La mejor crítica es la
que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio. Fernando Sánchez Dragó
Los efectos y las acciones
de aquellos que se/nos asumen como críticos literarios tienen un solo asidero e
intención: el conocimiento que se logra mediante la lectura. Es decir que la visión,
el registro óptico-lector de quienes se internan en el mundo de la crítica es
lo único que necesitamos para iniciar el proceso.
Sin embargo,
hay pequeños detalles que debemos tomar en cuenta:
1.- Hacer crítica literaria de calidad es
una labor muy compleja; pero se ha de dejar en claro que, aprender a valorar el
trabajo de los demás, en la misma medida que el propio forma parte también del
oficio del escritor, por tanto, no se trata de encajar golpes por sistema, sino
de la “capacidad de discernir”, y dependiendo de la forma en que se haga, sabremos
con quien tratamos; como muy bien podría señalar la etimología griega. Y aquí es importante agregar que un autor sin
la capacidad de aplicarse la más rigurosa de las criticas, o que olvida que Lo
mejor de ser criticado es haber sido leído; también será fácilmente influido en
demasía por el alcance de las críticas (más opiniones que críticas); puede
contaminar significativamente el trabajo, e incluso su continuidad como
escritor y máxime en la evaluación que haga de otros textos; pues el hecho de no recibir buenas o malas
críticas, es bastante peor que no recibir ninguna: nada ni nadie es perfecto, de
hecho, el propio debate que genera la crítica es muy enriquecedor, y les puede
servir de acicate para futuros proyectos. Otra cosa es dejarse influir La crítica literaria es siempre una doble vertiente; personal (o subjetiva) y analítica (u objetiva). La tendencia natural del crítico no tiene por qué coincidir necesariamente con escudriñar las debilidades para aflorar los defectos, sino que ha de mantener una simbiosis de análisis y opinión para ser adecuada a su objeto; y sobre ese planteamiento se debe tomar en cuenta que, la Objetividad: de la que existen varios tipos.
1.
La causal: ¿Qué nos motiva a la valoración
del texto? El motivo que sea, debe ser todo menos personal: el conocimiento sobre
el valor de un texto no se asigna por amistad, academicismos sino en el fondo que subsiste tras lo que se
lee.
2.
La lúdica: que se plantea en base a
la forma en que esta escrita el
texto; una unidad colectiva que le llaman los estudiosos es la capacidad de
mantener la atención del lector mediante técnicas correctas que conducen
finalmente a un punto identificativo con nuestro ser interior
3.
La efectivista: No podemos (ni
debemos) detenernos a no entender el sustrato que conforman los elementos de creación:
tema, ubiquidad, palabras enlazantes y decantantes que al mismo estilo de los
mecanismos de búsqueda de Wikipedia o Google, establecen sin que lo sepamos el
rango de lo que buscamos decir, para que quienes traten de utilizar el trabajo
de otros como bases de sus planteamientos sientan una cierta decepción por no
encontrar lo que buscaban: que otros hagan su tarea de análisis intuitivo; sino
el efecto que produce la lectura…
2.- El Conocimiento
de las distintas estrategias de lecturas; en lo que lo cognoscitivo plantado
(y no planteado) desde nuestra habilidad
individual de comprensión y entendimiento, es otro argumento básico; pues un
mismo texto tiene distintas lecturas y depende en mucho de nuestro nivel de objetividad.
Como se ve la relación lectura-objetivo juegan un papel medular en todo este
asunto porque sí es la unión correcta y no el planteamiento de que el estudio
(la educación) hace al escritor; si fuese así quizá Cervantes; Lorca, García Márquez,
o muchos otra/os tendrían poco o ninguna relevancia hoy día.
3.- Valorarse
como crítico de cualquier indóle conforma una formación completa y compleja,
pero en especial la literaria va mucho más allá de la mera nota de prensa que no no pasa de ser un mero
artículo de opinión en la sección cultural de algún diario. El problema es
considerarse crítico literario, sin serlo realmente.
1. En el sentido
anterior, ha de considerarse que quienes tienen la capacidad de entrar con el
mundo interior de un autor, además de considerarse auténticos privilegiados, que
han de tener presente el conjurar análisis y opinión “a partes iguales”;
centrando prudentemente el objeto de critica desde una distancia prudente en la
que no intervengan elementos personales tales como amistad, o academicistas
sino el respeto al oficio que son seres humanos que pueden venirse abajo ante
la primera adversidad, la primera negativa editorial o el primer comentario que
no sea de su agrado que; como maquinas lanzando al medio todo su resentimiento
en lugar de detenerse a preguntarse por qué, y si realmente hay elementos de
peso que justifiquen tal apreciación; en ambos sentidos…
Para La Coleccionista de
Espejos:
M.L.C.A.F
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