia de Camerún formó parte de la delegación de su país ante Naciones Unidas, en 1960.  A partir de allí inicia una carrera diplomática y de servicio dentro de su país que no cesaría sino hasta su deceso repentino a los 80 años en Yaoundé el 10 de junio del 2011, tras asistir a la recepción ofrecido por el gobierno a Ban ki-moon Secretario General de las Naciones Unidas.

 Oyono fue Ministro de Cultura de su país y su carrera de escritor contrasta en duración enormemente con la de político-diplomático. También sus críticos encuentran mucha incongruencia e ironía entre sus ideas y el comportamiento de sus personajes franceses despóticos y el gobierno dictatorial de Camerún al servicio del cual estaba.
 
Bastaron tres novelas y una corta dedicación a la creción para colocarlo como ícono de la literatura anticolonialista africana del siglo xx. Sus tres novelas son consideradas obras clásicas de este subgénero. También se le considera un genio en el manejo del humor y la ironía.

 Una niñez pasada entre abundantes plantaciones de cacao, sirviendo en la Iglesia, viviendo conflictos, luego haber trabajado con los franceses y haber vivido en Francia según parece, sirvieron como fuente de inspiración para sus escritos.

  Creo que la primera vez que supe de Oyono fue por medio del resucitado Repertorio Americano.


Para La Coleccionista
                      Franklyn Perry

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